NUESTRA SEÑORA DEL RAYO

Nuestra Señora del Rayo

Oraciones

Oración 1

   Tú eres la Madre de los pecadores, alcánzanos lo que te pedimos, y sobre todo que, creciendo más y más nuestra confianza en ti te miremos siempre como el remedio universal de nuestros males y logremos, al fin de nuestra vida, alabar y bendecir a Dios en la mansaión del Cielo. Amén.

Oración 2

   Dios te salve, Virgen santísima del Rayo, a quien amamos después de Dios con toda la ternura de nuestro corazón. Enternecidos admiramos la extraordinaria y prodigiosa hermosura de ésta, tu sagrada imagen, que atrae irresistiblemente hacia ti todos los corazones, pues el Señor hace beneficios a todos los mortales, por donde se nos dispensan innumerables pecados, y ha dignado hacerte el conducto. Por eso, llenos de confianza venimos a postrarnos a tus plantas a pedirte el remedio de todas nuestras necesidades, pues eres la Madre de la misericordia y del amor, la distribuidora de la gracia y del perdón, después de Jesucristo. Tú eres, en las cosas dudosas, nuestra luz; en las angustias, alivio; en las enfermedades, médica divina; en los peligros y tentaciones, fiel socorro.

   Tú eres, despues de tu Unigénito Hijo, nuestra esperanza cierta de salvación. A tu piedad encomiendo, Madre querida, mi cuerpo y alma, y te ruego que me mandes un rayo de luz divina para que alumbre mi entendimiento y no se ofusque con los errores de la impiedad, sino que permanezca firme hasta el último momento de mi vida, en la verdadera religión que felizmente profeso; al mismo tiempo te suplico, Virgen Santísima del Rayo, pidas a tu santísimo Hijo que los que tienen la desgracia de no conocerte, desde ahora te confiesen Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa de Dios spíritu Santo, y se acojan a tu podrosa protección. Amén.

PETICIONES

Una limosna sin pedirla.  Avemaría
Un destino sin buscarlo.   Avemaría
Una buena amistad.      Avemaría.
Virgen Santísima del Rayo.    Ruega por nosotros.

Oración 3

   Tú eres la Madre de los pecadores, alcánzanos lo que te pedimos en esta oración, y sobre todo que, creciendo más y más nuestra confianza en ti, te miremos siempre como el remedio universal de nuestros males, y logremos al fin de nuestra vida alabar y bendecir a Dios en la mansión del Cielo. Amén.

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(Samuel Miranda)