DOMINGO DE PASCUA
DE RESURRECCIÓN
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
Para la Vigilia pascual se proponen nueve lecturas, es decir, siete del Antiguo
Testamento y dos del Nuevo. Si las circunstancias lo exigen, por causas particulares,
puede disminuirse el número de lecturas. Sin embargo, háganse
por lo menos tres lecturas del Antiguo Testamento, y en los casos más
urgentes, dos, antes de la Epístola y el Evangelio. Nunca se ha de
omitir la lectura del Exodo sobre el paso del Mar Rojo (tercera lectura).
Dios miró todo lo que había hecho
y vio que era muy bueno
Lectura del libro del Génesis 1, 1 -- 2, 2
Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe
y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios
se cernía sobre las aguas.
Entonces Dios dijo: «Que exista la luz.» Y la luz existió.
Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; y
llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo
una tarde y una mañana: este fue el primer día.
Dios dijo: «Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que
establezca una separación entre ellas.» Y así sucedió.
Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están
debajo de él, de las que están encima de él; y Dios
llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana:
este fue el segundo día.
Dios dijo: «Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están
bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme.» Y así sucedió.
Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y
Dios vio que esto era bueno. Entonces dijo: «Que la tierra produzca
vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre
la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro.» Y así
sucedió. La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según
su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla
adentro. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana:
este fue el tercer día.
Dios dijo: «Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir
el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días
y los años, y que estén como lámparas en el firmamento
del cielo para iluminar la tierra.» Y así sucedió. Dios
hizo los dos grandes astros -el astro mayor para presidir el día y
el menor para presidir la noche- y también hizo las estrellas. Y los
puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para presidir el
día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio
que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue
el cuarto día.
Dios dijo: «Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes
y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo.»
Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres
vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies
de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno. Entonces los bendijo,
diciendo: «Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas
de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra.» Así
hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día.
Dios dijo: «Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado,
reptiles y animales salvajes de toda especie.» Y así sucedió.
Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases
de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y
Dios vio que esto era bueno.
Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del
cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran
por el suelo.» Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó
a imagen de Dios, los creó varón y mujer.
Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense,
llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves
del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra.» Y
continuó diciendo: «Yo les doy todas las plantas que producen
semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla:
ellos les servirán de alimento. Y a todas la fieras de la tierra,
a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran
por el suelo, les doy como alimento el pasto verde.» Y así sucedió.
Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno.
Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día.
Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que
hay en ellos.
El séptimo día, Dios concluyó la obra que había
hecho, y cesó de hacer la obra que había emprendido.
Palabra de Dios.
O bien más breve:
Al principio Dios creó el cielo y la tierra
Lectura del libro del Génesis 1, 26-31a
Al principio, cuando Dios creó todas las cosas, dijo: «Hagamos
al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén
sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de
la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo.» Y Dios
creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó
varón y mujer.
Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense,
llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves
del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra.» Y
continuó diciendo: «Yo les doy todas las plantas que producen
semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla:
ellos les servirán de alimento. Y a todas la fieras de la tierra,
a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran
por el suelo, les doy como alimento el pasto verde.» Y así sucedió.
Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno.
Palabra de Dios.
SALMO 103, 1-2a. 5-6. 10. 12. 13-14ab. 24. 35
R. Señor, envía tu Espíritu y renueva la superficie
de la tierra.
Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
Estás vestido de esplendor y majestad
y te envuelves con un manto de luz. R.
Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:
¡no se moverá jamás!
El océano la cubría como un manto,
las aguas tapaban las montañas. R.
Haces brotar fuentes en los valles,
y corren sus aguas por las quebradas.
Las aves del cielo habitan junto a ellas
y hacen oír su canto entre las ramas. R.
Desde lo alto riegas las montañas,
y la tierra se sacia con el fruto de tus obras.
Haces brotar la hierba para el ganado
y las plantas que el hombre cultiva. R.
¡Qué variadas son tus obras, Señor!
¡Todo lo hiciste con sabiduría,
la tierra está llena de tus criaturas!
¡Bendice al Señor, alma mía! R.
O bien:
SALMO 32, 4-7. 12-13. 20. 22
R. La tierra está llena del amor del Señor.
La palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor. R.
La palabra del Señor hizo el cielo,
y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;
él encierra en un cántaro las aguas del mar
y pone en un depósito las olas del océano. R.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia!
El Señor observa desde el cielo
y contempla a todos los hombres. R.
Nuestra alma espera en el Señor:
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.
2
El sacrificio de Abraham,
nuestro padre en la fe
Lectura del libro del Génesis 22, 1-18
Dios puso a prueba a Abraham «¡Abraham!», le dijo.
