NUESTRA SEÑORA DE JUQUILA
8 de diciembre
Virgen de Juquila o Nuestra
Señora de Juquila, es un culto mariano de la Virgen María bajo
la advocación de la Limpia y Pura Concepción con el título
de Juquila, originario de la población del mismo nombre. Su santuario
se halla localizado en la población de Santa Catarina Juquila, en
el estado de Oaxaca, México. Su fiesta se celebra el 8 de diciembre
con música típica, bailes tradicionales y festejos de gran
colorido. La descripción de la imagen. Tiene una tercia de vara (30
centímetros ) y el grueso de 2 dedos (4 centímetros aproximadamente
y 15 cm de ancho del vestido), viste una túnica, sobre la que cae
el manto que se desprende de los hombros y se tercia airosamente bajo el
brazo izquierdo. El cabello se extiende sobre el ropaje, las manos están
unidas ante el pecho y los ojos modestamente inclinados. Estos rasgos los
comparte con la imagen de la Virgen de los Remedios de Santiago Jamiltepec,
sin embargo la imagen de Jamiltepec es de tez blanca.
La comunidad de Santa Catarina Juquila, se fundó en el
año de 1272. Según textos antiguos, los primeros habitantes
vinieron de la región de la mixteca, quienes se establecieron a las
orillas de un caudaloso río que les proporcionaba las condiciones
apropiadas para un buen desarrollo, empezando a poblar lo que en la actualidad
es Juquila. En 1725 por su importancia religioso – turística se le
dio la categoría de cabecera municipal y distrito político.
De acuerdo con anécdotas de los abuelos y de diversas historias, Juquila
fue una jurisdicción de vasallaje de Tututepec, en 1526. Con la llegada
de Fray Jordán de Santa Catalina aún pueblo de nombre Amialtepec,
quien durante su estancia ocupó los servicios de un humilde campesino
a quien educó religiosamente. Cuando llegó el momento de que
Fray Jordán regresara a su lugar de origen y tenía que pagarle
al humilde campesino, le regaló en recompensa una imagen de la Purísima
Concepción (la cual fue tallada en España), advirtiéndole
que tenía que venerarla como le había enseñado, la imagen
fue colocada en el jacal del humilde campesino. Cuentan que un día
el jacal se incendió y se redujo a cenizas, presentando la imagen
solo ligeras quemaduras, posteriormente acontecieron diversos milagros de
los cuales se enteraron los pueblos circunvecinos y así fue como habitantes
de Juquila se organizaron para trasladar la imagen a su comunidad. Así
es como se inicia el nacimiento de un pueblo religioso, hasta llegar a la
construcción del santuario donde actualmente se continúa venerando
esta imagen, realizando sus festividades y actos religiosos el 8 de diciembre.
Por haber comenzado a darse culto en este tiempo a la virgen
de Juquila, se hace necesario tejer su historia de bastante interés
para el pueblo Oaxaqueño. Con el nombre de Juquila se conoce la pequeña
imagen de la madre de Dios, generalmente venerada y visitada desde entonces
año por año, por miles de devotos. Tiene una tercia de vara
(30 centímetros) y el grueso de 2 dedos (4 centímetros aproximadamente
y 15 cm de ancho del vestido), viste una túnica sobre la que cae el
manto que se desprende de los hombros y se tercia airosamente bajo el brazo
izquierdo. El cabello se extiende sobre el ropaje, las manos están
unidas ante el pecho y los ojos modestamente inclinados. Perteneció
primeramente a Fray Jordán de Santa Catalina, pasando luego por donación
de este religioso al poder de un indio natural de Amialtepec, piadoso y gran
devoto de María.
Los vecinos de Amialtepec, donde la llevó su nuevo dueño,
cobraron a la imagen singular afecto visitándola con frecuencia e
invocándola en sus necesidades, Sin duda aquellas peticiones fueron
bien acogidas por la reina de los cielos, pues se contaban maravillas obradas
por su intercesión, y tanto, que pronto la fama voló por los
pueblos circunvecinos y aún llegó a lugares distintos de donde
partían devotos peregrinos para visitar el jacal de Amialtepec que
guardaba la santa imagen. La noticia de tales acontecimientos llegó
al cura del lugar, don Jacinto Escudero, persona instruida y sensata, quien
para evitar abusos fáciles de cometer con pretextos de devoción
en una casa privada lejos de la vigilancia de los sacerdotes, venciendo la
resistencia del propietario de la sagrada imagen la trasladó al templo.
