SANTA EDUWIGES
NOVENA



ACTO DE CONTRICIÓN

   Señor mío Jesucristo, hijo verdadero del Eterno Padre, que haciéndole cargo de las deudas del mundo; a quien ninguna criatura era capaz de satisfacer; determinaste hecho hombre, pagar a la Divina Justicia, por todas ellas dando en la Cruz el precio de tu vida y con ella el caudal todo de tu Sangre Santísima. Conozco que como ingrato a tanto beneficio, me he adeudado con nuevas culpas, agraviando tu inmensa bondad.

   Pero ya mi Jesús, Redentor mío, recurro arrepentido al tribunal de tu gran misericordia. Protesto que me pesa en el alma de todos mis pecados, y considerando que han sido ofensas con que he menospreciado tu bondad, soberanía y amor, los detesto con todo el corazón. Y fiado en este mismo amor, con que aún desmereciéndolo, deseas mi bien; te pido perdón de todas ellas, proponiendo firmemente, enmendar mi vida y esperando que me has de recibir en tu gracia en la que deseo perseverar hata la muerte. Pequé Señor, ten misericordia de mí.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

   Clementísimo Dios, caridad infinita, que amaste tanto al mundo como lo prueba la dádiva graciosa de vuestro Unigénito Hijo que fue el precio de nuestra redención y cuyos infinitos méritos son destinados para que los pecadores arrepentidos que acuden a vuestra misericordia, sean libres de las espirituales deudas, por las que la justicia vuestra las ejecuta.

   Agradezco Señor tanta fineza y juntamente os bendigo por la providencia que tuvisteis aún de nuestras temporales deudas enviando al mundo a vuestra amada sierva Santa Eduwigis, que llena de caridad, se constituyó protectora de los adeudados insolventes, satisfaciendo por ellos a los acreedores que los oprimían. Ruego Señor Dios mío, Padre de las misericordias; que atendiendo a los méritos y súplicas de la Santa, nos perdones nuestros pecados, así mismo libréis de las deudas que por su necesidad han contraído con los hombres tantos pobres. Por éstos os pido, y como Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que es el consuelo de los atribulados; os ruego para que proveyéndoles de los medios que se necesitan, busquen, ya consolados el bien de sus almas y logren, con vuestra gracia gozaros eternamente en la gloria.


PRIMER DÍA

   Gloriosa princesa Santa Eduwigis, que prevenida de Dios con bendiciones de dulzura entraste en el mundo y en medio de la grandeza que te ofrecía el palacio de las delicias que correspondía a tu estado y de las lisonjas con que los cortesanos te aplaudían, supisteis desde tus tiernos años cultivar en tu alma las heroicas virtudes, las que con la divina gracia practicaste en el estado de tu matrimonio, estudiando humildad, paciencia y oración, educando santamente a tus hijos y unida en verdadera caridad con tu esposo, socorriendo con limosnas libremente a los necesitados y desvalidos; te suplico, Santa mía, que te dignes admitirme entre tus pobres, alcanzándome de Dios los socorros espirituales que necesito para el cumplimiento de mis obligaciones y el favor que por tu medio solicito a mayor gloria suya. Amén.

(Tres Padres Nuestros y Tres Aves María con Gloria al Padre).


ORACIÓN FINAL

   Bienaventurada Santa Eduwigis, princesa piadosísima; conociendo que en tu vida fuiste madre amorosa de afligidos menesterosos, y que en el Cielo que se ha perfeccionado tu piedad, a ésta acude mi confianza, pues no ignoras mi desconsuelo, te suplico Santa admirable me alcances el remedio si me conviene del Señor de quien oíste, cuando contemplándolo en la Cruz, le hacías tus deprecaciones estas dulces palabras: "He escuchado tu oración, alcanzarás lo que me pidas". Pídele pues, Santa mía, para el bien de mi alma eficaces auxilios y gracias que por tu intercesión solicito.

