HISTORIA DE LA IGLESIA
EPOCA MEDIEVAL
SEGUNDA PARTE: EL SIGLO X
CAPITULO III
EL PAPADO EN EL SIGLO X Y LOS OTONES.
1. EL PAPADO
A) Las
condiciones del Papado a comienzos del 900.
B) La intervención de Otón I.
A) El Liber Pontificalis, que es la fuente autorizada del papado en los siglos
VIII y IX, la biografía del papa Adriano II (867-872) termina con
el retorno-expulsión de los misioneros romanos de Bulgaria. El hecho
que contemporáneamente devuelve al legado papal, a quien el Rey búlgaro
Voris había hecho ricos regalos, hace surgir la sospecha que con respecto
al final de la misión búlgara, estaba en juego también
la corrupción. El biógrafo es del parecer que "sólo
Cristo, al fin del día, podrá poner luz en este asunto". Con
estas palabras termina la primera parte del Liber Pontificalis.
A parte de un breve fragmento, los cronistas del papado callan
por más de doscientos años. Cuando fue retomado, en la mitad
del XII, por un monje francés, Petrus Guillermus, sentía interés
sobre todo por la historia reciente. Los siglos IX y X fueron a penas rozados
por el cronista con breves catálogos de papas y pocas noticias.
Se sabe que el Cardenal Varronio ha calificado el siglo X como
"siglo oscuro", y lo ha hecho, en primer lugar, a causa de la escasez de
las fuentes. Después este concepto ha pasado de ser un concepto historiográfico
con respecto a las fuentes, a otro más bien moral que indicaba la
"decadencia moral" de la Roma de este momento.
Esta visión negativa fue reforzada por el hecho de que
desde el siglo VII y VIII, algunos historiadores designaban el gobierno de
Roma antes de la intervención de Otón I como "pornocracia".
Otro motivo para valorar este período como negativo era la premura
para distinguir los acontecimientos del papado reformado del período
precedente de decadencia. Es necesario ver si estos juicios son válidos
o son más bien prejuicios.
Señalamos a continuación algunas observaciones
generales sobre el papel del Papa en la Roma del siglo IX :
1. Desde la mitad del siglo IX, el verdadero señor de la Ciudad era
el Papa, no un emperador o un rey. Otros emperadores posteriores fueron mantenidos
siempre lejos de la Ciudad en cuanto era posible. El Borgo de San Pedro,
el barrio cercano a la Basílica de San Pedro, no pertenecía
a la Ciudad de Roma. La Ciudad comenzaba de la otra parte del Tíber.
Desde el siglo VIII los papas dejan arruinarse los antiguos
palacios imperiales del Palatino. Por el contrario, el Laterano se convierte
en la sede incluso de la administración civil y de los tribunales.
Como signo de este poder se encontraba, ya en este momento, delante del Laterano
la estatua ecuestre de Marco Aurelio, que en el XVI será trasladada
a la Plaza del Capitolio. También la Loba Capitolina se encontraba
cerca de la entrada del Laterano , como signo de autoridad pontificia. Todo
ello convertía al Laterano en el centro de Roma.
2. Se producirá una creciente imitación del ceremonial bizantino,
siempre en torno al Laterano como centro efectivo de la administración
papal, mientras San Pedro pasa a segundo lugar, como lugar de consagración
del nuevo obispo de Roma., pero no como centro.
3. Creciente importancia del personal secular eclesiástico en el Palacio
Lateranense. En este momento se empieza a hablar de "Sacrum Pallacium Lateranensem",
por imitación del ceremonial de Constantinopla. En el siglo IX surge
el grupo de los "Jueces de Clero" que tiene a la cabeza un "primicerius".
Junto al primicerius, como alto funcionario, surgirá en el siglo VIII
el "bibliotecarius", que no era sólo el prefecto de la biblioteca
o del archivo, sino que también era el director de la Cancillería
Pontificia. El más célebre del siglo IX será Anastasius
Bibliotecarius, erudito de grandes conocimientos, no sólo del griego,
sino también del material del Archivo Pontificio.
4. Creciente influjo de las familias nobles romanas sobre la elección
y el mandato de un pontificado.
Todo esto
lo encontramos ya en el siglo IX, pero se reforzará en el período
que estamos estudiando.
Iniciamos nuestro período con el año 882 cuando
es asesinado el Papa Juan VIII en Roma. El período concluye el 1046,
con la rivalidad entre tres papas depuestos por Enrique III.
