NICOLAS II
1058-1061 d.C.
El nuevo Papa, Gerhard
de Burgundia, obispo de Florencia, reunió enseguida un concilio para
resolver definitivamente la cuestión de la elección pontificia.
Según las normas fijadas por el concilio, el clero y el pueblo no podían
elegir más que a los cardenales, los cuales a su vez, podían
designar al futuro Papa.
El emperador tenía derecho a confirmar la elección,
si la Santa Sede le otorgaba expresamente este derecho. La elección
era menester se realizara en Roma y el Pontífice tenía que pertenecer
al clero romano. Si las condiciones no lo permitían, las elecciones
podían efectuarse en otra ciudad. Las medidas tomadas por el concilio
eran trascendentales y evitaban la ingerencia de las familias aristocráticas
romanas y también del emperador, independizando por completo el poder
espiritual.
Otro acto importante del nuevo Pontífice fue la alianza
con los normandos. Roberto Guiscard, el jefe de los nuevos bárbaros
del Norte establecidos en el sur de Italia, recibió de Nicolás
II el título de duque y prestó al Papa juramento de fidelidad
(tratado de Melfi, julio de 1059). El emperador, ofendido por el tratado de
Melfi, anuló la resolución del concilio de Roma, pero el Papa
desafió al emperador en su lecho de muerte y volvió a confirmar
lo decidido en Roma.
Por Testamento había nombrado a Hildebrando "cardenal
archidiácono de la Iglesia de Roma", es decir, único representante
autorizado para tratar en nombre de la Iglesia.