(Aquí se hace la petición y después se prosigue)

   Esto te pido, gloriosa Santa, en cuanto fuere servicio del Señor, dispuesto a padecer trabajos en esta vida los que quisiera enviarme, para los cuales solamente te ruego, me alcances conformidad y resignación en su santísima voluntad. Te encomiendo así mismo el estado de su Santa Iglesia, la extirpación de las herejías, la conversión de los pecadores, la paz de la Iglesia Católica, la libertad de las almas del purgatorio y finalmente el remedio de los huérfanos, viudas, encarcelados, enfermos, adeudados y todo género de pobres, esperando por tu intercesión los bienes espirituales que debemos desear y los temporales subsidios que hemos menester para servir a nuestro Dios a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

   A Eduwigis confiados vendremos a aliviar nuestra pena y dolor porque en ella constante hallaremos caridad, bendiciones y amor.



SEGUNDO DÍA

Gloriosa princesa Santa Eduwigis, que enamorada de la virtud, de la castidad y deseosa de hacer ese obsequio a la madre de la pureza, María Santísima, con consentimiento de tu esposo te obligaste a ella por voto que observaste por espacio de casi treinta años y viviendo en la tierra como ángel, tenías más continuada tu conversación en los Cielos, donde lograbas las caricias del Divino Esposo y te valías de su dignación para el alivio de los miserables. Pues eres tan favorecida, alcánzame de su Majestad pureza de alma y con ella los subsidios que necesito, así como para conservarla como para no quebrabtar por mis trabajos, sus santos mandamientos. Todo lo espero de tu compasión y por tu medio el favor que ahora solicito a mayor gloria de Dios. Amén.  (Todo como en el primer día).


TERCER DÍA

   Gloriosa princesa Santa Eduwiges, que habiendo fundado un monasterio de religiosas, como si fueras una de ellas, te agregaste a su número para servirlas, enfervorizarlas y asistirlas en sus enfermedades. Ni se contenía en el claustro tu caridad; toda se introducía en los hospitales ministrándoles por tu mano la medicina a los dolientes, abrías las cárceles dando libertad a los que por las deudas, estaban presos y socorrías a los mendigos, dándoles el necesario sustento. Pues tienes Santa mía, presentes mis cuidados; envíame el socorro que me convenga para mi alivio, pídele a Dios me otorgue el favor que le suplico por tu medio, a mayor gloria suya. Amén. (Todo como en el primer día).


CUARTO DÍA

   Gloriosa Santa Eduwigis, que realizando tu misericordia con la más pura caridad hallaste modo de imitar al Divino Esposo, señalándote trece pobres que representasen a tu amado Jesús y a sus doce apóstoles, a los cuales diariamente obsequiabas sirviéndoles la mesa, besándoles los pies y llevándolos siempre en tu compañía a donde quiera que te llevaba tu piedad. Esta imploro, Santa benignísima ya que por mis maldades no merezco hallarme entre el número de estos tus dichosos familiares, hazme participante siquiera de las migajas que caen en tu espléndida mesa pues éstas me bastan para mi remedio, suponiendo que con esta limosna vienen los efectos de tu poderosa intercesión por la que espero el favor que pido a la Divina Majestad a la mayor gloria suya. Amén. (Todo como en el primer día).


QUINTO DÍA

   Gloriosa princesa Santa Eduwigis, que habiéndote quitado la muerte, la dulce compañía de tu esposo, repitió golpes más dolorosos con la trágica muerte del hijo primogénito, a quien en la flor de su edad, despojaron de la vida sus enemigos en la guerra.

   Admiro tu resignación a la Divina Voluntad cuyas disposiciones adorabas dando gracias al Señor por los trabajos con que ejercitaba tu paciencia y cuidando de las almas de tan amadas prendas, les enviabas espirituales socorros a la cárcel del purgatorio para su rescate, espero que, ayudado de tus ruegos haré méritos de mis adversidades y lograré la dicha de ir al purgatorio, donde también experimentaré tus piedades que desde ahora, para entonces solicito y al presente el favor que deseo a mayor gloria de Dios. Amén. (Todo como en el primer día).