Ahí la devoción creció y los peregrinos aumentaron considerablemente.
Corría el año de 1633 cuando llegó el invierno,
los indios pusieron fuego a la hierba seca del monte, como es costumbre entre
ellos, para lograr en la primavera pasto verde para los ganados, esta vez,
el fuego cundió rápidamente y ayudado del viento, muy en breve
hizo presa de los jacales de Amialtepec, los habitantes huyeron y desde un
crestón cercano de su montaña vieron sus casas devoradas por
las llamas, y el templo mismo en donde estaba la imagen de la virgen, por
el voraz incendio, templos y casas desaparecieron. Pasado el peligro y repuestos
los indios del susto, al volver sobre el ennegrecido suelo para recoger lo
que de sus cosas hubiese perdonado el fuego, vieron con sorpresa que era
en efecto un montón de cenizas, pero que sobre esta quedaba entera,
con sus vestidos intactos y aunque ligeramente ahumada, la imagen de María.
De ese acontecimiento quedó memoria en un cuadro que el doctor Manuel
Ruiz de Cervantes asegura haber visto en que estaba pintado el incendio con
esta descripción: Milagrosa imagen de nuestra señora de Amialtepec,
en donde quemándose toda la iglesia y el altar en que estaba colocada,
pasado el incendio se haya sobre las cenizas del templo, sin quemarse ni
aún el vestido.
El padre, maestro, Nicolás Arrazola, persona docta que
escribió sobre el caso, dice que el hecho está autentico y
en comprobación de él cita los párrocos de aquel lugar,
Escudero, ya mencionado y Casaus que fue después penitenciario de
Oaxaca: a los señores Patricio Carmona José, Santos Ofendi
y Antonio Ayuro, recomendaba por su buen juicio y acertado criterio, y en
fin, el acuerdo y uniformidad de cuantos presenciaron el acontecimiento que
unánimes lo expusieron como se ha referido, bajo la fe del juramento,
en el expediente que se instruyó al efecto como constan los documentos
antiguos que el mismo Arrazola leyó y tuvo en su poder. Aquel suceso
causó viva sensación en Oaxaca, cooperando en buena parte a
conmover los ánimos el párroco Escudero con sus consultas dirigidas
a las personas más caracterizadas y doctas de la ciudad. Muchos de
los vecinos de esta ciudad, de los pueblos inmediatos y aún de las
más lejanas montañas de Oaxaca, desde luego se pusieron en
marcha hacia el pueblo de Amialtepec, resueltos a ver por sí mismos
las señales del prodigio que se contaba. No deben de haberse arrepentido
de su viaje, pues desde entonces comenzó para continuar hasta nuestros
días la anual peregrinación de los oaxaqueños que desde
fines de noviembre salen de todas partes a millares, dirigiendo sus pasos
al pueblo de Juquila, llevando en su corazón la segura confianza de
que sus males desaparecerán en la presencia de la sagrada imagen .
Se trata de una de las manifestaciones católicas en México
con mayor cantidad de devotos que le rinden culto, sólo antecedida
por las de la Virgen de Guadalupe y la Virgen de San Juan de los Lagos. Es
considerada la segunda patrona del estado de Oaxaca, siendo la primera la
Virgen de la Soledad en la ciudad capital.
Por muchos fieles también llamada como Virgen de Juquilita
o simplemente Juquilita, recibe a cientos de miles de visitantes al año
en su santuario que llegan en peregrinaciones procedentes de distintos puntos
de los estados de Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Estado de México,
Guerrero, Veracruz y recientemente Cancún, Q. Roo. Las peregrinaciones
son a pie, ciclistas, antorchistas, todas muy particulares y numerosas, tan
distintas entre si pero al mismo tiempo teniendo todas en común la
gran fe hacia la virgen de Juquila, y la gran solidaridad entre los peregrinos
para llegar al destino que se han propuesto y prometido.