HISTORIA DE LA IGLESIA

EPOCA NUEVA

CUARTA PARTE: REFORMA Y CARIDAD

CAPITULO XIV

REFORMA Y VIDA ESPIRITUAL


1.- La religión cívica..

   Cuando hablamos de religión cívica nos referimos a un conjunto de prácticas de piedad, la cual comienza y es gestionada por la autoridad civil. La figura de los Santos llega ser como el estandarte de los municipios, un motivo de prestigio. En este tipo de religión, había implícito un concepto de oración muy característico: no una elevación hacia Dios, no un diálogo amigable con Él, sino una búsqueda o pretensión de beneficios (alejamiento de la peste, ayuda para vencer a las ciudades enemigas, prosperidad de los comerciantes...).

Para evitar que los modelos de santidad llegaran a ser un motivo de crítica para la Iglesia, la Santa Sede había tomado para sí las canonizaciones de los santos.

Los criterios para las canonizaciones fueron:

1)  Los fundadores de órdenes o religiosos ejemplares (San Francisco).

2)  Los ejemplos de humildad y pobreza.(Omobono)

3)  Aquellos que ha visto la ciencia como santidad (Tomás de Aquino).

4)  Los místicos que han revitalizado la estructura (Caterina de Siena).

Los Instrumentos de anuncio y las catequesis principales eran dos:

·      La predicación.

·      El Teatro.


2.- La predicación.

   La predicación constituía el principal instrumento de instrucción del pueblo de Dios. El desarrollo de la predicación era docere (persuadir el intelecto), movere (estimular la voluntad), delectare (conmover el corazón). Cayendo en Occidente el género homilético (la explicación de la Biblia versículo a versículo), se afirmó el sermón, que es un discurso destinado a demostrar una tesis, generalmente de carácter moral.


2.1.- El predicador:

   Debemos corregir algunas cosas sobre este tema. En primer lugar que los obispos fuesen .perros sin voz., pastores que no hacían sentir la voz a su grey. Además la imagen del predicador como un hombre extravagante, fanático, ignorante. El tercer prejuicio es el de una Iglesia atormentada en una enfermedad de muerte, incapaz de anunciar y de ser profeta.

  Sobre la cultura de los predicadores, estamos informados por un estudio de Hervé Martín, que demostró que la mayor parte de los predicadores eran gente culta , con grados universitarios o al menos una preparación seria en los estudios generales de los mendicantes.

   Por lo que se refiere a los obispos, es seguro que muchos de ellos eran incapaces de predicar. Pero en la Francia del Norte hubo nobles figuras de prelados, que se empeñaron en este ministerio con conciencia. En la práctica, un obispo debía predicar una docena de veces al año. Se puede encontrar en Francia (norte) más de treinta obispos que eran fieles al empeño de la predicación. Lo mismo podemos decir en Italia, hubo obispos mendicantes, con una buena capacidad para predicar.

   Es indudable, a su vez, que la mayoría de los párrocos fuesen incapaces de sostener una predicación cualificada. Los estatutos sinodales de Tours de 1396, recomendaban a los párrocos ofrecer a sus fieles una enseñanza moral digna, ya que ellos eran ignorantes. Pero nos podemos imaginar que hubo excepciones a esta regla general como Jean Gerson o Robert Ciboule.

   Estos predicadores eran retribuidos, con dinero o especies, generalmente de los funcionarios municipales. La mayoría de estos predicadores eran mendicantes, siendo predominantes los franciscanos y dominicos sobre los demás.

   Para ayudar a los predicadores se multiplicaron la recogidas de predicaciones, los volúmenes de las predicaciones, las artes de las predicaciones. Todos los elementos que indicaban la voluntad de aumentar el auditorio para tener una predicación verdaderamente popular.

   Fundamentalmente la colección de predicaciones de este periodo estaban en dos series, de tempore y de sanctis. La primera siguiendo el año litúrgico, partían generalmente del texto del domingo en el que se celebraba, y eran normalmente homilías tradicionales, sobre todo basadas en el Evangelio. Según las Artes praedicandi, el argumento del sermón , debía ser tomado de la Sagrada Escritura, para facilitar la exposición del predicador y la atención de los fieles, que así asimilaban el Evangelio. A veces algunos predicadores usaban el texto como base para enunciar los propios razonamientos.

   Durante algunos periodos litúrgicos particulares, ocurría que se predicaba todos los días, y el conjunto de sermones constituía un cuerpo único, en el cual se hacía una síntesis doctrinal, que era necesaria para un determinado público. Se conservan, por esto, una colección de predicaciones de Cuaresma, los sermones para el Adviento y los de la Pasión (que constituía una categoría aparte).

   Los sermones de los santos, tomaban la leyenda de la hagiografía medieval, eran lecciones de moral, que reclamaban a los mandamientos, pero sin intención de mostrar la posibilidad de imitación en la santidad. Pueden ser definidos de los ejemplos, de las simples historias. Una exigencia común a todos los tipos de predicadores era la de tener libros, en los cuales encontrar ejemplos, autoridad, e interpretaciones para los propios sermones.

   Cada predicador debía poseer la Biblia, siendo la Sagrada Escritura la fuente de cada homilía, tenían necesidad también de unos libros auxiliares que le ayudasen a .explotar. el texto sagrado. Se fueron tomando una gran cantidad de ejemplos de la Biblia, que reflejaban para los oyentes, las aplicaciones de la moral cristiana. Se multiplicaron las colecciones de ejemplos, diferenciándose según la orden religiosa, aveces de las regiones, o los puntos de vista.


