SAN NICOLÁS DE FLUE
1487 d.C.
21 de marzo
Nicolás significa: "Vencedor,
o victorioso". Flue es un pueblo de Suiza. Es uno de los santos más
famosos y estimados de Suiza. Desde cuando era muy pequeño su madre
lo hizo pertenecer a una asociación piadosa llamada: "los amigos de
Dios", y aquella institución religiosa lo enfervorizó mucho
porque recomendaba insistentemente a sus socios que meditaran con frecuencia
en la Pasión y Muerte de Jesús y que se esforzaran por vivir
como dignos seguidores de Cristo.
Nicolás se enroló en el ejército para defender
a su patria, y llegó a ser capitán. Después se casó
y tuvo dos hijos, uno de los cuales llegó a ser un santo sacerdote,
y el otro fue nombrado alcalde. En su matrimonio seguía siendo Nicolás
un hombre sumamente piadoso. Dice el hijo sacerdote: "Mi padre se acostaba
temprano después de haber hecho que sus hijos y sus empleados rezaran
las oraciones de la noche. Y muy de madrugada yo sentía que él
se levantaba muy pasito y se dedicaba a rezar hasta el amanecer. Siempre
que pasaba frente a un templo abierto entraba a orar, y cada día salía
de casa por unos minutos para ir a visitar a Jesús en el Santísimo
Sacramento en la iglesia".
Cuando tenía 50 años sintió una inspiración
de Dios para dejar sus empleos oficiales y sus comodidades e irse a orar
y a meditar en la soledad. De acuerdo con su santa esposa se separó
de ella, y vestido de monje se fue en soledad a dedicarse a la oración
y a la meditación.
Quiso irse a otro país pero cuando iba llegando a la
frontera se encontró con un campesino que también pertenecía
a la asociación "Amigos de Dios", el cual le dijo que debía
quedarse en su propia patria rezando y haciendo penitencia por sus paisanos.
Nicolás estaba indeciso pero entonces se desató una tormenta
tan espantosa en el camino por donde él iba a seguir y caían
rayos tan tremendos allí adelante, que consideró todo esto
como una señal de Dios y se volvió a seguir viviendo en su
tierra.
Por el camino sufrió un cólico con unos dolores
de estómago tan espantosos que creyó morir. Se encomendó
a Dios y el mal desapareció, pero desde ese día perdió
por completo el apetito y en adelante vivió de tal manera sin comer
ni beber casi nada, que nadie lograba explicarse cómo podía
vivir así.
Se fue a una alta montaña junto a un nacedero de agua
y allí en una cueva pasó sus últimos 19 años
rezando, meditando y haciendo penitencia. Desde la madrugada hasta la una
de la tarde se dedicaba a orar y meditar. Luego, desde la una hasta las seis
dedicaba su tiempo a dar consejos a las numerosas personas que iban a consultarle,
y después desde las seis hasta las nueve seguía orando.
Dios le concedió el don de saber aconsejar. A un amigo
suyo le contó que había pedido mucho al Señor este don
y que lo había logrado conseguir de su divina bondad. Grandes multitudes
se sentían atraídas por este hombre a quien nadie veía
comer ni beber y que era de muy pocas palabras, pero que las pocas palabras
que decía le llegaban a uno al alma y lo transformaban. A los que
iban sólo por curiosidad no les decía ni una palabra y los
despachaba sin darles consejos. A quienes le preguntaban cómo lograba
subsistir así sin casi alimentarse, les respondía: "Dios sabe
cómo". Las autoridades ponían detectives en los caminos para
averiguar quién le llevaba alimentos, pero no encontraban a nadie.
Con los regalos de los fieles hizo construir una capilla y allí
a esa altura iba cada día un sacerdote y le celebraba la misa y le
daba la comunión. Los distintos partidos y estados de Suiza estaban
tremendamente divididos y había el grave peligro de que se desatara
una sangrienta guerra civil. Nadie los lograba poner de acuerdo. Al fin a
algunos se les ocurrió que llamaran a Nicolás. Este bajó
de la montaña y de tal manera supo aconsejar sumamente bien a los
unos y a los otros que se logró firmar la paz y se evitó la
guerra entre paisanos. El senado de la nación dio un decreto alabando
a Nicolás y dándole gracias por su mediación y allí
se dice: "Este hombre de Dios recomienda a todos la paz, y la logra conseguir".
Nicolás volvió a su montaña a orar, meditar
y aconsejar, y el día en que cumplió sus setenta años
murió plácidamente. Desde entonces los católicos de
Suiza lo consideran como un santo y empezaron a conseguir favores del cielo
encomendándose a este su santo paisano.
El Sumo Pontífice lo declaró santo y nosotros
le pedimos al buen San Nicolás que nos consiga de Dios el don de saber
aconsejar bien y de ser instrumentos que lleven la paz a los demás
y que en nuestro país no haya más violencia sino amor verdadero
de buenos hermanos y paisanos.