HISTORIA DE LA IGLESIA
EPOCA MEDIEVAL.
SEXTA PARTE: EL SIGLO XII
CAPÍTULO II
LOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS DEL SIGLO XII. PREDICADORES ITINERANTES, MONJES
Y CANÓNIGOS
La edad gregoriana había iniciado una profunda reforma
de la cristiandad occidental y había puesto el acento sobre la pureza
del sacerdocio y la libertad de la Iglesia con respecto al poder laico. El
monacato había comenzado ya antes su reforma a partir del siglo X,
sobre todo la de los benedictinos que se irradia en toda Europa. Se encuentran
monasterios cluniacenses en territorio francés, italiano, español
o inglés. También se extenderá en todo el imperio la
Reforma Lorenesa.
Hacia el 1100 el monacato benedictino no tenía, por tanto,
necesidad de una reforma, ya que él mismo era portador de esta reforma.
Es cierto que el primer lanzamiento de esta reforma se frenó, pero
sumado todo los monasterios benedictinos eran todavía una fuerza espiritual,
cultural y económica importante en el mundo occidental.
.La Reforma. no podemos entenderla como que primero existía
una decadencia y luego un resurgimiento, sino que en la Edad Media significa
también una nueva estructuración una nueva orientación
de la vida religiosa.
Durante siglos nadie había dudado que el monacato cenobítico,
que seguía la Regla de San Benito en occidente, fuera la mejor expresión
de la imitación de Cristo, al mismo tiempo que la mejor realización
de la Iglesia primitiva de Jerusalén. Constituía el ideal del
monacato cluniacense, imitar la vida de la Iglesia del tiempo de los apóstoles.
Los monjes tenían un papel muy preciso en la sociedad
feudal. Según el modelo de .las tres rangos de la sociedad feudal.,
desarrollada por clérigos: oradores, veladores, trabajadores.
· Los oradores piden por la estabilidad
y el bien de la sociedad, siendo sobre todo los monjes, pero en general entendido
como los clérigos.
· Los veladores defienden la sociedad
contra sus enemigos. Son el rey, los príncipes, los feudatarios, los
caballeros, la nobleza.
· Los trabajadores son los campesinos
que deben proveer a las necesidades alimenticias para los otros dos rangos.
Es famoso el poema del obispo Adalberone de Laon (1030) Carmen ad Robertum
regem donde se expresa esta concepción de la sociedad.
Esta división tripartita de la sociedad se pone en duda
a finales del siglo XI. Observamos en este momento que los hombres buscan
una nueva realización de su vocación cristiana sin seguir los
modelos tradicionales feudales.
Las reformas benedictinas eran espléndidas, pero entrar
en estos conventos a menudo estaba limitado a los miembros de la aristocracia.
Este monopolio de la nobleza, que se extenderá también a los
cabildos de las catedrales, vendrá contestado en el XI. Podemos comprobarlo
en los escritos de Ildegarda de Rupertsberg a la abadesa de Tenxwindis en
Andernach.
Lo que la reforma gregoriana había iniciado con el clero
llega ahora incluso a los laicos, que buscan nuevas vías de vivir
el evangelio. Podemos descubrir tres ideas fundamentales que guiado la reforma
religioso-monástica del siglo XII: pobreza, vida eremítica
y predicaciones. Estas tres propuestas se entremezclan y eran sólo
en parte conciliables con la Regla de San Benito. La originalidad del .nuevo
monacato. consistía en la particular mezcla de estos tres elementos.
Este vasto movimiento monástico-religiosos del XII comprende
formas monásticas eremíticas y otras formas que ponen el acento
sobre la vida en común, vida cenobítica. Podemos ya encontrar
las primeras manifestaciones anticlericales que acabarán siendo heréticas.
No podemos caer, no obstante, en la equivocación de identificar las
nuevas manifestaciones monacales con las herejías medievales, ya que
los confines entre ambas expresiones de suyo son muy vagos, lo cual sirve
también para el siglo XIII, la época de las órdenes
mendicantes.