2.2.- Lugar y tiempo de la predicación:

   Además de la Iglesia, la predicaciones se hacían en las plazas. Esto explica la presencia de púlpitos fuera de las Iglesias, sobre todo de las catedrales, o en las plazas principales, también como forma de alargar la capacidad de acoger a un gran número de personas. Los púlpitos podían ser monumentos (como en Pisa), o de madera o postizo.

   El auditorio se sentaba en la tierra, o se tiraba sobre la barriga o están en pie. A veces el número era exagerado si la valoración la hacían los cronistas o las autoridades locales. Los participantes, pocas veces son los pobres. Generalmente eran los devotos, personas con una cierta cultura o un grado medio alto.

   La duración de las predicaciones, se puede medir por la largueza de los discursos, que han llegado, como manuscritos, a nuestros días. Oscilaba entre 25-45 minutos, hasta las dos horas (dos sermones de Gerson).

Los tiempos coincidían con los momentos más importantes del año litúrgico. Para los obispos los tiempos de predicación eran:

n    Epifanía.

n    Purificación.

n    Ceniza.

n    Domingo de Pasión.

n    Domingo de Ramos.

n    Jueves Santo.

n    Santa Cruz y Corpus.

n    Pentecostés.

n    Adviento.

n    Visitación.

n    San Martín.

n    San Juan Bautista.

No se hacía en Pascua y Navidad, porque en tales ocasiones la liturgia ya era muy larga de por sí.


2.3.- Tipos de predicación:

Había tres tipos de predicación:

·      El .sermón moderno.

·      El .sermón antiguo.

·      El .sermón popular.


2.3.1.- El sermón moderno:

   Era el usado por los maestros universitarios. Se dirigía a un público universitario, por esto el sermón debía tener la misma estructura de una lección universitaria. Era parte integrante de la enseñanza de la facultad de teología. El maestro de teología debía .leer, disputar y predicar.. Era obligatorio tener no sólo la lectio, sino también en los días festivos el sermo.

   El objeto de esta forma de predicación era la enseñanza a través de la ilustración del intelecto. Por esto el contenido era esencialmente moral, no dogmático o filosófico. La filosofía era la estructura, es decir, la forma de tratar el tema con el método dialéctico usado en la escuela.

   La predicación se iniciaba con una oración, o con una exhortación a orar en silencio. Seguía la enunciación del tema que estaba constituido casi siempre por un pasaje bíblico. El tema enunciado venía subordinado al procedimiento de la división. Una división completa, adecuada, según las normas de la lógica, una operación esencial a la enseñanza. Existía una técnica muy desarrollada que enseñaba a encontrar el punto focal del tema y las relativas divisiones. Muchas veces las predicaciones por las muchas divisiones y subdivisiones; llegaban a ser un entramado árbol de conceptos, definiciones, clasificaciones. Pero esto no era un defecto para los autores; esto constituía el mérito principal, porque se iba a la predicación para instruirse o para ser estimulado a la práctica del bien.

   Seguía después la dilatatio del tema, es decir, el desarrollo cuya exposición estaba llena de citas derivadas de cada fuente, de la poesía, del derecho, de la erudición sacra o profana; otras veces se recurría al simbolismo y al alegorismo. Los predicadores escolásticos terminaron por aplicar la alegoría, que en la antigüedad era el sentido místico de la Escritura y consistía en establecer correspondencia entre los dos Testamentos, también fuera del ámbito de la Escritura.

  Después, en el siglo XIII, muchas veces se encuentra un nuevo elemento en los sermones de estilo elevado: el protema, es decir un segundo texto de la Escritura, puesto después del primero y aparentemente sin ninguna relación con el anterior.. el trabajo del predicador era demostrar la concordancia con el tema, a través de artificios e ingeniosos desarrollos.

  Para los literatos y los estudiantes universitarios era fácil de entender todo esto. Iluminado el intelecto, también la praxis , la acción concreta será renovada según los principio que han sido expuestos. Pero para la gente común, poco avanzada en los silogismos, esta forma de predicar resultaba demasiado académica y abstracta. Por esto los oradores trataban de adaptarlo. Pero la estructura de base, permanecía intacta.


2.3.2.- El sermón antiguo:

   Era una forma de elocuencia que seguía las reglas de la retórica clásica de Cicerón y Quintiliano. Esta forma de elocuencia fue usada por los humanistas. La gran cantidad de citaciones poéticas inducían a muchos oradores italianos a declamaciones teatrales, con inflexiones melodramáticas, que Erasmo encontraba deplorable. Algunos papas de esta época son amantes de escuchar este tipo de discursos (Alejandro VI, Julio II, León X).


2.3.3. La predicación popular: las misiones.

   Las predicaciones populares no era diversa substancialmente de los modelos anteriores. Muchas veces el predicador recurría a gestos y muchos ejemplos para el público que le escuchaba. Esta predicación podía ser itinerante, que era el carácter típico de la Observancia. De aquí se desarrollaron las Misiones populares.

   En el 1390 San Vicente Ferrer, dejando Avignon para dedicarse a una vida nómada consagrada a la predicación, dio comienzo a las misiones populares ambulantes, que después la Iglesia del XIV lo instituirá. Los orígenes de esta .invención. viene buscados en la renovación del espíritu apostólico característico de los Mendicantes. La misma denominación era indicativa de la novedad; al menos en origen, las órdenes religiosas encarnaban su estructura en el principio de la pobreza voluntaria, uniendo vida eremítica con la apostólica.