El respondió: «Aquí estoy.»
Entonces Dios le siguió diciendo: «Toma a tu hijo único,
el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo
en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré.»
A la madrugada del día siguiente, Abraham ensilló su asno,
tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después
de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar
que Dios le había indicado. Al tercer día, alzando los ojos,
divisó el lugar desde lejos, y dijo a sus servidores: «Quédense
aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos
culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes.»
Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó
sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el
fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos.
Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: «¡Padre!»
El respondió: «Sí, hijo mío.»
«Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde
está el cordero para el holocausto?»
«Dios proveerá el cordero para el holocausto», respondió
Abraham. Y siguieron caminando los dos juntos.
Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió
un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre
el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó
el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor
lo llamó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!»
«Aquí estoy», respondió él.
Y el Ángel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni
le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque
no me has negado ni siquiera a tu hijo único.»
Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos
enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció
en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó a ese lugar: «El
Señor proveerá», y de allí se origina el siguiente
dicho: «En la montaña del Señor se proveerá.»
Luego el Ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham
desde el cielo, y le dijo: «Juro por mí mismo -oráculo
del Señor- : porque has obrado de esa manera y no me has negado a
tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré
tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está
a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de
sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones
de la tierra, ya que has obedecido mi voz.»
Palabra de Dios.
O bien más breve:
Lectura del libro del Génesis 22, 1-2. 9a.
10-13. 15-18
Dios puso a prueba a Abraham «¡Abraham!», le dijo.
El respondió: «Aquí estoy.»
Entonces Dios le siguió diciendo: «Toma a tu hijo único,
el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo
en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré.»
Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió
un altar, dispuso la leña, extendió su mano y tomó el
cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor lo
llamó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!»
«Aquí estoy», respondió él.
Y el Ángel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni
le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque
no me has negado ni siquiera a tu hijo único.»
Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos
enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció
en holocausto en lugar de su hijo.
Luego el Ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham
desde el cielo, y le dijo: «Juro por mí mismo -oráculo
del Señor- : porque has obrado de esa manera y no me has negado a
tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré
tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está
a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de
sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones
de la tierra, ya que has obedecido mi voz.»
Palabra de Dios.
SALMO 15, 5. 8-11
R. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas
y todo mi ser descansa seguro:
porque no me entregarás a la Muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.
3
Los israelitas entraron a pie en el cauce del mar
Lectura del libro del Exodo 14, 15-15, 1a
El Señor dijo a Moisés: «Ordena a los israelitas que
reanuden la marcha. Y tú, con el bastón en alto, extiende tu
mano sobre el mar y divídelo en dos, para que puedan cruzarlo a pie.
Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, y ellos entrarán
en el mar detrás de los israelitas. Así me cubriré de
gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de sus carros
y de sus guerreros. Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando
yo me cubra de gloria a expensas del Faraón, de sus carros y de sus
guerreros.»
El Ángel de Dios, que avanzaba al frente del campamento de Israel,
retrocedió hasta colocarse detrás de ellos; y la columna de
nube se desplazó también de adelante hacia atrás, interponiéndose
entre el campamento egipcio y el de Israel. La nube era tenebrosa para unos,
mientras que para los otros iluminaba la noche, de manera que en toda la
noche no pudieron acercarse los unos a los otros.
Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor
hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este, que sopló toda
la noche y transformó el mar en tierra seca. Las aguas se abrieron,
y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban
una muralla, a derecha e izquierda. Los egipcios los persiguieron, y toda
la caballería del Faraón, sus carros y sus guerreros, entraron
detrás de ellos en medio del mar.
Cuando estaba por despuntar el alba, el Señor observó las tropas
egipcias desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión
entre ellos. Además, frenó las ruedas de sus carros de guerra,
haciendo que avanzaran con dificultad.
Los egipcios exclamaron: «Huyamos de Israel, porque el Señor
combate en favor de ellos contra Egipto.»
El Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar,
para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros.»
Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar
volvió a su cauce. Los egipcios ya habían emprendido la huida,
pero se encontraron con las aguas, y el Señor los hundió en
el mar. Las aguas envolvieron totalmente a los carros y a los guerreros de
todo el ejército del Faraón que habían entrado en medio
del mar para perseguir a los israelitas. Ni uno solo se salvó. Los
israelitas, en cambio, fueron caminando por el cauce seco del mar, mientras
las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda.
Aquel día, el Señor salvó a Israel de las manos de los
egipcios. Israel vio los cadáveres de los egipcios que yacían
a la orilla del mar, y fue testigo de la hazaña que el Señor
realizó contra Egipto. El pueblo temió al Señor, y creyó
en él y en Moisés, su servidor.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del
Señor:
SALMO Ex 15, 1b-6. 17-18
R. Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria.
«Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria:
él hundió en el mar los caballos y los carros.
El Señor es mi fuerza y mi protección,
él me salvó.
El es mi Dios y yo lo glorifico,
es el Dios de mi padre y yo proclamo su grandeza. R.
El Señor es un guerrero,
su nombre es "Señor".
El arrojó al mar los carros del Faraón y su ejército,
lo mejor de sus soldados se hundió en el Mar Rojo. R.
El abismo los cubrió,
cayeron como una piedra en lo profundo del mar.
Tu mano, Señor, resplandece por su fuerza,
tu mano, Señor, aniquila al enemigo. R.
Tú llevas a tu pueblo,
y lo plantas en la montaña de tu herencia,
en el lugar que preparaste para tu morada,
en el Santuario, Señor, que fundaron tus manos.
¡El Señor reina eternamente!» R.
4
Se compadeció de ti con amor eterno tu redentor, el Señor
Lectura del libro del profeta Isaías 54, 5-14
Tu esposo es aquel que te hizo: su nombre es Señor de los ejércitos;
tu redentor es el Santo de Israel: él se llama «Dios de toda
la tierra.»
Sí, como a una esposa abandonada y afligida te ha llamado el Señor:
«¿Acaso se puede despreciar a la esposa de la juventud?»,
dice el Señor. Por un breve instante te dejé abandonada, pero
con gran ternura te uniré conmigo; en un arrebato de indignación,
te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti
con amor eterno, dice tu redentor, el Señor.
Me sucederá como en los días de Noé, cuando juré
que las aguas de Noé no inundarían de nuevo la tierra: así
he jurado no irritarme más contra ti ni amenazarte nunca más.
Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se
apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor,
que se compadeció de ti.
¡Oprimida, atormentada, sin consuelo! ¡Mira! Por piedras, te
pondré turquesas y por cimientos, zafiros; haré tus almenas
de rubíes, tus puertas de cristal y todo tu contorno de piedras preciosas.
Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será
grande la paz de tus hijos. Estarás afianzada en la justicia, lejos
de la opresión, porque nada temerás, lejos del temor, porque
no te alcanzará.
Palabra de Dios.
SALMO 29, 2. 4-6. 11-12a. 13b
R. Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste.
Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. R.
Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría. R.
Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor.
Tú convertiste mi lamento en júbilo.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!
R.
5
Vengan a mí y vivirán.
Yo haré con ustedes una alianza eterna
Lectura del libro del profeta Isaías 55, 1-11
Así habla el Señor:
¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero,
venga también! Coman gratuitamente su ración de trigo, y sin
pagar, tomen vino y leche. ¿Por qué gastan dinero en algo que
no alimenta y sus ganancias, en algo que no sacia? Háganme caso, y
comerán buena comida, se deleitarán con sabrosos manjares.
Presten atención y vengan a mí, escuchen bien y vivirán.
Yo haré con ustedes una alianza eterna, obra de mi inquebrantable
amor a David. Yo lo he puesto como testigo para los pueblos, jefe y soberano
de naciones. Tú llamarás a una nación que no conocías,
y una nación que no te conocía correrá hacia ti, a causa
del Señor, tu Dios, y por el Santo de Israel, que te glorifica.
¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo
mientras está cerca! Que el malvado abandone su camino y el hombre
perverso, sus pensamientos; que vuelva al Señor, y él le tendrá
compasión, a nuestro Dios, que es generoso en perdonar. Porque los
pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes
son mis caminos -oráculo del Señor -. Como el cielo se alza
por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos
a los caminos y a los pensamientos de ustedes.
Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a
él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar,
para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así
sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril,
sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le
encomendé.
Palabra de Dios.
SALMO Is 12, 2-6
R. Sacarán aguas con alegría
de las fuentes de la salvación.
Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación. R.
Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre. R.
Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti
el Santo de Israel! R.
6
Camina hacia el resplandor, atraído por su luz
Lectura del libro del profeta Baruc 3, 9-15. 32-4,
4
Escucha, Israel, los mandamientos de vida; presta atención para aprender
a discernir. ¿Por qué, Israel, estás en un país
de enemigos y has envejecido en una tierra extranjera? ¿Por qué
te has contaminado con los muertos, contándote entre los que bajan
al Abismo? ¡Tú has abandonado la fuente de la sabiduría!
Si hubieras seguido el camino de Dios, vivirías en paz para siempre.
Aprende dónde está el discernimiento, dónde está
la fuerza y dónde la inteligencia, para conocer al mismo tiempo dónde
está la longevidad y la vida, dónde la luz de los ojos y la
paz.