Este período cuenta al menos con 45 papas y antipapas,
la mayor parte de los cuales reinaron sólo por pocos años,
pocos meses e incluso semanas. Es muy difícil saber después
de mil años, quién fue un Papa legítimo y quién,
por el contrario, era un antipapa. Oportunamente el Anuario Pontificio, que
publica cada año la lista de los papas, no siendo una lista oficial
sino oficiosa, omite para nuestro período el número de orden.
Los papas y antipapas sólo se distinguen tipográficamente.
Uno de los mejores conocedores del papado de esta época,
el austríaco K. Zimmerman, constata que en el siglo oscuro no menos
de 15 papas fueron depuestos, algunos de ellos después de la muerte
; 14 murieron en la cárcel, en el exilio o asesinados ; 7 fueron echados
de Roma y privados de su autoridad pontificia ; hubo en Roma en este período
6 cismas. Estas estadísticas son suficientes para hacernos entender
que es fácil extraer una crónica negra de la historia del papado
en esta época.
Si se estudia este período con más cuidado también
es posible encontrar grandes personalidades merecedoras, mejores que su fama.
Es competencia del historiador entender y describir a los hombres, cómo
respondían a la llamada de Dios, incluso en tiempos y condiciones
difíciles. Dos papas de finales del siglo IX merecen una mención
particular, Juan VIII y Formoso. Ambos papas eran de la opinión que
el papado no debía ser dejado al servicio de la aristocracia romana
o de los pequeños señores feudales italianos.
Juan VIII (872-882). Tuvo una vida trágica. Desde hacía
algunos años las facciones aristocráticas dividieron la Ciudad
de Roma, agudizándose por la problemática del poder imperial
y la lucha sucesoria sobre quién era o podía llegar a ser emperador.
En el 875 muere el emperador Ludovico II, último representante de
la línea italiana de la dinastía carolingia, hijo de Lotario
I. Su poder se había siempre limitado a la zona septentrional de Italia,
al Reino Itálico.
No era posible que él desapareciese sin sucesor, el Papa
sin protector. La alternativa para el papado eran los Carolingios orientales
o los occidentales. Juan VIII optó por el Rey franco occidental Carlos
el Calvo y le coronó emperador en la Navidad del 875, eligiendo la
fecha por su significado simbólico. Por su parte, Carlos el Calvo,
renovó sus pactos con la Iglesia romana. Por eso en esta ocasión
el Rey regaló al Papa Juan VIII el trono, que desde la Alta y Baja
Edad Media se ha venerado como la "Cátedra de San Pedro", y que hoy
se encuentra sobre el altar del ábside de la Basílica de San
Pedro. También regaló una gran cruz de plata, desaparecida
durante el "saco di Roma", y que ha sido reconstruida en un réplica
colocada en la capilla situada junto a la Piedad de Miguel Angel en San Pedro
del Vaticano.
La coronación de Carlos el Calvo era una imitación
de la de Carlomagno, pero un cambio decisivo para la institución imperial.
Esta coronación no surgió por una aclamación del pueblo
franco o por una designación por parte de su padre, como en el caso
de Ludovico el Pío, sino que era una elección hecha por el
Papa y por los romanos. A partir de ahora (875), la coronación de
parte de un Papa llegará a ser constitutiva durante muchos siglos.
En todos los casos de coronación debía preceder una promesa
de protección. Para el papado la dignidad imperial será desde
ahora y sobre todo "defensio Ecclesiae Romanae. Y este es el sentido que
tiene una coronación a los ojos del Papa.
Carlos el Calvo con esta coronación romana quería
comenzar una nueva gran política franca, al estilo de Carlomagno que
incluyese también Italia. Una Asamblea de los Señores Feudales
italianos en Pavia (876), aclamó a Carlos el Calvo como "protector
y defensor", por una relación con el Reino de Italia. Cuando en el
mismo año el Rey del Reino Franco Oriental. Ludovico el Germánico,
muere, Carlos el Calvo ve una buena ocasión de apropiarse también
de aquella parte del eximperio Carolingio. Pero fue vencido por Ludovico
el Joven, hijo del Germánico, en una batalla en Renania, suponiendo
el fin de volver a restaurar y reunir el Imperio Carolingio. Carlos había
sobrevalorado sus posibilidades.