   El nuevo modo de predicar de Vicente Ferrer desarrolló una serie de características, que se encuentran en casi todos los países donde se difundió. La principal característica de la predicación del siglo XIV era el contenido moral, más que dogmático, pero el fin de la predicación itinerante, era la conversión de todo un pueblo, de llevar una vida de gracia y la práctica de los sacramentos. Esto se podía obtener invitando a la penitencia, volviendo a las grandes verdades de la salvación, con la ayuda de muchos confesores, a los cuales el papa había conferido el poder de absolver los pecados reservados. Estos religiosos no se movían aisladamente, sino que eran acompañados por un grupo de .penitentes., deseosos de prolongar el beneficio espiritual recibido, escuchando aún al predicador y acompañándolo con una especie de peregrinaje. A veces los penitentes, reunidos en confraternidad de flagelantes, precedían al predicador en la entrada en un lugar, suscitando en la gente la curiosidad y la piedad, preparando así espiritualmente al auditorio.

   Los predicadores no limitaban la conversión a las manifestaciones de entusiasmo, sino que exigían un cambio concreto de costumbres. Terminaban muchas veces, las misiones, con una especie de auto de fe: los hombres llevaban las cartas de juego o los dados y las mujeres los ornamentos inútiles y vanidosos, que venían quemados sobre una hoguera.

   Las misiones del siglo XIV tomaron, así, el papel de reforma social y llegaron a ser también un gran movimiento de paz, porque en cada lugar, apelándose al Evangelio, el predicador exigía la reconciliación entre las familias enemigas, entre las facciones políticas y también entre las ciudades adversarias. Predicaban a favor de los pobres, haciendo restituir los robos, las extorsiones y la usura, daban comienzo las obras de caridad, que continuarían después de su marcha. A veces obtenía de la municipalidad que se hicieran nuevas leyes más acorde con el ideal cristiano. En la práctica hacían un examen de conciencia de toda la sociedad.

    Teniendo, el predicador, un auditorio bastante ignorante, no se respetaban las reglas de la retórica y se mantenían sus palabra a un nivel notablemente mediocre. Por esto causó numerosas críticas de parte de los Humanistas de la época, que se reían de estos métodos medievales. Pero entre los mismos predicadores había una gran diferencia. Así Vicente Ferrer era un teólogo notable, el centro de su predicación era Cristo, y en sus predicaciones ponían aplicaciones concretas de como vivir conforme al Evangelio. Aunque después de una visión comienza a predicar la llegada del Anticristo, produciendo el pánico en mucha gente, e invitando a la penitencia.


3.- El teatro religioso.

   Junto a la liturgia tradicional se desarrolló las paraliturgias, iniciadas bajo la forma de canto dialogado, que en el curso del medievo se transformaron en verdaderas representaciones dramáticas, definidas como .dramas litúrgicos., que estaban en estrecha conexión con el rito. El drama no sólo utilizaba el mismo lugar del rito, sino también idéntico espacio arquitectónico, el cual se cargaba de un significado vagamente simbólico, representando, a veces, los lugares de la acción dramática. En su forma más simple, el drama litúrgico se desarrollaba en torno a un único centro generador y de referencia, normalmente el altar, que representaba el sepulcro o el pesebre de Cristo.

   La exigencia primaria de estas representaciones era educativa y pastoral. Con el tiempo la representación escénica viene asociada siempre más a la liturgia, llegando a tener una serie de .intervalos. para permitir a los fieles reposar, sobre todo la Noche de Navidad. Otras veces las representaciones escénicas fueron insertadas en el desarrollo de las ceremonias, haciendo difícil la distinción entre las dos partes y creando la mezcla de la lengua latina, que era la predominante, con la vulgar. A finales del medievo existían una serie de ciclos, a través de los cuales se enseñaban los principales misterios de la fe.

   Hemos de hacer notar que en estas representaciones que la .comicidad popular. estaba prácticamente excluida del teatro litúrgico. Y todos los papeles eran recitados con gravedad y realismo, subordinados a las imposiciones de la liturgia. La inspiración de la representación era muy elevada y rica desde el punto de vista dogmático, haciendo así suponer que los fieles obtuviesen un mejor conocimiento de la religión y permitiendo a los espíritus menos preparados, a través de estos métodos activos entrar en la enseñanzas propuestas.

   La evolución del teatro litúrgico, a partir del siglo XIV, generó las dramatizaciones en lengua vulgar de la Sagrada Escritura y de la vida de los santos a los cuales se les dio el nombre de misterios.. La estructura de las representaciones de los misterios estaba caracterizada por la concepción simultánea de la escena: los diversos elementos escenográficos representados, los varios lugares en los que debía desarrollarse la acción estaban todos presentes en la escena. La recitación debía mantenerse en un tono medio, se esforzaron en la expresión de los sentimientos, con predilección de una mímica intensa con abarcaba todo el cuerpo. En la mayor parte de los casos, tales representaciones debían ser espectaculares, extremadamente complejas e intensas, en las cuales venían implicados trucos y artilugios mecánicos.

  Su carácter era popular porque se dirigía a la gente, con la intención de interesarla, a veces los actores eran los mismos ciudadanos, y se establecía una elección directa entre los actores y el público.

   Así el misterio era sobre todo un hecho religioso ligado a la Iglesia, su objeto era exclusivamente religioso, incluso cuando, en ciertos temas, el espectáculo se encontró una degeneración, una farsa o divagaciones extrañas a la idea original. De hecho podemos decir que el personaje principal era el predicador, porque la acción dramática confirmaba o concretizaba cuanto él afirmaba. La pasión era uno de los temas típicos de representar en los teatros medievales.


4.- La pastoral sacramental.

   La pastoral y la religión popular se manifestaba en la importancia dada a los sacramentos.


4.1.- El Bautismo:

   Era administrado días después del nacimiento, porque había una verdadera psicosis de los hombres del medievo, tratando de evitar una muerte sin bautizar. Se trataba de evitar el Limbo, lugar que se pensaba que recogía a las almas sin bautizar y la sepultura fuera de los cementerios bendecidos. Para proveer el alma de los niños nacidos muertos, se creía que era suficiente llevar el cuerpo a un santuario de la Virgen, y esto era suficiente.