Podemos poner como ejemplo el caso de un noble de Lomoges que
funda un eremitorio en Muret, tomando el nombre de Esteban de Muret (+1124),
tras su muerte sus discípulos fundan un monasterio en la Diócesis
de Limoges, en Grandmont. El cuarto abad escribirá una Regla que contiene
muchas enseñanzas orales de Estefano de Muret, afirmando que todo
lo anterior a su fundador no tiene nada que ver con la raíz del modo
de vida cenobítica, las cuales se derivan de vivir santamente el Evangelio.
Muchas órdenes de este momento desean seguir al .Cristo
desnudo., presente ya en San Jerónimo. Esta fórmula adquirirá
un sentido de pobreza, Así, en diversos lugares de Francia, aparecerán
grupos de persona de procedencia no muy definida que se llaman a sí
mismos .pobres de Cristo.. Llevarán un estilo de vida severo, su pobreza
será real y convincente. Su ideal será sobre todo la .imitación
de Cristo.. Apreciaron de modo especial el Evangelio de San Mateo, ya que
con los discursos críticos contra los fariseos contenidos en el mismo,
podían ser aplicados a la situación de la Iglesia de su tiempo,
ya que su crítica se centrará contra los clérigos y
los monjes; también aprecian el Evangelio de San Lucas, con su petición
de pobreza, para expulsar a los .ricos del Templo., la propia Iglesia de
su tiempo. Junto a los evangelios, estos predicadores itinerantes acuden
voluntariamente a la vida de los padres del desierto, llevando a hacer aparecer
con fuerza en occidente la figura de San Antonio Abad, eremita, llegando
a ser muy popular.
De este modo se entremezclan dos ideales cristianos, el de los
predicadores itinerantes, que invitan a la gente a la penitencia, siendo
la guía de muchas almas insatisfechas de la Iglesia oficial, y el
ideal eremita que busca la soledad y la vida simple, llegando a ser así
también padre espiritual de las personas que le siguen, de los discípulos.
Todo ello bajo el título general de .pobres de Cristo..
La vida eremítica había sido siempre honrada en
la Iglesia, aunque en la Iglesia latina fuese más bien una excepción.
Desde el XI encontramos una abundancia de eremitismo que se extiende desde
Italia hasta Escocia. Los inicios serán en Italia, aunque no se sabe
muy bien donde comenzó. Ciertamente en el Mediodía italiano
con sus tradiciones griegas nos hablan de un aprecio de los eremitas , pero
el despertar del eremitismo no parece que se deba tanto al influjo griego,
El centro estará en Toscana y en torno a Ravena siendo el personaje
más importante será San Romualdo, que era un carismático
predecesor de los .pobres de Cristo..
Su discípulo Pier Damiano será el encargado de
poner la teoría, el cual desde el 1043 dirigirá los Eremitas
de Fuente Abelanna. Pier Damiano escribe en 1042 la Vita Romualdi dando a
sus hermanos un modelo hagiográfico para imitar. En 1057 redacta su
ordenación definitiva para su propios eremitas, una especie de Regla,
teniendo gran influencia en otros grupos posteriores, sobre todo en Italia
donde poseerán un ideal moderado. Pier Damiano no promueve el eremitismo
itinerante, que tendrá gran éxito en Francia, sino una comunidad
estable.
El eremitismo francés está menos fundamentado
en la Regla de San Benito, y por lo tanto, menos unido a la .stabilitas loci.,
confundiéndose con la idea del predicador itinerante más que
en otros países. En Francia no estarán aislados en una soledad
inaccesible sino que viven en los bosques atrayendo a gente pobre que se
ubica entorno a su eremitismo. Sus secuaces no son sólo hombres al
margen de la sociedad sino también muchas mujeres, algunas prostitutas.
Un ejemplo de este modo de vida lo encontramos en el caso de
Roberto de Arbrissel. Nace hacia el 1045 siendo hijo de un párroco.
Hacia 1078 va a estudiar a París, llegando a ser sacerdote. En 1095
comienza como predicador itinerante, su aspecto era descuidado, vestido con
ropas sucias dejando parte de su cuerpo al descubierto, con largas barbas
y cabellos que cubrían sus frente, con los pies descalzos, dando la
impresión de ser un mendigo. Su predicación agresiva y apasionada
al mismo tiempo, atrajo a una gran multitud de admiradores, sobre todo mujeres,
que le seguían por todas partes. En 1096 Urbano II, durante su viaje
a Francia para el Concilio de Clermont, le concedió un mandato de
predicación unido a un monitum para que se moderase en sus predicaciones.
