SAN LÁZARO DE MARSELLA
17 de diciembre

San Lázaro de Marsella

Oraciones

Oración 1

   Lázaro bendito, dile al Divino Redentor que en nuestras casas también hay algunos Lázaros muertos: son nuestras situaciones imposibles de ser arregladas por nuestras solas fuerzas. Para unos es un vicio que no logran alejar. Para otros una tristeza y un mal genio acompañan día por día amargando la vida. Para algunos su Lázaro muerto es su cuerpo que sufre una dolencia que no se quiere curar, o una debilidad que quita fuerzas...Sabemos que Cristo, que obró el milagro de Betania, tiene los mismos poderes y el mismo amor de ese tiempo. Pídele tú a Jesús que por lo menos, si no nos da salud, nos concedas una gran paciencia para sufrir con benevolencia y así convertir nuestros sufrimientos en escalera preciosa para subir muy alto en el cielo.

Oración 2

   Jesucristo amorosísimo, que por tu gran misericordia en la historia de tu siervo San Lázaro, nos ha señalado la mejor moral para que tengamos conformidad en las adversidades de esta vida, yo te suplico, Señor, por tu inefable caridad, que limpies mi alma de toda imperfección, para que conforme a tu agrado practique el piadoso ejercicio de esta oración, y me concedas lo que en ella especialmente te pido, si fuera para honra tuya y provecho de mi alma, y que me hagas imitar de tu amado siervo piadoso y caritativo con el necesitado para que cuando salga de este destierro vaya a Jerusalén triunfante, donde con el pobre Lázaro goce con el eterno descanso. Amén.

Oración 3

   Omnipotente y misericordioso Dios, Uno y Trino, a quien amo con toda fe y de quien espero el perdón de todas las culpas. Yo humildemente te suplico, interponiendo los méritos de tu siervo Lázaro, que me concedas lo que pretendo alcanzar con esta oración si fuera conforme a tu voluntad. También te pido que mires por el aumento de nuestra Santa Madre la Iglesia Católica, y que ilumines a su cabeza visible, el Pontífice Romano, para que pueda regirla y gobernarla.

   Que des paz a todos los príncipes cristianos, sobre todo a nuestro legítimo soberano, y en general a todo el mundo, convirtiendo a los infieles y herejes a nuestra fe, y atando a los pecadores a la verdadera penitencia.

   Que alivies a las benditas ánimas del purgatorio y que a mí me concedas la gracia de perseverar en tu santo servicio por tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina en unidad con el Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

GOZOS
(Para todos los días)

   Pues que Cristo expresamente quiso ser tu historiador; sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

   Tan constante siempre fue tu paciencia en la pobreza, que la divina promesa en ti cumplida se ve cumpliéndose. Así, porque tú siempre fuiste paciente; sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

   Por Jerusalén andabas una limosna pidiendo, tus muletas sosteniendo, los pasos que caminabas, y a un gran rico pensabas te socorrería clemente; sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

   En casa del avariento que de púrpura vestía, llegaste cuando él comía a su mesa muy contento, pro a tu triste lamento él se mostró indiferente; sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

   Tú te moderas cual pobre y le pides humillado el refugio de un bocado, de aquel manjar que le sobra, y no consigue piedad el rico indolente; sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

   Adolorido en tus llagas, aunque en el umbral te reclines, de lo que da a sus matines no quiere aliviar tus plagas, y es en vano cuanto hagas, porque el rico es más renuente; sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

   Ya sin humana esperanza, a tu retiro te fuiste, a pasar tus días triste, logrando en tu mudanza una bienaventuranza que gozas eternamente; sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

   Muerte al seno de Abraham, de los Santos Padres gremio, fuiste a esperar el premio de lepra, hambre y afán, y contigo ángeles van haciéndote corte y frente; sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

   Este rico Abraham invoca desde el infierno abrasador de que en agua mojado pongas un dedo en su boca para hacer su pena poca en un fuego tan ardiente. Sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

   Eres así tan premiado en los celestes gozos y de pobres leprosos Patriarca y abogado que contigo Santo amado descanse yo eternamente. Pues que Cristo expresamente quiso ser tu historiador. Sé Lázaro protector, protector del que a ti clame indulgente.

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(Samuel Miranda)