   A partir del siglo XIV comienzan en la Iglesia los registros parroquiales de los bautizados. Siempre el bautizo tenía un relieve fundamental y esto se manifestaba en ceremonias lo más fastuosas posible.

   El la ceremonia se le daba un nombre, que debía de ser el de un santo. Cuarenta días después del bautismo, era la purificación de la parturienta, que la reintegraba en la comunidad cristiana

   La confirmación tenía escaso relieve, porque pocas personas podían acercarse a recibir este sacramento. Los obispos no recorrían toda las diócesis, y no todos podían ir a las catedrales el día de Pentecostés para recibir el don del Espíritu Santo.


4.2.- Matrimonio:

   Cuando el concilio de Vienne fueron denunciadas las proposiciones de Pier de Juan Olivi (+ 1298), donde se negaba el carácter sacramental del matrimonio por dos motivos:

1)  Por el escaso relieve del sacerdote. Este era sólo un testigo, el intercambio de los anillos, en el cual se evidenciaba la donación corporal, se hacía fuera de la Iglesia, y frecuentemente sin la presencia del sacerdote;

2)  el hecho de que el sacramento se refiriera a la sexualidad.

   Pero paradójicamente el miedo al demonio, el cual influía sobre la impotencia de los hombres, era muy temido, y contribuía a aumentar el papel del sacerdote (bendición de los anillos, de la casa, del lecho).


4.3.- Eucaristía:

   La Eucaristía se consideraba más en el aspecto de .misterio., que en el comunitario. Otras veces se ponía en relieve más su conexión con la Pasión, que con la Cena y la Resurrección. El canon se leía .en secreto.. Los fieles asistían en silencio, a este ofrecimiento, del cual se subrayaba el carácter expiatorio por los vivos y los difuntos.

   El momento más importante era el de la elevación. Se interpretaba como el alzamiento de Cristo sobre la Cruz. Se difundió la idea de que quien mirase la Hostia, en aquel día no moría. El misterio eucarístico era por tanto considerado más como Presencia que como Cena. El momento más importante, de la devoción eucarística era el de la fiesta del Corpus Domini. El modelo de la procesión era el del ingreso de un príncipe.

   En 1381 en Würzburg se comenzó a hacer una exposición antes de la procesión, y una bendición después.. en paralelo con la forma devocional de las visitas marianas, se desarrolló la .visita. al S. Sacramento. Sobre la comunión, sabemos que se abandonaron ciertas prácticas de dudoso gusto, como el poner la eucaristía en la boca de los difuntos o en la tumba.

   La comunión en el siglo IV en Roma, España, en Africa o en la Galia era normalmente cotidiana. La razón era para vivir plenamente de Cristo debían participar todos los día en los misterios de Cristo. Pero con el paso del tiempo esto se fue dejando. Las razones eran:

1)  Bajo nivel moral medio de la comunidad cristiana;

2)  Respeto por el sacramento y miedo de profanarlo; los laicos casados podían comulgar si se abstenían del acto conyugal;

3)  Temor de infringir el ayuno.

   En los ambientes monásticos se comulgaba los domingos. Desde hacía tiempo la Iglesia buscó de hacer que los cristianos comulgasen al menos tres veces al año (Navidad, Pascua, Pentecostés: concilio de Agde del 506), hasta que el concilio Lateranense IV impuso la obligación de una comunión al año (por Pascua). En vez de la comunión se distribuía el pan bendito.

   De hecho fue esta praxis la que se impuso. Esta deriva de una doble preocupación pastoral: evitar la profanación pero a su vez favorecer la participación en el Banquete de la Vida. Si en el alto medievo el alejamiento había sido querido por la gente, ahora se imponían las condiciones para evitar que el sacramento fuese una condena para los fieles. Los misioneros raramente hablaban de la comunión.

   A pesar de esto nace un verdadero movimiento eucarístico en torno al monasterio de S. María d.Oignies. Santa Juliana del Monte Cornillon (+ 1258), va a iniciar una categoría de místicos que se nutrían sólo con la Eucaristía. Ella fue la portavoz de un mensaje para instituir la fiesta del Corpus Domini; a fin de fortificar la fe en Jesús, expiar los pecados, cometidos contra la divina majestad en el sacramento, reparar los atentados sacrílegos cometidos por los heréticos. Urbano IV que había sido Archidiácono de Liegi prescribe la fiesta en la Iglesia.

   Nace por tanto un movimiento favorable al encuentro frecuente con Cristo en la comunión. Gerson animaba para evitar el miedo. La Imitación de Cristo, tiene paginas grandiosas sobre la comunión.


4.4.- La confesión:

   En el De instructione confessorum, texto del 1444, está contenida la exposición de los preceptos de la Iglesia en la cual se especifica que todos los cristianos, a partir de los 12 ó 14 años, debían de confesarse al menos una vez al año. En los Statuta de París de 1429 se recomendaba confesarse de tres a cinco veces al año. La confesión pascual debía ser hecha por el párroco, salvo excepciones. Permanece en vigor la confesión a los laicos. Era un uso difundido en la iglesia latina después que se había experimentado los beneficios de las confesiones privadas.

   La legislación sobre los pecados reservados permanece en vigor también en este periodo. En Roma sobre todo se encontraban los penitenciarios de las diversas lenguas para ayudar a los peregrinos, que llegaban de todo el mundo, para recibir la absolución de los pecados reservados al papa. También se constata que la legislación medieval sobre la conmutación de las penas venía aún aplicada.

   Ciertos problemas conllevaron el hecho de los continuos cambios en el ámbito de la legislación, sobre todo sobre el derecho de los mendicantes a confesar. El clero parroquial, de hecho, contestaba a los hermanos tal derecho, y en Inglaterra, en la época de Wyclif, las discusiones sobre este tema, se hicieron particularmente ardientes.

