SANTA OLIVIA DE PALERMO
Siglo X d.C.
10 de junio
Entre algunos musulmanes es
uno de los nombres más venerados. Y la mezquita más grande
de Túnez era la de "Santa Oliva". En los ciudadanos de esta urbe nació
el dicho:" Desgraciado quien hable mal de santa Oliva, pues Alá seguramente
lo castigará".
La leyenda no podía faltar. Dicen que era una creyente
cristiana de Palermo. A los trece años, unos malvados piratas la cogieron
prisionera y se la llevaron hasta Túnez. En un primer momento, los
moros sólo pensaron en acabar con ella. Pero se echaron para atrás
cuando se enteraron de que era de sangre real. Era muy bella. Cuando se repuso
de su desembarco en nación extraña para ella, empezó
a predicar el Evangelio, a curar enfermos que acudían buscando socorro.
A los moros y a sus dirigentes les asaltó la duda de
que podía hacer muchos prosélitos si la dejaban trabajar a
su aire. Fue entonces cuando decidieron llevarla a una selva en la que habitaban
bestias salvajes con la intención de que terminaran con ella. Pero
he aquí que todos los animales se hicieron sus amigos y le deban todo
lo que necesitaba. Además, todos los cazadores que se cruzaban en
el camino con ella, escuchaban su palabra y se convertían al cristianismo.
Lo mismo sucedía con los habitantes de Túnez que iban a hacerle
una visita.
Todo era un paraíso. Y éste no podía durar
demasiado tiempo. Atrás estaban los musulmanes muy molestos por todo
lo que hacía y por cuanto le contaban acerca de sus milagros. El gobernador
mandó que la chica fuera a su presencia. La metió en la cárcel
sin darle alimento. Y sin embargo, al salir estaba perfectamente bien de
salud. Todo cuanto hacían se le volvía en contra. La única
solución fue cortarle la cabeza.