En 1098 Roberto decidió o le indujeron a fundar una comunidad
fija en Fontevrault. El eje de la convivencia casta entre hombres y mujeres
era el ideal original. Instaló dos comunidades separadas, una para
hombres y otra para mujeres; en otros casos los funda para leprosos y prostitutas.
Roberto se llamará magister, no abad, de su fundación.
Encarga la dirección de la fundación a dos viudas nobles de
su séquito, cosa que realizará siempre en sus fundaciones,
ya que pone a la cabeza una abadesa. El mismo retoma su vida inestable de
predicador itinerante fundando otras comunidades similares que siempre estarán
guiadas por mujeres.
Muere Roberto en 1116 siendo un personaje muy discutido y controvertido
en su tiempo, con admiradores y acérrimos adversarios que le acusarán
de descuidar todas las reglas de un comportamiento decente y de instigar
a la plebe contra el propio clero, y de saltarse el orden instituido. Uno
de sus adversarios fue el obispo Marbodo de Reims (+1123), un hombre muy
considerado en la iglesia francesa de su tiempo. Este obispo en una carta
abierta que dirigió a Roberto expresaba graves acusaciones contra
él y sus fundaciones. Entre las acusaciones vertidas está la
escandalosa familiaridad de Roberto y sus hermanos con las mujeres, llegando
a sostener incluso que jóvenes de su orden tras sostener relaciones
sexuales con él habían dado a luz dentro del convento. Otra
acusación se refería a la presunción de sus secuaces
que afirmaban ser .discípulos del Maestro.. Con respecto a la predicación
de Roberto condena la descalificación global de todos los eclesiásticos
que Roberto considera como mentirosos e hipócritas. Termina diciendo
que lo Roberto hace .no es predicación sino denigración.
Otro predicador extremista será Norberto de Xanten. Nace
entre 1080-1085 como hijo putativo de un noble feudatario de la Baja Renania.
Fue destinado desde la infancia al estado clerical, llegará a ser
canónigo de la Colegiata de San Víctor de Xanten. Estuvo en
Roma, formando parte del séquito del arzobispo de Colonia, en el clamoroso
evento de Pascual II en 1111. En 1115 sufrió una conversión,
en un momento de extremo peligro para su vida al caerle un rayo en el campo,
haciéndose ordenar diácono y sacerdote. Poco después
dejará su comunidad de Xanten y comienza una vida de predicador itinerante
en Alemania siendo extremadamente crítico con la Iglesia oficial.
Por sus dificultades con la jerarquía, en 1118 tiene que comparecer
delante de un sínodo ante legados pontificios en Asia. Por estas dificultades
en Alemania se traslada a Francia y consigue del papa Gelasio II un permiso
de predicación itinerante.
Su actividad en Francia atrajo a mucha gente, sobre todo mujeres,
que se le unieron. Tras un intento fallido de transformar el cabildo y la
Colegiata de San Martín de Laon, el benévolo obispo de Laon
le permitió retirarse con algunos de sus partidarios a un bosque cercano
a Laon donde fundó en otoño de 1120 una comunidad de canónigos
con ideales eremíticos. En 1121 esta Comunidad, bajo la dirección
de Norberto, toma la Regla del .Ordo Monasterii. del círculo de San
Agustín, muy severa, siendo el inicio de la Orden de los Premostratenses.
También aquí hubo mujeres, al principio, asociadas a los canónigos.
Con rapidez imitaron este ejemplo otras comunidades premostratenses, de modo
que los primeros conventos eran dobles monasterios, uno para canónigos
y otro para hermanas. El número de las mujeres aumentó con
rapidez, superando al de los hombres. Será en 1140, en un Capítulo
General de la Orden, cuando se decide la abolición de este sistema
de los dobles monasterios.
Norberto tras la fundación de Prèmontrè
(1121) continuó actuando como predicador itinerante. Fundó
también otros monasterios de este tipo como Floreffe y Cappenberg,
siempre sin consultar al obispo diocesano fiándose sólo de
la protección del emperador Enrique V.