   Siendo el tema muy importante, numerosos escritores redactaron una serie de manuales de las formas más diversas. La Summae de paenitentia, por ejemplo, servía para ayudar al confesor. Compuestos en el siglo XIII, fueron utilizados en seguida.

   Fueron compuestos de los tratados destinados a los penitentes. Los lectores debían de ser capaces de utilizarlos, estaban en lengua vulgar y no tenían la uniformidad de los manuales compuestos por el clero de cualquier país.

   Además habían libros de moral que, también  si no preparaban directamente a la confesión, ayudaban a los fieles al examen de conciencia. No faltaban obras sobre los vicios o sobre la virtud, con la clasificación de los pecados capitales y sobre las siete virtudes teologales y cardinales, y otras en la que se mezclaba la reflexión moral con la simbólica.

   Entre las obras más famosas del periodo está el Lumen confessorum, escrita por Andrea Didaco, para sus hermanos. Aunque no es el único escrito del tiempo, nos puede ayudar a entender como se administraba el sacramento. Primero venía impartida la bendición del penitente por parte del sacerdote; seguía el Padrenuestro y el Credo. Después que el confesor había interrogado e instruido al penitente, se imponía una penitencia, que variaba según la gravedad del pecado o en casos extremos era pública.

  El autor del Lumen, insistía en un retorno a la antigua severidad, visto que en los últimos tiempos se tendía a aligerar las penitencias, también estas debían de ser adecuadas al crimen, a la dignidad y a la función del penitente, a su estado social a los tiempos y los lugares. Las fórmulas de absolución indicadas por Didaco variaban con los diversos casos.

   Un problema particular se presentaba con las confesiones de personas que estaban en .estado de pecado. como los cortesanos, adúlteros y otros grandes pecadores. Bajo la influencia de Duns Scoto y de Ockahm, se había desarrollado una doctrina benévola según la cual, la absolución, acto de Cristo, era siempre eficaz y otras veces la misericordia de Dios llegaba a perdonar a los pecadores también en ausencia de méritos, por una fe total en las funciones sacramentales. Refiriéndose a esta doctrina Didaco afirmaba que, si el penitente no estaba arrepentido, la absolución no servía para su salvación, pero lo podría aliviar de las penas del infierno.

   Se desarrolló así un intenso debate sobre la attrizione, término con el cual se indicaba la contrición imperfecta del pecador temeroso del castigo, que no mostraba un gran dolor contra los pecados, como ofensas hacia Dios, o del amor por Él, Sumo Bien. Efectivamente se corría el peligro de facilitar una culpabilidad ligera en el pecador, al cual no podía ser negada la absolución y por lo cual podía sentirse dispensado del esfuerzo de cambiar de vida. En realidad numerosos textos, provenientes de varios ambientes, confirman que la confesión presuponía la contrición y la voluntad de enmendarse.


5.- Mysterium mortis.

5.1.- El miedo:

   En ninguna época la idea de la muerte ha sido cultivada con tanta regularidad e insistencia como en el siglo XV. Es cierto que la primera religión había inculcado con seriedad constante, el pensamiento de la muerte, pero los tratados que afrontaban el tema eran destinados a los monasterios. Con el desarrollo de la predicación popular, este tema llega a ser constante y universal. Hacia el final del medievo, a las palabras de los predicadores, se unieron las obras impresas con incisiones de madera, a través de las cuales las imágenes eran entregadas de forma simple y directa, con crudeza y precisión.

   En el alto medievo la muerte, era considerada como destino de la especie humana. Pero se consideraba la condición para el triunfo de Cristo que salva a la humanidad. Después de la invención de la imprenta, se imaginó que cada difunto tenía ligado al cuello un libro con el balance personal, como se representa en el ábside de Albi.

   Entre todas las ideas en torno a la muerte, en modo particular, en esta época, se acogió el elemento de la caducidad. Esta venía representado en la forma más visible e inmediata: la imagen del cadáver en descomposición. Hacia finales del siglo XIV, de hecho, las artes figurativas se llenaron de estos motivos, que están tratados abundantemente en los textos de los ascetas medievales con la idea de la putrefacción y de los gusanos hacia 1400 se desarrollan un notable vigor expresivo, ya sea en la escultura, como en la pintura, y en el mismo tiempo el tema se difunde sobre la literatura eclesiástica o popular. Por todo esto en el siglo XVI los monumentos fúnebres, presentaron con muchas variaciones las figuras del cadáver desnudo, putrefacto, y lleno de gusanos, con los miembros rígidos y la boca abierta.

   El asco que se tenía por la disolución del cuerpo, explica, entre otros, la importancia que se atribuía a la incorruptibilidad de los santos. Por el mismo motivo, se consideraba una de las glorias más preciosas de la Virgen, que en la Asunción al cielo, había preservado el cuerpo de la putrefacción.

   En el siglo XIV había aparecido la palabra macabre o como parece que fuese en su origen Macabré, siendo la palabra un nombre propio. Sólo con el tiempo de la danza macabra derivó el adjetivo, para nosotros peculiar y definido. A finales del medievo la concepción .macabra. de la muerte fue una de las grandes ideas dominantes. Intervenía de hecho en las representaciones de la muerte un elemento nuevo e impresionante, que el pensamiento religioso convirtió en motivo moral, transformándolo en .memento mori..

Ligado a todo esto, en el siglo XV, aparecen las cinco tentaciones con que Satanás podía imponerse sobre el alma del moribundo:

n    Duda sobre la fe;

n    desesperación por los pecados;

n    ataque a los bienes de la tierra;

n    desesperación por los sufrimientos;

n    orgullo por la propia virtud.

