BEATO PEDRO PETRONI
1361 d.C.
8 de mayo
Nacido en Siena en 1311. En
su juventud se había curado a los enfermos e incluso los leprosos
de su ciudad, antes de entrar, diecisiete, en el Certosa di Maggiano contra
los deseos de sus padres en 1328. Durante su vida, Pedro tuvo muchas visiones
místicas y realizado milagros, o al menos éstos fueron atribuidos
a su intercesión por los fieles. Esto le causó una gran fama
y veneración, con todo el clamor de que el resultado de esto. Clamor
que no conviene, en particular, la gravedad y también a la serenidad
de la vida cartujana, hecha de silencio y recogimiento. Por lo tanto, el
prior de la Cartuja oró ante la Santa monaco que renuncie a sus actividades
y milagroso Pietro Petroni obedecieron. No realizado más milagros,
no molestar a la disciplina minuciosa. Y con eso que usted confirmó
religiosa verdaderamente ejemplar, totalmente digno de admiración
y adoración.
El claustro de la Cartuja no sonaban gritos más agradecidos;
las multitudes de fieles acudieron a la puerta del monasterio de Maggiano
parecía que la luz del milagro se había apagado en el cielo
del campo de Siena siempre. En lugar de una gracia más secreto leudado
dentro de esas paredes que tarde o temprano revelarían las virtudes
del santo Cartuja. Obeso, se convirtió en excesivamente grande, y
murió joven, en 1361. Por su tamaño Petrone fue llamado, es
decir, "gran Pedro", un apodo que se ha mantenido, al igual que un apellido,
el campeón singular de la obediencia, vale la virtud más milagros.
Se dice que 15 días antes de morir, le dijo algunas profecías
a su hermano, Gioacchino Ciani, a quien le confió la tarea de ir a
avisar a muchas personas entre las que Boccaccio (ver artículo anterior)
que si no había cambiado su conducta la vida sería condenado
al infierno. Daniele Crespi el famoso pintor milanés del siglo XVII,
vivo en el monasterio cartujo en Milán Garegnano, representado este
monaco con unas tijeras en la mano, ya que se dice que se cortó el
dedo índice de su mano izquierda para hacerse aptos para el sacerdocio,
que no se considera a sí mismo digno.