Cuando el Papa lo llamó de nuevo a Italia para ayudarle,
encontró una fuerte oposición por parte de los nobles del Reino
Franco Occidental y del Arzobispo Igmaro de Reims. La campaña de Italia
fue un desastre. Abandonado de sus grandes, Carlos debe huir, Italia estaba
perdida para él y muere el 6 de octubre del 877 en un pueblo de Saboya.
La política franca, el gran proyecto franco occidental junto
con los italianos ha desaparecido. En vano el Papa fue en el 878 al Reino
Franco Occidental a pedir ayuda contra la prepotencia de los Duques de Espoleto
y Toscana y sus aliados de Roma. El Papa debió volver con las manos
vacías a Roma, muriendo en el 882, asesinado con veneno administrado
por un pariente suyo ávido de los tesoros pontificios. Tras la muerte
de Juan VIII comienza en Roma una fase sanguinaria entre las familias de
los nobles.
El siguiente Papa del que hablaremos es Formoso (891-896). Este
Papa osó llamar contra los Duques de Spoleto al Rey del Reino Franco
Oriental, Arnolfo de Carinzia, de origen carolingio, pero de origen extraconyugal.
El Rey Arnolfo daba al Papa una respuesta positiva de ayuda. Después
del fracaso con Francia, ahora el papado trata de encontrar ayuda del Reino
Franco Oriental. Arnolfo llega a Roma, pero debía conquistar la Ciudad,
que estaba ocupada por los espoletini, antes de ser coronado emperador por
Formoso en febrero del 896. El motivo de esta coronación es tener
un protector contra los múltiples enemigos dentro de la Ciudad de
Roma y fuera de ella. Será el último carolingio coronado emperador.
Desgraciadamente Arnolfo debe abandonar Roma por una enfermedad y su partida
hace desaparecer su poder imperial en Italia. De este modo el proyecto de
Formoso de unir Roma, el Reino Itálico con el Reino de Arnolfo, se
rompe y al mismo tiempo el papado pierde su influencia por mucho tiempo sobre
la Iglesia Universal.
Después de la muerte del Papa Formoso, sólo entonces
el asunto llega a ser escandaloso, su sucesor Esteban VI (896-897), procesó
al Papa difunto en un horrible sínodo. El cadáver de Formoso
fue exhumado, mutilado delante del tribunal, y se anularon todos los actos
de su pontificado. El cadáver fue mutilado y arrojado al Tíber.
Oficialmente el motivo de la condena de Formoso era su decisión de
abandonar su diócesis de Porto para llegar a ser Papa, por tanto la
ambición. Según una teología de esta época, uno
no podía llegar a ser obispo de dos diócesis por ser considerado
un caso de bigamia, ya que un obispo es el "esposo de su diócesis".
El auténtico motivo era su política antiespoletina. La condena
de Formoso divide a la Iglesia de Roma entre formosianos y antiformosianos.
Los antiformosianos consideraron las ordenaciones de Formoso como inválidas.
Durante 30 años se escribieron obras polémicas sobre este problema,
refiriéndose sobre todo a la validez de las ordenaciones.
Con Juan X volvió un poco de paz a la Iglesia Romana.
Zimmermar observa las razones que el triste asunto de Formoso, tendría
una consecuencia positiva para el papado, en cuanto que esta discusión
hace camino a una convicción : el Papa no es simplemente el obispo
de Roma, no encontrándose el Papa en el mismo nivel de los obispo,
sino claramente sobre ellos, lo cual es un resultado de la controversia sobre
Formoso. Por tanto la prohibición canónica del cambio de una
diócesis después de Formoso, no impedía nunca más
la elección de un obispo para Papa. De hecho Juan X (914-928), antes
de llegar a Papa había sido Arzobispo de Ravena, y había sido
ordenado sacerdote por Formoso. Cayó siempre en las manos de las familias
patricias romanas, que en último término lo depusieron y asesinaron.
Las personas que en Roma ejercitaron el influjo, también en la elección
papal en aquel período eran el senador Teofilato, su mujer Teodora
y su hija Marozzia, que fue la peor de los y consiguió imponer el
solio pontificio a su propio hijo, Juan XI (931-935/6), mientras que su hermanastro,
Alberico II gobernó Roma como príncipe de los romanos (932-954),
el cual limitó al Papa, que dependía totalmente de la familia
a funciones puramente espirituales, lo cual tal vez no fuera un mal. Por
tanto el Papa era en este período, según Thelenbag, dominado
por la familia de Teofilato, una persona muy lejana para el resto de la cristiandad,
casi legendaria, desconocida, sin ningún influjo sobre los acontecimientos
de la Iglesia.