   La Iglesia podía conceder las indulgencias. Entre el siglo XIV y el XV esta práctica llega a ser frecuente . La indulgencia plenaria, reservada al inicio de la cruzada, viene concedida a los peregrinos que se acercaron a Roma en el jubileo del 1300, y su periodicidad fue puesta cada 50 años y después a los 25. Para obtener la remisión de los pecados era suficiente con hacer una peregrinación penitencial y pagar una suma de dinero. Con el paso del tiempo las indulgencias se convirtieron en un gran negocio, en el cual estaban inmersos, banqueros, comerciantes, y grandes prelados. Predicadores sin escrúpulos, desarrollaron numerosas campañas propagandísticas para convencer a los fieles que dejando el dinero, para intercesiones de la Iglesia, tendrán la remisión de los pecados y la abreviación del periodo de tiempo que debían pasar en el purgatorio.


5.2.- Via mortis:

   La muerte era considerada como un evento complejo que pasaba a través de varias fases. La primera era la de la previsión, la del anuncio. Lo más temido era la muerte imprevista, y por esto se invocaba a la Virgen de la Misericordia, San Cristóbal y Santa Bárbara, para que el cristiano no fuese cogido por la muerte sin preparación. La muerte venía así anunciada, como una vocación. El moribundo se preparaba con el testamento. Se proponía dividir la heredad, pero también se preparaba para resarcir a los pobres; se hacían legados para el sufragio del alma, y se organizaba el funeral, estableciendo el número de sacerdotes, el lugar y la cualidad de la sepultura, la distribución de panes y de dinero a los pobres.

   Sucesivamente el moribundo recibía los sacramentos. Para favorecer esto, se construían capillas en los lugares aislados, cercanas a los cuales residían los capellanes para dar los últimos sacramentos. El sacerdote, revestido con la casulla y la estola, precedido de clérigos con velas, campanilla y pequeño cortejo de devotos se acercaba a la casa del moribundo. Asperjaba con agua bendita la habitación, confesaba al moribundo, y lo invitaba a hacer testamento. Recitaba unos pocos salmos penitenciales, las letanías de los santos, y le daba el viático, mientras el enfermo, si podía, tenía la vela en la mano. Después lo bendecía y volviendo a casa, quemaba cualquier cosa que había sido usado en el rito .propter maleficia. Apenas moría se metía en la boca del difunto una moneda, el .dinero de San Pedro. Se abría así la ultratumba.


5.3.- El purgatorio:

En 1981 se habló mucho de la tesis de Jacques Le Goff sobre el .nacimiento. del Purgatorio. La obra se divide en tres partes:

·      la ultratumba antes del Purgatorio;

·      el nacimiento del Purgatorio;

·      el triunfo del purgatorio.

   Según su teoría el Purgatorio nace entre el 1170 y el 1180, cuando el término .purgatorius. usado como adjetivo viene a ser usado como sustantivo. Luego llega ser un lugar y un tiempo.

   Esta transformación aparecería en el sermón 42 de Diversis de San Bernardo, que Le Goff atribuye a Nicola de Clirvaux, y en una carta de Nicola de S. Albano a Pietro de Celle. Esta invención viene puesta en relación con el renacimiento de la ciudad y con la aparición de los mendicantes, que fueron los promotores de la idea para:

· obtener ventajas políticas para la Iglesia;

· aumentar el poder espiritual sobre los fieles;

· recabar ventajas financieras a través del infernal sistemas de las indulgencias.


   Finalmente Goff llega a la conclusión que fueron los usureros, para obtener beneficios los que inventaron el Purgatorio. Con mucha soltura usa textos, sin tener en cuenta la tradicional oración por los fieles difuntos que se hacía en la Iglesia. Pasa incautamente de la descripción fenomenológica del Purgatorio, con fuego, tormentos, pretendiendo recabar deducciones en el campo teológico. Utiliza de los textos teológicos, cualquier escrito visionario y algunos trozos de la inmensa literatura de los ejemplos. Creemos que desea manipular voluntariamente a la gente.

Podemos decir que Santa Caterina de Siena (1447-1510) habla del Purgatorio no como estado de sufrimiento, sino de gozo.


6.- El sentimiento religioso.

6.1.- Christus patiens:

   La espiritualidad medieval era fuertemente cristocéntrica. La Trinidad era como reducida al sólo Cristo, frecuentemente llamado .Padre. o .Madre. Todo está reducido a la soteriología, la misa, más que sacramentum laudis era considerada como representación del Calvario.

   Todos los títulos de Cristo son resumidos en el Salvador. La realeza de Cristo es vista desde la perspectiva de la cruz. Central fue la devoción a la Pasión. Está difundida la hipótesis que fueron numerosas depresiones las que cayeron en Europa en el siglo XIV que turbaron la psicología colectiva, difundiendo una angustia, en la cual el culto de la Pasión sería una de las manifestaciones.

   Según San Bernardo y San Buenaventura, el sacrificio de Cristo no era sólo la expiación de la culpa de Adán, sino que debía dar al hombre una lección de amor. El Padre, después del sacrificio del Hijo, esperaba, por esto, el reconocimiento del hombre, y por tanto los fieles debían esforzarse en amar a Dios como ellos eran amados por Él. La manifestación privilegiada de este amor parecía ser la emoción que se probaba contemplando la cruz y por esto la compasión era la prueba de la piedad.

   A partir del siglo XIII, los ánimos se difundieron más por las emociones que la Pasión suscitaba, y estaba en total compenetración por la imagen de Cristo y de la Cruz. Al final de la primera infancia, la imagen de Cristo venía impresa fuertemente en los ánimos, tanto como para no dejar casi espacio a las otras emociones.

