ORACIÓN I
¡Oh glorioso San Vicente, celeste Patrón de todas las asociaciones
de caridad y padre de todos los desgraciados, que durante vuestra vida jamás
abandonasteis a ninguno de cuantos acudieron a Vos! Mirad la multitud de
males que pesan sobre nosotros, y venid en nuestra ayuda; alcanzad del Señor
socorro a los pobres, alivio a los enfermos, consuelo a los afligidos, protección
a los desamparados, caridad a los ricos, conversión a los pecadores,
celo a los sacerdotes, paz a la Iglesia, tranquilidad a las naciones, y a
todos la salvación. Sí, experimenten todos los efectos de vuestra
tierna compasión, y así, por vos socorridos en las miserias
de esta vida, nos reunamos con vos en el cielo, donde no habrá ni
tristeza, ni lágrimas, ni dolor, sino gozo, dicha, tranquilidad y
beatitud eterna. Amén.
ORACIÓN II
Oh apóstol insigne de la caridad, glorioso san Vicente de Paul, que
viviendo en el mundo os hicisteis a todo a todos, para ganarlos a Jesucristo,
extendiendo vuestro celo por la salvación de los prójimos y
remedio de sus necesidades a todas las clases de la sociedad y a toda especie
de miserias; alcanzadme del divino Apóstol de nuestras almas, Cristo
Jesús, un verdadero espíritu de caridad, animado del cual me
entregue sin reserva a la práctica de las obras de misericordia, a
fin de ser del número de aquellos de quienes está escrito:
"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericoridia".
Así sea.
ORACIÓN POR LOS MIEMBROS DE LA
SOCIEDAD DE SAN VICENTE DE PAUL
Gracias te damos, Señor, por tantas y tan grandes bendiciones como
te has dignado derramar hasta el día de hoy sobre nuestra Sociedad.
Te rogamos que tu gracia se perpetúe en todas y cada una de las partes
de esta nuestra carísima Asociación, especialmente en esta
que ahora te lo pide. Haz Señor, que nuestra Sociedad se propague
y consolide perpetuamente animada de su primitivo espíritu de humilde
devoción y de mutuo y fraternal afecto, para que enteramente apartada
de los intereses de la tierra, sea siempre más y más fecunda
en obras para el cielo.
Tu conoces, Señor, todas nuestras necesidades espirituales y temporales,
y las de los pobres a quienes consagramos nuestras humildes ofrendas. Míranos,
Señor, a todos con ojos de misericordia, y a todos alcance tu clemencia
infinita.
Te pedimos en particular, oh piadosísimo Padre, por aquellos de nuestros
hermanos que padezcan alguna tribulación en este momento. Infúndeles,
Señor, el espíritu de fortaleza, de prudencia, de paz y de
confianza que emanan de tu seno, para que, sufridos con santa resignación
por Jesucristo, sus trabajos y los nuestros te sean aceptos, y a todos nos
produzcan frutos de salvación eterna.
Te pedimos, en fin, por los méritos de nuestro señor Jesucristo,
y por la especial intercesión de nuestra Madre María santísima
y la de nuestro bienaventurado Patrón San Vicente, que al desnudarnos
de nuestra carne mortal, y en el día de la justicia merezcan nuestros
queridos pobres, nuestros parientes, nuestros socios, y merezcamos nosotros
mismos entrar en tu santísimo reino, y ser herederos de tu gloria
eterna. Amén.