2.-Othon I e Italia. Podemos hablar de tres expediciones de Othon I a Italia.
1.- En los años 951-952.
2.- 961-965, con ocasión de su coronación imperial.
3.- 966-72.
Gran parte
de la última fase de su vida se desarrolló en Italia, y no
en Alemania. La pregunta sería ¿Porqué Othon intervino
en Italia ?.
Debemos
recordar primero que Italia estaba dividida en territorios feudales ; familias
de la aristocracia carolingia. En estas luchas entre la nobleza alta quedó
victorioso Hugo Capeto, que se hizo llamar rey de Italia desde el 926. Tuvo
grandes proyectos incluida una coronación imperial. Había ya
comenzado los tratos con el Papa Juan X, pero obstaculizado por la nobleza
romana. Sin embargo este Hugo pudo hacer elegir a su hijo Lotario, co-regente
de Italia en el 931, considerado un primer paso hacia una permanencia dinástica.
La oposición de la nobleza feudal italiana encontró un exponente
en el marques Berengario de Ivrea. Este tuvo que huir por un breve
período de tiempo a la corte de Othon, jurando vasallaje al rey.
Tras esto
acontecimientos ocurrió algo imprevisto, murió Hugo y su hijo
Lotario ; aquel sueño de la creación de una nueva dinastía
real en Italia a través de la Provenza, desaparecía y era la
ocasión propicia para Berengario de Ivrea. Se hizo coronar rey del
.Regnun Italiae., con el nombre de Berengario II, haciendo encarcelar a la
viuda de Lotario, Adelaide. Obviamente tenía miedo de esta, ya que
podía aún entrar en la política e impedir su carrera
como rey de Italia. Adelaide acude en petición de socorro a Othon
I, respondiendo este con su primera expedición a Italia. Quizás
esto sólo fue el pretexto que necesitaba Othon I para ir a Italia,
algo que ya tenía pensado desde hacía algún tiempo.
Othon
I llegó a Pavía (951), donde recibió el homenaje de
los grandes del .regnun italicum. y además se casó con Adelaide.
También intentó entablar relaciones con el papa para su coronación
imperial, pero no lo consiguió, porque el Papa dependía totalmente
de la familia de Teofilacto, y el heredero de aquella familia, Alberico II,
no le interesaba que el Papa Agapito II coronara a Othon.
Así,
Othon, regresó a principios del 952 a Alemania. Berengario II se unió
a él con un juramento de fidelidad y recibió en feudo el .regnun
italicum., como representante de Othon I.
Los años
953-54, fueron años difíciles para Othon I, ya que tuvo la
rebelión de su propia familia, siendo la más peligrosa de todas
la de su propio hijo Liudolfo, y por lo mismo en esos dos años no
pudo ocuparse de Italia, y no podía tampoco controlar a Berengario
II.
Berengario
II aprovechando la situación extendió su ambición a
los lugares del Patrimonium Petri, provocando la reacción del Papa
Juan XII (955-964).
Juan XII
era hijo de Alberico. Su verdadero nombre era Octaviano ; pero a causa del
carácter pagano de este nombre, había tomado el de Juan. Fue
el primer Papa que cambió su nombre. El siguiente será Juan
XIV, que se llamaba Pedro (983).
La ocasión
de la segunda llegada de Othon a Italia, fue la llamada de Juan XII pidiéndole
ayuda contra Berengario II. Othon preparó con cuidado esta segunda
expedición. En Mayo del 961 hizo elegir rey a su hijo Othon II, coronándolo
en Aquisgrán, para así asegurar la sucesión dinástica.
En el 961 se dirigió a Italia. La primera estación era en Pavía,
considerada prácticamente la capital del reino de Italia, con la tradición
del antiguo reino longobardo. Desde Pavía mandó al Abad de
Fulda Atone (¿ ?) para organizar todo su viaje a Roma.
Othon llegó a Roma el 2 de Febrero del 962. Hizo ante el Papa un juramento
de fidelidad según el modelo carolingio, y fue ungido y coronado emperador,
junto con su mujer Adelaide en el 962. A continuación el Papa y el
pueblo romano también hicieron un juramento de fidelidad al nuevo
emperador. Comienza aquí una larga tradición litúrgica.