   Para promover la piedad, se multiplicaron las reliquias de la Pasión: de la Cruz, de la Santa Espina o de la Corona de Espina, de los sudarios, (Sindone de Turín), del velo de la Verónica, etc.

   Para ayudar a la piedad, también aparecieron las imágenes del crucificado, no como una figura serena, ni real, sino representando un hombre sufriente, multiplicando los crucifijos. Éstos, con forma de cruz griega, eran buenos contras las tentaciones. Aparecerán nuevas escenas, como la Verónica, el .Cristo piadoso., es decir, el Cristo sentado en la angustia. En muchas partes se construyeron los Santos Sepulcros. Muchos fueron también los símbolos, como los emblemas de la pasión, también los signos alegóricos.

   La Semana Santa era por definición, el tiempo reservado por la Iglesia al recuerdo del Calvario. El pueblo repetidamente revocaba los tormentos sufridos por Jesús, asistiendo al oficio, escuchando las predicaciones, y asistiendo a las representaciones del misterio. Pero la conmemoración del Cristo doloroso duraba todo el año y no se limitaba al tiempo Pascual. El Viernes de cada semana era recordado como el Viernes santo; todas las campanas de la cristiandad a mediodía sonaban para recordar el drama del Gólgota.

   El culto del Cristo sufriente dominó también la liturgia. De hecho los gestos del sacerdote y sus vestiduras sacerdotes eran interpretados como signos de la Pasión, el tintineo de la campana antes de la Elevación, imitaba el rumor de las cuerdas mientras lo elevaban en la Cruz. Ya desde hacía tiempo, los clérigos asociaban cada oficio canónico, al recuerdo de una etapa de la Pasión. Un papel importante tomó las Vísperas, que recordaban el lamento de María cuando toma el cadáver del hijo entre los brazos (la piedad), se toma la costumbre de invocar al sufrimiento del Salvador, todos los actos más simples de la vida cotidiana.

   Los fieles, para revivir más intensamente el drama del Calvario, se hacían frecuentemente flagelaciones, o al menos deseaban caminar como Cristo ha caminado, caer como Él. Viene usado por tanto el via crucis. Se tendrán también otras devociones: devoción a las caídas, a las cinco llagas, meditación sobre las palabras de Cristo en la Cruz.


6.2.- Devociones marianas:

   La piedad mariana en Oriente, siempre ha contemplado a María a la luz de la Parusía, mientras en Occidente María ha estado como imagen de una Iglesia en marcha.


6.2.1.- Madre gozosa:

   Al inicio del siglo XV el tema de la Anunciación, llegó a ser dominante en la iconografía. La importancia de la devoción está ligada a la creciente fe en la protección de María, pero también al influjo del amor atento, y del nuevo papel de la mujer, de una mujer finalmente no más sujeta a la autoridad masculina. Es un mujer libre como Caterina, Brígida, Francesca, capaz de decidir.

   Se desarrolla la oración del Avemaría, del Angelus, y las Letanías. En cuanto al Avemaría, a finales del XII, está atestiguada el recitar de la primera parte, hasta .ventris tui.. En 1440, en un sermón de San Bernardino se adjuntaron las palabras .Sancta Maria ora pro nobis peccatoribus.. En 1483 la segunda parte era completada. El nombre de Jesús y el .Amén final. fueron unidos al final del siglo XV.

   El Angelus Domini, fue introducido como oración de la tarde, por la paz. En 1318 Juan XXII concedió indulgencia a la práctica de rezar tres Avemaría por la tarde. Además se introduce la oración por la mañana, testimoniado por la crónica de la ciudad de Parma de 1318, y al mediodía, como recuerdo de la Pasión. El Rosario es llamado también .salterio de la Beata Vergine., porque la oración del Avemaría se repetía 150 veces al día (como el salterio davídico), por los monjes y literatos.

   En el XIV el Cartujo Enrico di Kalkar divide el salterio de la Virgen en 15 décimas con un Padrenuestro. Entre 1410 y 1439, Domenico de Prusia reduce el salterio de María a 50 Avemaría. Cada una con una cláusula de invocación, una especie de recuerdo mnemotécnico que se refería a la vida de Cristo:

n    14 de la vida oculta;

n    6 de la vida pública;

n    24 de la Pasión y muerte;

n    6 de la gloria.

Alain de la Roche (1428-1478) divide el salterio en tres partes: misterios gozosos, dolorosos, y gloriosos.

   Importante es también el desarrollo de las letanías. Estas derivan de la ya existentes de los santos (siglo VII), que tenían un carácter popular y eran usadas en las procesiones de los santos.

   Antes de que se impusieran las letanías laureadas, teníamos diversos tipos de letanías, las venecianas o marcianas, usadas hasta el 1820, y las deprecatorias, con invocaciones como .intercedere pro me., .miserere michi. y  las Notlitanei con .laudo et adoro., con invocaciones de ayuda en la vida y en la muerte. Las letanías laureadas se desarrollaron por invocaciones como : amiga, esclava, arca, auxilio, flor, madre, etc. que se usaban en la piedad popular.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN. Los franciscanos eran los mayores defensores de la concepción inmaculada de la Virgen, apoyados por otros. Los dominicos sostenían la tesis opuesta. Los papas se abstuvieron prudentemente de pronunciarse a fin de que en el Concilio de Basilea de 1439, fue declarada la verdad de fe, de que la Virgen fue concebida sin pecado, aunque no viene sancionado por Roma que intentó imponer una moderación entre las dos partes teológicamente adversas.

   Es sintomático el hecho de que la defensa de esta verdad tuviese un carácter popular. Por esto Cano reivindicaba a los teólogos que profundizaran en la verdad de fe sosteniendo que el pueblo, cuando sentía hablar de esta verdad se agitaba, murmuraba y protestaba.

