NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD DEL COBRE



Oraciones

Oracion 1

   Amantísima Madre nuestra, que te manifestaste bajo el hermoso título de la Caridad en los mares de Cuba, para inclinar nuestros corazones al ejercicio de la caridad, míranos con los ojos de madre y atiende nuestras súplicas en esta oración. Haz que la ley de la caridad cristiana sea la norma de nuestra vida amando a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.

   Borra de nuestros corazones todo sentimiento de odio o rencor. Ahuyenta al espíritu de discordia y establece la paz de nuestras familias y pueblos como anticipo de la paz eterna que esperamos en el cielo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.


Oración 2

   Te saludo, Madre mía: dame tu bendición, bendíceme a mí y a toda mi familia, amigos, bienhechores y enemigos. Preséntale a Dios todo lo que hoy debo hacer y sufrir, en unión a los méritos tuyos y de tu Hijo, Jesús. Te ofrezco y consagro todo, a mí mismo, todas mis cosas, poniéndome bajo tu protección.

   Alcánzame, Señora y Madre mía, la rectitud de mente y la pureza de corazón y de cuerpo y haz que en este día no haga obras que desagraden a Dios. Te lo pido por tu Inmaculado Corazón y por tu santa virginidad. Amén.


Oración 3

   ¡Oh, Virgen Santa!, dígnate infundir, en nuestros pensamientos y nuestros corazones, aquel amor que aleja toda angustia: el amor de Cristo, Nuestro Salvador.

   Tú, que le meciste en tus brazos, guía hacia Él nuestra flaqueza. Da fortaleza a los desamparados y concédenos tu ayuda en los momentos de lucha. Tú, que por siempre eres Reina de los cielos, presenta a tu Hijo nuestras súplicas. Muestra a tu Hijo, nuestra debilidad y por Él, danos a todos la paz. Amén.


Oración 4

   ¡Oh, Virgen Santísima de la Caridad!, corazón abrasado del más ardiente amor divino, suficiente para encender el mismo amor de los serafines. Abrasa, Madre de la Caridad, nuestras almas y corazones con el fuego de tu Caridad y en el amor de tu dulcísimo Hijo Jesús. Amén.

Oración 5

Consagración

   ¡Oh, Madre amadísima de la Caridad!, aquí nos tienes postrados a tus pies para demostrarte una vez más nuestra gratitud y amor por innumerables beneficios que de tu solicitud hermos recibido.

   Reconocemos que tu Caridad no ha tenido límites, ni termino hacia el pueblo, obsequiándonos con la señal de tu predilección. Hoy, siguiendo la norma que nos trazaron nuestros mayores, venimos en familia a consagrarnos para siempre a Ti, que eres nuestra Madres y nuestra Reina.

   A Ti, a tu amor de Madre y a tu solicitud de Reina, nos confiamos y nos consagramos, y te confiamos a nuestra familia, nuestro pueblo y nuestra patria. En adelante te prometemos rezar en familia, diariamente, tres Aves Marías y la Salve, recitar para recordar tus favores los gozos en honor tuyo y visitarte en tu altar.

   Cautivados por el resplandor de tu celestial belleza, e impelidos por las angustias del mundo, nos arrojamos a tus brazos, ¡Oh, María Inmaculada, Madre de Jesús, y Madre nuestra de la Caridad!, confiando encontrar en tu amantísimo corazón la satisfacción de nuestras fervientes aspiracioines y el puerto seguro en medio de las tempestades que por todas partes nos rodean.

   Aunque abatidos por nuestras culpas y abrumados por infinitas miserias, admiramos y cantamos la incomparable riqueza de los excelsos dones que Dios te ha colmado por encima de cualquier otra pura criatura, desde el primer instante de tu concepción hasta el día en que tras tu asunción a los cielos te ha coronado por Reina del universo.

  ¡Oh, límpida fuente de fe!, baña nuestras mentes con las verdades eternas. ¡Oh, lirio fragante de toda santidad!, atrae nuestros corazones con tu celestial perfume. ¡Oh, triunfadora del mal y de la muerte!, inspíranos un profundo horror al pecado, que hace al alma detestable a Dios y esclava del infierno. ¡Oh, Virgen de la Caridad!, enseñamos a amar a Dios y a nuestros semejantes. Amén.

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(Samuel Miranda)