Esta constaba de tres momento fundamentales :
1) Ungido emperador según un ceremonial, que había comenzado
con Ludovico el Pío y los siguientes. Esta unción indicaba
que la soberanía imperial era más elevada que la real, aunque
el rey también podía recibir la unción por parte de
un Obispo. Este hecho constituía evidentemente una sacralización
mayor del poder imperial y le daba al papa un poder discrecional, sea teórico,
acerca de la idoneidad o no del designado a ser emperador. La misma coronación.
2) Era los llamado laudes : es decir los augurios que recitaba la gente
presente al nuevo emperador. Era una especie de letanía, que es del
tiempo carolingio.
Pocos
días después (15 de Feb.), el nuevo emperador confirma con
un solemne privilegio al Papa la posesión de Roma y del Patrimonium
Petri. Este es llamado Privilegium Othonianum.
Este documento
habla extensamente del patrimonium petri, pero con reserva de la supremacía
ejercitada ya por los carolingios, con la condición de un juramento
de fidelidad, que de ahora en adelante, todo nuevo Papa debía de realizar
al emperador antes de la consagración.
3.- SIGNIFICADO DE LA CORONACIÓN IMPERIAL.
A lo largo
de la historiografía alemana ha habido dos tendencias fundamentales
a la hora de dar un significado a la coronación de Othon I, cada una
de ellas representa una escuela en Alemania :
1.- La de von Sybel.
2.- La de Julius Ficher.
Von Sybel era prusiano, y su escuela habla de la injerencia
de los reyes alemanes, comenzando por Othon I, como de un trágico
error en cuanto las fuerzas de Alemania se agotaban en los asuntos italianos,
en vez de extenderse hacia el Norte y el Este de Europa. El juicio de esta
escuela sobre la política italiana, de los emperadores alemanes, es
totalmente negativa.
Ficher, en cambio, defendió el interés de los
emperadores por Italia, y sostenía que Othon se consideraba heredero
de los carolingios y de Carlomagno, y no podía hacer menos de la corona
imperial, si quería consolidar su autoridad como sucesor de Carlomagno.
Esta escuela consideró el interés en Italia como consecuencia
del carácter supranacional de la dignidad imperial. Por tanto para
esta escuela la coronación de Othon I fue un hecho positivo, y podemos
decir que necesario.
Hoy vemos esta polémica con más calma. La posición
de Sybel, antiromana, anticatólica, estaba determinada por el nacionalismo
alemán del siglo pasado. Ficher que vivía en el imperio Austro-húngaro,
y que era católico, tenía razón cuando dice que es necesario
valorar tal evento, partiendo de las condiciones de entonces, no según
nuestra visión actual.
Debemos también echar una ojeada a lo que dijeron los
contemporáneos de Othon sobre su coronación. Keller ha escrito
un artículo sobre el tema donde nos dice que hay fuentes de la época
que utilizan el título de emperador para Othon antes de su coronación.
Y sobre todo encontramos este título en la Crónica de Widukind,
donde habla del emperador después de su victoria sobre los húngaros
(955). Es importante ver que el título no estaba estrechamente ligado
a Roma y al papado como se pensaba en el siglo pasado. La coronación
por un Papa no era absolutamente necesaria para ser llamado emperador. También
encontramos este título en otros países.
En el pontifical romano-germánico del 960, encontramos
un ordo secundum occidentalis, donde se describe una coronación imperial
sin intervención de un Papa. Recibir la corono de manos de un Papa
era ciertamente un honor, pero encontramos que también era posible
sin la presencia papal.
Al porqué de la coronación de Otón I le podemos dar
podemos dar varias respuestas :
a) La relación con el Papado podía tener ventajas para la organización
de la iglesia imperial, a causa de la posición más alta de
un emperador. De hecho un resultado inmediato de aquella coronación,
fue el permiso dado a Otón para fundar un nuevo Arzobispado en Alemania
(Magburgo), y medio año después, el privilegio de poder erigir
diócesis en Alemania a su arbitrio.
b) Esta coronación sin duda significaba un aumento de la sacralidad.
La dignidad imperial era siempre una posición de hegemonía
; pero en circunstancias favorables podía intervenir también
en otros reinos que no pertenecían al imperio. Este no era sólo
un hecho político,sino también un aspecto de la realidad religioso-cristiana
del Occidente. Y precisamente en estos años encuentran difusión
y consenso, aquellas ideas en las cuales el emperador es colocado en la línea
de desarrollo de nociones escatológicas de la Iglesia. La presencia
del imperio romano en la mentalidad medieval constituye un baluarte contra
los enemigos de la fe y en particular contra las fuerzas del anticristo.