¿Quién ha encontrado el lugar de la Sabiduría, quién
ha penetrado en sus tesoros? Pero el que todo lo sabe, la conoce, la penetró
con su inteligencia; el que formó la tierra para siempre, y la llenó
de animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y ella sale,
la llama, y ella obedece temblando. Las estrellas brillan alegres en sus
puestos de guardia: él las llama, y ellas responden: «Aquí
estamos», y brillan alegremente para aquel que las creó.
¡Este es nuestro Dios, ningún otro cuenta al lado de él!
El penetró todos los caminos de la ciencia y se la dio a Jacob, su
servidor, y a Israel, su predilecto. Después de esto apareció
sobre la tierra, y vivió entre los hombres.
La Sabiduría es el libro de los preceptos de Dios, y la Ley que subsiste
eternamente: los que la retienen, alcanzarán la vida, pero los que
la abandonan, morirán.
Vuélvete, Jacob, y tómala, camina hacia el resplandor, atraído
por su luz. No cedas a otro tu gloria, ni tus privilegios a un pueblo extranjero.
Felices de nosotros, Israel, porque se nos dio a conocer lo que agrada a
Dios.
Palabra de Dios.
SALMO 18, 8-11
R. Señor, tú tienes palabras de Vida eterna.
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo del panal. R.
7
Yo los rociaré con agua pura
y les daré un corazón nuevo
Lectura de la profecía de Ezequiel 36, 17a.
18-28
La palabra del Señor me llegó en estos términos.
Hijo de hombre, cuando el pueblo de Israel habitaba en su propio suelo, lo
contaminó con su conducta y sus acciones. Entonces derramé
mi furor sobre ellos, por la sangre que habían derramado sobre el
país y por los ídolos con que lo habían contaminado.
Los dispersé entre las naciones y ellos se diseminaron por los países.
Los juzgué según su conducta y sus acciones. Y al llegar a
las naciones adonde habían ido, profanaron mi santo Nombre, haciendo
que se dijera de ellos: «Son el pueblo del Señor, pero han tenido
que salir de su país.» Entonces yo tuve compasión de
mi santo Nombre, que el pueblo de Israel profanaba entre las naciones adonde
había ido.
Por eso, di al pueblo de Israel: Así habla el Señor : Yo no
obro por consideración a ustedes, casa de Israel, sino por el honor
de mi santo Nombre, que ustedes han profanado entre las naciones adonde han
ido. Yo santificaré mi gran Nombre, profanado entre las naciones,
profanado por ustedes. Y las naciones sabrán que yo soy el Señor
-oráculo del Señor- cuando manifieste mi santidad a la vista
de ellas, por medio de ustedes.
Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos
los países y los llevaré a su propio suelo. Los rociaré
con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré
de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.
Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu
nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les
daré un corazón de carne.
Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis
preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. Ustedes habitarán
en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo
y yo seré su Dios.
Palabra de Dios.
SALMO 41, 3. 5bcd; 42, 3-4
R. Como la cierva sedienta busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira por ti, mi Dios.
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios? R.
¡Cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta! R.
Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas. R.
Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,
Señor, Dios mío. R.
O, cuando se administra el bautismo, después de la quinta lectura
puede leerse el siguiente salmo responsorial:
SALMO Is 12, 2-6
R. Sacarán aguas con alegría
de las fuentes de la salvación.
Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación. R.
Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre. R.
Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti
el Santo de Israel! R.
O bien:
SALMO 50, 12-15. 18-19
R. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti. R.
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado. R.
EPÍSTOLA
Cristo, después de resucitar, no muere más
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma
6, 3-11
Hermanos:
¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús,
nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él
en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria
del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la
suya, también nos identificaremos con él en la resurrección.
Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él,
para que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos
de ser esclavos del pecado. Porque el que está muerto, no debe nada
al pecado.
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con
él. Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más,
porque la muerte ya no tiene poder sobre él. Al morir, él murió
al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. Así
también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para
Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
SALMO 117, 1-2. 16-17. 22-23
R. Aleluia, aleluia, aleluia.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor! R.
La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.
No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor. R.
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos. R.
EVANGELIO
¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
24, 1-12
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro
con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida
la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor
Jesús.
Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres
con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían
a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Porqué
buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí,
ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún
estaba en Galilea: "Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en
manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día"»
Y las mujeres recordaron sus palabras.
Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los
demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre
de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas
contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que
deliraban y no les creyeron.
Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro,
y al asomarse, no vio mas que las sábanas. Entonces regresó
lleno de admiración por lo que había sucedido.
Palabra del Señor.