En los primeros momentos no había encontrado una competencia
específica para su comunidad, sólo eran un grupo de eremitas
que vivían según una regla para canónigos. En una segunda
fase (1126), cuando accede a la dignidad de Arzobispo de Magdeburgo, cambiarán
las perspectivas y se desentiende de su fundación de Prèmontrè.
Es cierto que fundará algunos monasterios incluso en su diócesis,
siempre por motivos misioneros, pero su comportamiento personal dejará
perplejos a sus antiguos amigos. Encargará predicaciones y cura de
almas a las numerosas comunidades premostratenses que se difundieron al oriente
del Elba.
Junto con los Cistercienses contribuyeron en gran medida a la
expansión de la civilización occidental en los países
del este europeo: Hungría, Bohemia y Polonia. Ambas órdenes
se difundieron muy rápidamente. Aunque las ideas que sostienen no
son originales, tenían dos ventajas: al comienzo tienen hombres excelentes,
carismáticos, y una óptima organización. Norberto y
Bernardo de Claraval eran afines en sus sentimientos y finalidades, y ambos
eran hombres difíciles.
Si Norberto fue el fundador de los Premostratenses, sin su sucesor
Hugo de Fosses (+1164) esta fundación quizá no hubiese sobrevivido.
Introdujo costumbres escritas inspirándose en las cistercienses, instituyó
capítulos generales, reguló las relaciones con los obispos,
institucionalizó el orden, por lo que se puede considerar el verdadero
fundador. Norberto muere en Magdeburgo en 1134.
La dirección espiritual de casi todas las fundaciones
del Nuevo Monacato era al comienzo bastante vago. Suelen comenzar con una
fase eremítica contraseñada por extremas condiciones de pobreza.
Con respeto a la Regla muchos fundadores consideraron la .Regula Benedicti.
menos adaptada a su programa y orientación, por lo que prefieren la
de San Agustín, no por ser más severa sino porque les daba
más libertad para organizarse como querían. Los Gramontenses
de Esteban de Mireux y los Fontevalvrinos que tuvieron al comienzo reglas
propias, acabaron transformándose en congregaciones benedictinas.
Norberto elegirá una regla de San Agustín, el .Ordo Monasterii..
Tenemos un ejemplo curioso en Gilberto de Serpringham que funda hacia 1130
en Inglaterra un monasterio doble, que llegará a ser el centro de
la Congregación de los Gilbertinos. Gilberto había diseñado
un instituto bastante complejo, no sólo con monasterios masculinos
y femeninos, uno junto al otro, usando la misma iglesia que se construía
entre los dos conventos, impidiendo que una comunidad viese a la otra. Las
monjas observaron la Regla de San Benito, los canónigos seguían
la de San Agustín, y los hermanos y las hermanas laicas sus propias
constituciones.
Entre los grupos de eremitas del bosque de Colan, en Borgoña,
elegimos dos grupos bastante diversos: Los Certosinos fundados por Bruno
de Bolonia y los Cistercienses. Los Certosinos no quieren adoptar ninguna
regla antigua, mientras que los Cistercienses vuelven a una observancia más
estricta de la Regla de San Benito.
Los Cistercienses, la fundación de Cîteaux, serán
muy importantes en la Edad Media, eclipsando a todas las iniciativas hasta
aquí descritas, regularizando y clarificando las aspiraciones del
Nuevo Monacato. Las fuentes sobre sus inicios son numerosas distinguiéndose
de las de las demás órdenes de ese mismo período. No
existe una vida del fundador o de los primeros abades. Entre los documentos
de fundación del orden figuran cartas de los papas y de los legados
papales, y los documentos y privilegios que encontramos en el cartulario
del Monasterio de Molesme y de Cîteaux.
