PRIMERA SEMANA DE PASCUA
LUNES DE LA OCTAVA
DE PASCUA
A este Jesús, Dios los resucitó,
y todos nosotros somos testigos
Lectura de los Hechos de los apóstoles 2, 14.22-32
El día de Pentecostés, Pedro poniéndose de pie con los
Once, levantó la voz y dijo:
«Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten
atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido.
A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes
realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen,
a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión
de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio
de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias
de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él.
En efecto, refiriéndose a él, dijo David: "Veía sin
cesar al Señor delante de mí, porque él está
a mi derecha para que yo no vacile. Por eso se alegra mi corazón y
mi lengua canta llena de gozo. También mi cuerpo descansará
en la esperanza, porque tú no entregarás mi alma al Abismo,
ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción. Tú me
has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de gozo en
tu presencia."
Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca
David murió y fue sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros
hasta el día de hoy. Pero como él era profeta, sabía
que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría
en su trono. Por eso previó y anunció la resurrección
del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo ni su cuerpo
sufrió la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó,
y todos nosotros somos testigos.»
Palabra de Dios.
SALMO 15, 1-2a,. 5. 7-8. 9-10. 11
R. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
O bien:
Aleluia.
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien.»
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas
y todo mi ser descansa seguro:
porque no me entregarás a la Muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.
SECUENCIA OPTATIVA
Cristianos,
ofrezcamos al Cordero pascual
nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas:
Cristo, el inocente,
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María Magdalena,
¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles,
testigos del milagro,
he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a Cristo, mi esperanza,
y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente;
tú, Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.
ALELUIA Sal 117, 24
Aleluia.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.
Aleluia.
EVANGELIO
Avisen a mis hermanos que vayan a Galilea,
y allí me verán
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
28, 8-15
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente
del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó,
diciendo: «Alégrense.» Ellas se acercaron y, abrazándole
los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No
teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán.»
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar
a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron
con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran
cantidad de dinero, con esta consigna: «Digan así: "Sus discípulos
vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos."
Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos
de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo.»
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión
se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Conviértanse y háganse bautizar
en el nombre de Jesucristo
Lectura de los Hechos de los apóstoles 2,
36-41
El día de Pentecostés, Pedro dijo a los judíos:
«Todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que
ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.»
Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron
a Pedro y a los otros Apóstoles: «Hermanos, ¿qué
debemos hacer?»
Pedro les respondió: «Conviértanse y háganse bautizar
en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así
recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa ha sido
hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos:
a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar.»
Y con muchos otros argumentos les daba testimonio y los exhortaba a que se
pusieran a salvo de esta generación perversa.
Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron
a ellos alrededor de tres mil.
Palabra de Dios.
SALMO 32, 4-5. 18-19. 20. 22
R. La tierra está llena del amor del Señor.
O bien:
Aleluia.
La palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor. R.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.
Nuestra alma espera en el Señor;
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.
SECUENCIA OPTATIVA
Cristianos,
ofrezcamos al Cordero pascual
nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas:
Cristo, el inocente,
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María Magdalena,
¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles,
testigos del milagro,
he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a Cristo, mi esperanza,
y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente;
tú, Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.
ALELUIA Sal 117, 24
Aleluia.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.
Aleluia.
EVANGELIO
He visto al Señor y me ha dicho estas palabras
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
20, 11-18
María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro.
Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles
vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar
donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron:
«Mujer, ¿por qué lloras?»
María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor
y no sé dónde lo han puesto.»
Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí,
pero no lo reconoció.
Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras?
¿A quién buscas?»
Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor,
si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré
a buscarlo.»
Jesús le dijo: «¡María!»
Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!»,
es decir, «¡Maestro!» Jesús le dijo: «No me
retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos:
"Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes."»
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había
visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.
Palabra del Señor.
MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Te doy lo que tengo: en el nombre de Jesús,
levántate y camina
Lectura de los Hechos de los apóstoles 3,
1-10
En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración
de la tarde. Allí encontraron a un paralítico de nacimiento,
que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada «la
Hermosa», para pedir limosna a los que entraban. Cuando él vio
a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna.
Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo:
«Míranos.»
El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo. Pedro le
dijo: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre
de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina.» Y tomándolo
de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron
los pies y los tobillos.
Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró
con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios. Reconocieron
que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo
llamada «la Hermosa», y quedaron asombrados y llenos de admiración
por lo que le había sucedido.
Palabra de Dios.
SALMO 104, 1-4.6-9
R. Alegrénse, los que buscan al Señor.
O bien:
Aleluia.
¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas! R.
¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro. R.
Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos. R.
El se acuerda eternamente de su alianza,
de la palabra que dio por mil generaciones,
del pacto que selló con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac. R.
SECUENCIA OPTATIVA
Cristianos,
ofrezcamos al Cordero pascual
nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas:
Cristo, el inocente,
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María Magdalena,
¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles,
testigos del milagro,
he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a Cristo, mi esperanza,
y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente;
tú, Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.
ALELUIA Sal 117, 24
Aleluia.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.
Aleluia.
EVANGELIO
Lo reconocieron al partir el pan
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
24, 13-35
Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño
pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó
y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos
lo reconocieran. El les dijo: «¿Qué comentaban por el
camino?»
Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás,
le respondió: «¡Tú eres el único forastero
en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!»
«¿Qué cosa?», les preguntó.
Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que
fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo
el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron
para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos
que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres
días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que
están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada
al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo
que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles
que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro
y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él
no lo vieron.»
Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo
les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario
que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?»
Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les
interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán
de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con
nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba.»
El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó
el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se
lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron,
pero él había desaparecido de su vista.
Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón,
mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén.
Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban
con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor
ha resucitado y se apareció a Simón!»
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino
y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Ustedes mataron al autor de la vida,
pero Dios lo resucitó de entre los muertos
Lectura de los Hechos de los apóstoles 3,
11-26
Como el paralítico que había sido curado no soltaba a Pedro
y a Juan, todo el pueblo, lleno de asombro, corrió hacia ellos, que
estaban en el pórtico de Salomón.
Al ver esto, Pedro dijo al pueblo: «Israelitas, ¿de qué
se asombran? ¿Por qué nos miran así, como si fuera por
nuestro poder o por nuestra santidad, que hemos hecho caminar a este hombre?
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó
a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de él
delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad.
Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación
de un homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó
de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
Por haber creído en su Nombre, ese mismo Nombre ha devuelto la fuerza
al que ustedes ven y conocen. Esta fe que proviene de él, es la que
lo ha curado completamente, como ustedes pueden comprobar. Ahora bien, hermanos,
yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes.
Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio
de todos los profetas: que su Mesías debía padecer.
Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados
sean perdonados. Así el Señor les concederá el tiempo
del consuelo y enviará a Jesús, el Mesías destinado
para ustedes. El debe permanecer en el cielo hasta el momento de la restauración
universal, que Dios anunció antiguamente por medio de sus santos profetas.
Moisés, en efecto, dijo: El Señor Dios suscitará para
ustedes, de entre sus hermanos, un profeta semejante a mí, y ustedes
obedecerán a todo lo que él les diga. El que no escuche a ese
profeta será excluido del pueblo. Y todos los profetas que han hablado
a partir de Samuel, anunciaron también estos días.
Ustedes son los herederos de los profetas y de la Alianza que Dios hizo con
sus antepasados, cuando dijo a Abraham: En tu descendencia serán bendecidos
todos los pueblos de la tierra. Ante todo para ustedes Dios resucitó
a su Servidor, y lo envió para bendecirlos y para que cada uno se
aparte de sus iniquidades.»
Palabra de Dios.
SALMO 8, 2a. 5-9
R. ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre
en toda la tierra!
O bien:
Aleluia.
Al ver el cielo, obra de tus manos,
la luna y las estrellas que has creado:
¿qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides? R.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies. R.
Todos los rebaños y ganados,
y hasta los animales salvajes;
las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas. R.
SECUENCIA OPTATIVA
Cristianos,
ofrezcamos al Cordero pascual
nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas:
Cristo, el inocente,
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María Magdalena,
¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles,
testigos del milagro,
he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a Cristo, mi esperanza,
y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente;
tú, Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.
ALELUIA Sal 117, 24
Aleluia.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.
Aleluia.
EVANGELIO
Así estaba escrito: El Mesías padecerá
y resucitará al tercer día
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
24, 35-48
Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado
en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir
el pan.
Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció
en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes.»
Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu,
pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están
turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo
mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos,
como ven que yo tengo.»
Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría
y la admiración de los discípulos, que se resistían
a creer. Pero Jesús les preguntó: «¿Tienen aquí
algo para comer?» Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él
lo tomó y lo comió delante de todos.
Después les dijo: «Cuando todavía estaba con ustedes,
yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito
de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.»
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las
Escrituras, y añadió: «Así estaba escrito: el
Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer
día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía
predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón
de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.»
Palabra del Señor.
VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA
No existe otro Nombre
por el cual podamos salvarnos
Lectura de los Hechos de los apóstoles 4,
1-12
Mientras los Apóstoles hablaban al pueblo, se presentaron ante ellos
los sacerdotes, el jefe de los guardias del Templo y los saduceos, irritados
de que predicaran y anunciaran al pueblo la resurrección de los muertos
cumplida en la persona de Jesús. Estos detuvieron a los Apóstoles
y los encarcelaron hasta el día siguiente, porque ya era tarde.
Muchos de los que habían escuchado la Palabra abrazaron la fe, y así
el número de creyentes, contando sólo los hombres, se elevó
a unos cinco mil.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes de los
judíos, los ancianos y los escribas, con Anás, el Sumo Sacerdote,
Caifás, Juan, Alejandro y todos los miembros de las familias de los
sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a los Apóstoles y los interrogaron:
«¿Con qué poder o en nombre de quién ustedes hicieron
eso?»
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos,
ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo
fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está
aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó
de entre los muertos. El es la piedra que ustedes, los constructores, han
rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular. Porque en ningún
otro existe la salvación, ni hay bajo el cielo otro Nombre dado a
los hombres, por el cual podamos salvarnos.»
Palabra de Dios.
SALMO 117, 1-2. 4. 22-27a
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
O bien:
Aleluia.
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor:
¡es eterno su amor! R.
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él. R.
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
el Señor es Dios, y él nos ilumina. R.
SECUENCIA OPTATIVA
Cristianos,
ofrezcamos al Cordero pascual
nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas:
Cristo, el inocente,
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María Magdalena,
¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles,
testigos del milagro,
he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a Cristo, mi esperanza,
y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente;
tú, Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.
ALELUIA Sal 117, 24
Aleluia.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.
Aleluia.
EVANGELIO
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio,
e hizo lo mismo con el pescado
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
21, 1-14
Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas
del mar de Tiberíades.
Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás,
llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de
Zebedeo y otros dos discípulos.
Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.»
Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros.» Salieron
y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos
no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos,
¿tienen algo para comer?»
Ellos respondieron: «No.»
El les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán.»
Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.
El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es
el Señor! .»
Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó
la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró
al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red
con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre
las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados
que acaban de sacar.»
Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra,
llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos,
la red no se rompió. Jesús les dijo: «Vengan a comer.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién
eres?», porque sabían que era el Señor. Jesús
se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el
pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a
sus discípulos.
Palabra del Señor.
SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA
No podemos callar lo que hemos visto y oído
Lectura de los Hechos de los apóstoles 4,
13-21
Los miembros del Sanedrín estaban asombrados de la seguridad con que
Pedro y Juan hablaban, a pesar de ser personas poco instruidas y sin cultura.
Reconocieron que eran los que habían acompañado a Jesús,
pero no podían replicarles nada, porque el hombre que había
sido curado estaba de pie, al lado de ellos.
Entonces les ordenaron salir del Sanedrín y comenzaron a deliberar,
diciendo: «¿Qué haremos con estos hombres? Porque no
podemos negar que han realizado un signo bien patente, que es notorio para
todos los habitantes de Jerusalén. A fin de evitar que la cosa se
divulgue más entre el pueblo, debemos amenazarlos, para que de ahora
en adelante no hablen de ese Nombre.»
Los llamaron y les prohibieron terminantemente que dijeran una sola palabra
o enseñaran en el nombre de Jesús. Pedro y Juan les respondieron:
«Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos
a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos callar lo que hemos visto
y oído.»
Después de amenazarlos nuevamente, los dejaron en libertad, ya que
no sabían cómo castigarlos, por temor al pueblo que alababa
a Dios al ver lo que había sucedido.
Palabra de Dios
SALMO 117, 1. 14-16. 18-21
R. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
O bien:
Aleluia.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
El Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos. R.
«La mano del Señor hace proezas,
la mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.»
El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte. R.
«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella.»
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. R.
SECUENCIA OPTATIVA
Cristianos,
ofrezcamos al Cordero pascual
nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas:
Cristo, el inocente,
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María Magdalena,
¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles,
testigos del milagro,
he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a Cristo, mi esperanza,
y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente;
tú, Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.
ALELUIA Sal 117, 24
Aleluia.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.
Aleluia.
EVANGELIO
Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
16, 9-15
Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día
de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella
de quien había echado siete demonios. Ella fue a contarlo a los que
siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban.
Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había
visto, no le creyeron.
Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban
caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás,
pero tampoco les creyeron.
En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les
reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían
creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo:
«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.»
Palabra del Señor