SEXTO DÍA

Gloriosa princesa Santa Eduwigis, que considerándote, por tu grande humildad y deudora a la justicia de Dios abrazaste la penitencia para pagar con ayunos, silicios, vigilias, disciplinas y austeridades continuas por las culpas que no debías. Más como no necesitas para este fin de aquel caudal, habiendo sido tu alma hoguera del Divino Amor que no permitió en ella bastardo afecto, pero que usando de misericordia, socorras con él a los que cargados de culpas, en vez de satisfacer por las pasadas, se adeudan más y más cada día con peligro de su salvación. Conozco que como deudor insolvente debe, temer cuando me ejecute la justicia de Dios; más teniendo en tus méritos mucho con que pagar y voluntad de ti para favorecerme con ellos, quiero usar de tu misericordia y en nombre tuyo, comienzo detestando mis culpas y deseando amar a Dios sobre todas las cosas, espero el cumplimiento de mi petición a mayor gloria de Dios. Amén. (Todo como en el primer día).


SÉPTIMO DÍA

   Gloriosa princesa Santa Eduwigis, que dándoles Dios licencia a tres infernales espíritus para que te atormentasen en el cuerpo, ellos lo ejecutaron conforme a su rabia y al odio que tenían por tu santidad, sintiendo que tu compasión les estorbase las presas que se aseguraban en los miserables, quienes por remediar los infortunios, atropellando la Ley Divina, vivían en desgracia de Dios si tú no les socorrías en sus necesidades.

   Pero aunque padecías gustosa por tu Dios y deseabas por amor suyo sufrir más, por fin vencías con el santo nombre de Jesús. Te ruego Santa admirable, que ayudes a vencer éstos mis enemigos, que combatiéndome con tentaciones me facilitan el alivio, del cuerpo a precio de las ofensas a Dios, para que cumpliendo la necesidad no precipite en tanto mal; dáme el remedio de ella juntamente con el cumplimiento de mi deseo a mayor gloria de Dios. Amén (Todo como en el primer día).


OCTAVO DÍA

   Gloriosa princesa Santa Eduwigis, que repudiando las mundanas glorias, pusiste en el Divino Esposo todo su amor y teniendo en comunicación tus delicias, gastabas largas horas en la contemplación de sus soberanos misterios muy especialmente en el de nuestra redención, piélago en que abnegado tu espíritu, no hallabas afecto ni expresiones para alabar tan incomparables beneficios, y aprendiendo caridad en ésta escuela, te constituiste redentora de todos los desvalidos, a quienes, con tus limosnas, eran el remedio de sus miserias, los quitabas de los peligros en que se hallaban, de ofender a Dios; te suplico Santa prodigiosa, me quites las penas que en mi estado experimento y quizá impedirán el cumplimiento de la Divina Ley, así mismo me alcances de Dios la gracia que te pido a mayor gloria suya. Amén. (Todo como en el primer día).


NOVENO DÍA

   Gloriosa princesa Santa Eduwigis, que llegado el término de tu destierro, noticiosa el día de tu tránsito a la eternidad, te preveniste con los santos sacramentos de la Iglesia y empuñando la imagen de María Santísima, que quisiste te acompañara en el sepulcro, como en la vida te había acompañado. Por la cordial devoción que desde tu niñez profesaste a la Gran Señora, esperaste al Divino Esposo el que, con la comitiva de sus cortesanos, vino a recibir tu espíritu,  pasando por una preciosísima muerte, comenzaste a reinar con Dios, para siempre en el Cielo, en donde te complaces en patrocinar al mundo que fue teatro de tus piedades. No apartes de mí los ojos, pues llevando miserias, están éstas clamando a ti por su remedio. Sientan pues, los miserables, los adeudados, los encarcelados y todo género de pobres, los afectos de tus compasivas entrañas; a las que, confiando recurro en las circunstancias presentes esperando el concuelo que pido a mayor gloria de Dios. Amén. (Todo como en el primer día).


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(Samuel Miranda)