Tenemos sobre todo dos textos principales: uno narrativo llamado
Exordium parvum y un texto constitucional llamado Carta Caritatis. El Exordium
es una intoducción histórica sobre los inicios de Cîteaux,
a la constitución del Orden. La Constitución se encuentra en
la Carta Caritatis. Ninguna de ellas son obras en sí mismas, sino
que forman parte de un conjunto más amplio, de un Corpus Consuetudini,
un libro de los usos en el que la vida cisterciense encontraba su expresión
concreta. Hasta hace pocos decenios constituyeron materia de discusión
entre los especialistas. Lo que está claro es que estos textos han
tenido más de una redacción. La Carta Caritatis I sería
la que presentó el abad Esteban al papa Calixto II (1119). En la II
la posición de Cîteaux pasa a segunda línea en la relación
con otras instituciones tras el Capítulo General ya celebrado (1135-1149),
actualizándose la redacción.
Los comienzos de Cîteaux están marcados por el
carisma personal de los primeros abades, aunque no conocemos muchos detalles
de su biografía. El fundador es Roberto de Molesme, típico
representante del Nuevo Monacato del siglo XI, el cual ha vivido en mucho
monasterios que ha ido abandonando para encontrar su propia vocación.
Tras una fase de vida eremítica en el bosque de Colan, fundó
en 1075 un monasterio según sus ideas, el de Molesme. Estando descontento
con el desarrollo de su fundación, que poco a poco se alejaba del
ideal eremítico de soledad y pobreza, en 1098 abandona su fundación
con algunos de sus monjes y vuelve a comenzar desde el principio con la fundación
de Cîteaux en 1098. La Comunidad de Molesme y los nobles del lugar
deseaban el retorno de su abad, consiguiéndolo por medio de un decreto
pontificio, donde morirá en 1111.
El hecho nuevo de la convivencia de canónigos y religiosas
en la Edad Media, se trata en parte de un movimiento femenino, y los diversos
fundadores estarán atentos a este fenómeno por lo que fomentan
la institución de monasterios dobles. Los obispos han contemplado
este fenómeno con mucha preocupación.
Los cistercienses no tuvieron al comienzo una rama femenina,
pero a lo largo del XII y XIII muchos conventos benedictinos femeninos u
otros se asociaran al Orden Cisterciense, a pesar de que el Orden no las
quería. Un Capítulo General 1222 prohibió expresamente
la anexión de monasterios femeninos, pero sin tener éxito,
ya que no pocas comunidades femeninas obtuvieron directamente un privilegio
papal con el que se presentaron al Capítulo General de los Cistercienses
y les obligaron a concederles la anexión.
El sucesor de Roberto de Molesme en Cîteaux será
Alberico que dará una dirección estable a la Orden y una fisonomía
propia. En 1100 consigue la autonomia del monasterio por un privilegio romano.
Alberico dará también una Consuetudine, una forma propia de
vida, inspirándose en la Regla de San Benito, siendo una decidida
vuelta a la simplicidad de su Regla. Instala también un propio escritorio
con la finalidad de procurarse los propios libros de coro y libros para la
Lectio Divina, obteniendo así una independencia intelectual y litúrgica
de otros monasterios.
Decisiva fue también la obra del tercer abad de Cîteaux
Esteban Hardy (1109), un inglés que es calificado como el verdadero
fundador del Orden Cisterciense. Dio a la reforma una impronta claramente
reconocible sin destacarse del ideal de pobreza del Nuevo Monacato. Un criterio
esencial para él era la vuelta a una observancia más estricta
de la Regla de San Benito contra una tradición benedictina plurisecular.
Este principio de la .rectitudo Regole. o .puritas Regole.,
incluso .Regola ad literam., los primeros cistercienses lo han aplicado coherentemente
a todos los campos de la vida monástica, como por ejemplo a la liturgia
cuya simplificación era revolucionaria, la obligación para
todos del trabajo manual, la renuncia a las rentas procedentes de propiedades
de tierras cultivadas por campesinos dependientes, soledad, silencio y separación
del mundo. Los monasterios se construían de nuevo, según proyectos
de edificación muy similares, en lugares preferentemente desiertos,
con la iglesia destinada solamente a los monjes, sin campanario, sin órgano,
sin imágenes y sin esculturas. Los monasterios no eran accesibles
al público, mucho menos a las mujeres.
· Autonomía de cada una
de las abadías, siendo una reacción al sistema de los prioratos
y monasterios dependientes de la Congregación de Cluny.