Cuando cae el imperio, significa que el anticristo viene. Es una idea que
está presente en el medievo hasta el siglo XVIII. Estas ideas nos
indican como la ideal imperial no estaba muerta, sino que era una idea muy
compleja.
A todo
lo anterior hay que añadir que el hecho que Italia y Alemania han
encontrado su unidad nacional solamente el siglo pasado, viene de la decisión
de Otón I de unir partes contrarias y siempre prontas a separarse.
Por otro
lado debemos decir que Otón no estaba de acuerdo con la idea que se
tenía en Roma de un emperador ; no quería el título
de emperador romano.
Por último
la coronación imperial era la consecuencia de la política de
expansión de Otón I y de los importantes grupos feudales de
Alemania, que tenían intereses económicos en la rica Italia.
Esta política expansionista, fue apoyada por poderosos grupos de la
aristocracia italiana, en gran parte de origen franco, alemán, bávaro
; luego, no de origen italiano y por el episcopado de Italia, que se prometían
gracias a un gobierno centralizado, más paz y más crecimiento
económico.
Apenas
abandonó Otón Roma, el Papa Juan XII, comenzó a mostrar
arrepentimiento de haber llamado al emperador. Entabló relaciones
con enemigos de Otón y con Bizancio ; lo que condujo a Otón
a regresar a Roma en el 963. El Papa huyó y fue depuesto por un sínodo
convocado por el propio emperador, eligiéndose a Juan XIII un miembro
de la familia romana de los Crescenzi.
Si bien,
también este Juan XIII tuvo que huir por breve tiempo, para escapar
de sus adversarios romanos, fue el primer Papa que plenamente colaboró
con los otones ; entró pues en la órbita de la iglesia imperial.
En el tercer viaje de Otón a Roma su estancia fue de
6 años, aunque no tanto por los asuntos romanos, como por las condiciones
del mediodía y para encontrar un acuerdo con los bizantinos. Por que
sobre todo en la Italia meridional sus intereses chocaban con los de Bizancio.
Otón como sucesor de los carolingios, pretendía la supremacía
sobre los ducados longobardos de Espoleto, Capua y Benevento, la Puglia y
Calabria. Mientras Basileus el bizantino los consideraba pertenecientes a
su zona.
Otón
tenía la convicción de llegar a un acuerdo con los bizantinos,
y posiblemente sin las armas ; no tenía intención de luchar.
En la Navidad del 967 hizo coronar como Cesar Augusto a su hijo Otón
II, por el Papa Juan XIII. En esto siguió el modelo carolingio ; es
la única vez en todo el medievo que un emperador se asocia un co-emperador,
un cesar. Otón deseaba el reconocimiento del imperio occidental por
parte de los bizantinos. Fue mandado a Oriente Liutprando de Cremona, personaje
de absoluta confianza de otón, para establecer tratos diplomáticos
con el emperador Niceforo Focas : reconocimineto del imperio Occidental,
y pidiendo también una princesa bizantina para su hijo Otón
II.
Este Liutprando,
ha dejado una narración sobre esta misión ; no fue ciertamente
el embajador más prudente y apta para esta misión, por que
estaba lleno de rencor hacia los bizantinos, por lo que la misión
fue un fracaso total. El asesinato de Focas y la subida al trono de Juan
Zimisques, hizo que la cuestión cambiara su rumbo. El nuevo emperador
tenía necesidad de reconocimiento por parte de otros países.
Otón
reconoció a Zimisques y este le reconoció como emperador de
los francos. Mandó una princesa de la casa bizantina Teofane, como
futura esposa de Otón II. Esta princesa tenía el defecto que
no había nacido en el palacio imperial por lo que disminuía
su valor, los sajones estaban desilusionados, venciendo al final la razón
política y fue aceptada. El matrimonio y la coronación de la
princesa fueron celebrados por el Papa Juan XIII (Roma 972). Muy pronto Teofane
mostró su capacidad intelectual y administrativa. Poco después
del matrimonio muere Juan XIII (972) y Otón I (973).
Otón
I fue sepultado en Magdeburgo. Widukind de Corbey, el gran cronista de los
sajones, exalta todas las dotes de este rey.