· Principio de la filiación,
concepto nuevo en la tradición monástica, que significa una
relación permanente de la .casa madre. con la .abadía hija..
El abad de la .casa madre. tenía el derecho de visita canónica
de los monasterios fundados por su convento.
· El Capítulo General Anual
en Cîteaux en el que el abad de Cîteaux actuaba como presidente,
pero siendo sólo un .primus inter pares.. Las decisiones para toda
la Orden eran tomadas por los capitulares, que eran los abades de todos los
monasterios autónomos que debían participar.
El acontecimiento más clamorosa del abad Hardy fue la
entrada del noble Bernardo de Fontaines con 30 socios en la primavera de
1113. Este hecho de la entrada de San Bernardo cambió la situación
de Cîteaux, hasta ahora sólo sobrevivía por la falta
de vocaciones, desde ahora comenzará la expansión de la reforma.
Para las primeras fundaciones tienen particular importancia
dos Clairvaux (Claraval) y Morimond, ambas en 1115. Bernardo será
el primer abad de Claraval. En pocos años empieza una expansión
vertiginosa que en gran parte se atribuye a la fascinación de la personalidad
poliédrica de Bernardo de Claraval. A su muerte (+1153) Bernardo será
padre de 68 abadías hijas de Claraval, alas que se sumarán
las fundadas por las .hijas., un total de 164 abadías que forman la
genealogía de Claraval. Claraval tendrá en 1150, 200 monjes
y 300 hermanos conversos. En 1250 habrá 647 abadías cistercienses
en todas las artes de Europa y de los Estados Cruzados, con más de
20.000 monjes incluidos los conversos.
Bernardo era un personaje de fama mundial, no era sólo
un abad y un escritor espiritual de un refinamiento y profundidad raramente
alcanzada o superada, sino también uno de los más influyentes
hombres políticos de su tiempo, en continuo contacto con papas, emperadores,
reyes, obispos, príncipes... Era una excepción pero también
un ejemplo, ya que su carrera -es canonizado en 1174- demuestra cómo
el movimiento religioso del Nuevo Monacato que comenzó como un movimiento
de protesta, algunas veces anticlerical, desemboca con los Cistercienses
y otras órdenes en la Iglesia del XII y XIII dando a la Iglesia insignes
cardenales y papas.
Junto a las corrientes cenobítica y eremítica
del Nuevo Monacato surge el Movimiento de los Canónigos, frecuentemente
olvidado. Lo cierto es que fue más importante de lo que hoy se piensa,
estando todavía su estudio muy retrasado aun hoy. Podemos evidenciar
algunas fases de este Movimiento:
1. Distinción entre monjes y canónigos.
Se remonta a la Reforma Carolingia y aparece ya en el obispo de Cloredango
Metz (+766) el cual escribió una primera Regla para sus canónigos,
muy inspirada en la Regla de San Benito.
2. Sínodo de Aquisgrán (816, Ludovico
el Pío, 817-819), manteniendo la distinción monjes y canónigos.
Junto a decisiones sobre la observancia monástica publicó también
una Institutio Canonicorum. Los canónigos y las canónigas que
vivían según esta Regla de Aquisgrán no se obligaban
con un voto, ni estaban obligados a la pobreza personal. Consideraban como
su empeño llevar una vida en comunidad, una vida en varios aspectos
similar a la monástica, pero menos rigurosa. Su finalidad principal
era la liturgia solemne en la propia misa.
3. Durante la reforma eclesiástica del XI
comienza otra fase, manifestándose otro ideal, el ideal de la vita
communis con pobreza personal siguiendo el ejemplo de la Iglesia primitiva
de Jerusalén. El Sínodo Lateranense de 1059 puede situarse
en este contexto, fijando expresamente este ideal. Sus recomendaciones no
eran novedosas, ya en Alemania hacia el año 1000 se verificó
una restauración de la vida de los canónigos, siendo su característica
principal la relación de este movimiento alemán con la Iglesia
imperial sobre todo con los emperadores sálicos, destacando Hildeshein
y Bamberga que se transformarán en modelo para las comunidades de
canónigos con carácter cuasi monásticos. En Francia
y en Italia la reforma será un poco diversa, no está promovida
por los soberanos sino que toma su inspiración o del apoyo de un obispo
o de modelos eremíticos. En Italia un primer centro se sitúa
en Rávena, donde el obispo Juan de Cesena realizó hacia el
1042 una reforma del clero y de su diócesis, intentando separarse
de los monjes desarrollar una espiritualidad específica para
los clérigos; los canónigos se transforman en los verdaderos
imitadores de los Apóstoles. Propósitos similares tuvieron
lugar en Roma y sus contornos. Las ideas de Rávena fueron rápidamente
difundidas por Pier Damiani que sostenía que los canónigos
debían abandonar la Regla de Aquisgrán para retornar a la propia
fuente, es decir el ejemplo de la vida apostólica como viene descrita
en el libro de los Hechos, capítulo 4. Esta claro que la vida apostólica
era el objetivo eclesiástico papal desde 1059 que se desarrollará
en la Reforma Gregoriana. De suyo el papa Gregorio VII llevará a cabo
la cuasi asimilación de los canónigos a los monjes. Los resultados
prácticos eran escasos a finales del siglo XI. Un gran obstáculo
para esta difusión será la lucha de las investiduras, ya que
las colegiatas alemanas estaban muy unidas con el emperador.
4. Una etapa decisiva será el pontificado
de Urbano II (1088-1099). Este papa puso a muchas colegiatas reformadas bajo
la protección pontificia y desarrolló todo un programa de reforma
que asignaba a los canónigos un puesto bien claro y determinado en
toda la Iglesia. Encontramos estas ideas en el privilegio que concedió
a la colegiata de Rottenbuch en Baviera, donde aparece por primera vez una
explícita referencia a la observancia de la Regla de San Agustín.
Hasta este momento la Regla de San Agustín tenía un papel modesto
en el programa de los reformadores, pero con Urbano II se transforma en un
modelo de vida a imitar por los canónigos y sobre todo el autor de
una Regla para observar, como los monjes observan la Regla de San Benito.
Lo cierto es que la Regla de San Agustín no era una entidad homogénea,
substancialmente consistía de dos partes bastante diversas: el Preceptum,
que da más bien una orientación espiritual a la vida monástica,
con un sentido bastante moderado; y el Ordo Monasterii que está contraseñado
por breves formulaciones y prescripciones bastante ascéticas, que
hablan de ayuno, abstinencia, silencio, trabajo manual, largos oficios corales
nocturnos, contiene además una ordenación litúrgica
muy distinto del romano. Según L. Verheijen el Preceptum es de San
Agustín, pero el Ordo Monasterii no lo es, pudiendo ser de su discípulo
Alipius, del ambiente africano agustiniano. En el XI y XII ambos son considerados
textos agustinianos, aun captando la diversidad de los mismos. La diferencia
de las dos reglas provocó diferencias dentro del movimiento de los
canónigos. Un grupo consideró vinculante sólo la primera
parte, formando así el Ordo Antiquus de los canónigos. Otros
canónigos querían observar sólo la segunda parte y se
transformaron en el Ordo Novus. Es difícil decir hoy cuantas colegiatas
reformadas siguieron uno u otro Ordo. Los Premostratenses eligen el Ordo
Novus. En Alemania tendrá la prevalencia también el Novus.
En Francia, por medio de Italia se impondrá el Antiquus. En el siglo
XII aparecerá el Textus receptus de la Regla de San Agustín,
que se convertirá en la auténtica Regla para multitud de órdenes
masculinas y femeninas hasta nuestros días. La actual es el Preceptus
con la primera fase del Ordo Monasterii.
La multiplicidad y diversidad del Nuevo Monacato que se ha expresado
también en seguir tantas reglas, turbaron a no pocos contemporáneos
provocando duras afirmaciones críticas. Esto se comprende cuando se
ve la radicalidad con que los nuevos monjes intentaban llevar a cabo los
nuevos programas, sobre todo en los primeros tiempos. El canónigo
premostratense Anselmo de Havelberg hacia mediados del XII, se opuso a estas
críticas sosteniendo que la multiplicidad de formas religiosas en
la Iglesia no podía maravillar ya que con el progreso del tiempo deberían
multiplicarse aun más para renovar la juventud de la Iglesia.