   Fueron Duns Scoto y los franciscanos en general, quienes defendieron y propagaron esta verdad popular y sentida. Conectada con la devoción de la Inmaculada fue la de Santa Ana, en cuanto la concepción de María viene representada con un beso entre Joaquín y Ana.

   El misterio de la Navidad fue el centro de una devoción que se humanizó. María viene representada en su embarazo, en la Visitación, que el concilio de Basilea quiere celebrar como fiesta para toda la Iglesia, pero sobre todo como Madre de Dios en el pesebre, en la .Majestad., en la Virgen de la Leche.

   Está también la virgen de la Humildad, sentada en la tierra o de rodillas delante del Niño, las imágenes de infinita ternura de María que aprieta al Hijo contra el seno, que lo mira jugar con un fruto o con un pajarillo.


6.2.2.- Madre dolorosa:

   Pero en María los fieles miraban sobre todo a la mujer obediente a la voluntad de Dios, había estado a los pies de la cruz. La atención estaba puesta en esta trágica maternidad, y la emoción dolorosa sobre sale sobre la contemplación de la Virgen serena con el Niño, que había dominado la generación precedente, como se puede notar por la gran difusión de la Piedad, en numerosas obras escultóricas. Jesús a los pies de la Madre o sobre sus rodillas. María a veces es representada en el desvanecimiento. Contra las aberraciones de los flagelantes, la Madre Dolorosa contribuía a orientar a los fieles hacia una devoción no sanguinaria, sino orientada hacia la misericordia y la compasión.


6.2.3.- Madre gloriosa:

   Asunción y Realeza de María fueron verdades familiares a la piedad del tiempo. La Coronación de María venía reconocida como .diversa. de nosotros y por lo tanto capaz de intercesión y de protección.

   La Madre de Jesús era aquella que intercedía por la humanidad, aquella a la que la gente cristiana se volvían para obtener gracia y milagros. Esto hace que en este periodo se construyeran innumerables santuarios dedicados a la Virgen, de los cuales la mayor parte no era conocida fuera de la propia región.

   De aquí nace el modelo de María de la Misericordia o de la Capa, que protege bajo el manto a sus devotos, o la devoción a la Maternidad espiritual de María, testimoniada entre otros por s Bernardino de Siena o s. Antonino de Florencia.


6.2.4.- Exageraciones:

   La devoción a María ha conllevado también exageraciones. Son un testimonio las representaciones teatrales de Miracles de Notre Dame. En uno de estas, una mujer era acusada de tener una relación con el yerno. Después de haber rogado a la Virgen, lo hace asesinar. Condenada a la hoguera, mientras pasaba delante de la imagen de María, pide rezarle. Dios mismo interviene y ordena a la madre salvar a esta devota. María manda a los arcángeles, Gabriel y Miguel, liberar a la mujer, que entra en un convento.


6.3.- Los Santos:

   Por lo que respecta al culto de los santos es necesario recordar que la Iglesia buscó siempre de hacer respetar el carácter relativo del culto. No sabemos que valor tenían los santos en la conciencia popular. Es cierto que eran figuras tan reales y tan familiares en la vida religiosa común que todos los impulsos religiosos más superficiales acababan por recogerse en ellos. Todo contribuía a conferir a los santos populares una realidad tal, que la imaginación popular estaba completamente apoderada por el tema. Se conocían sus milagros, sus martirios, eran vestidos como el pueblo y se podían encontrar entre los peregrinos o los enfermos. Sólo con la Contrareforma los santos se pusieron en un puesto más alto, como deseaba la Iglesia.

   La corporeidad que los santos había obtenido por medio de las figuras artísticas había sido acrecentada por el hecho de que la Iglesia había apoyado el culto a sus reliquias. Cuando se trataba de reliquias la robusta fe del medievo no temía las desilusiones ni las profanaciones.

   Como el santo había tomado una forma corpórea, estaba ausente de la esfera de los sobrenatural, así que el mundo de las visiones y de las apariciones aparece muy separado del mundo de los santos. El miedo ante lo sobrenatural, se basaba sobre cualquier cosa extraordinaria, inaudita, terrorífica, mientras las representaciones de los santos con sus figuras daban sensación de familiaridad y de serenidad.

   Por todo esto el mundo de los santos salía a la superficie a veces perdiendo su dignidad. Cada figura de santo tenía una imagen bien delineada, con su individualidad que se explicaba por sus funciones especiales. Según la necesidad de cada uno, se invocaba un santo u otro, fijando así un ámbito especial de misericordia para cada uno, y llegando a concebir el poder del santo como algo personal, fuera del principio de intercesión cercano a Dios. También se fue uniendo los castigos del santo, con las cosas malas que sucedían en la vida (una enfermedad por ejemplo), y sólo se podían remediar con procesiones, rezos y votos. De aquí que la fe venía fuera de la esfera ético religiosa de Cristianismo para entrar en la mágica del paganismo.

   Mucho contribuyó a esto, el culto de las reliquias, que llevaron a unas exageraciones increíbles. En el 400, las figuras de los santos canonizados fueron principalmente aquellos grandes predicadores, que trabajaron por la reforma de la Iglesia como Vicente Ferrer, Bernardino de Siena, el Capistrano, Giacomo de la Marca. Era signo que se deseaba evitar que el culto de los santos fuese dejado a elección local e a la .religión civil..

   De todos modos el fervor y las formas exageradas del culto de los santos revela sobre todo la profunda angustia que atenazaba a los fieles de la época. Muchas de las invocaciones de ayuda eran sin duda por el deseo de alejar algunas de las preocupaciones que existían. Pero entre estas y la de la muerte aterrorizaban a la gente porque concernía al mundo ultraterreno, incognoscible, por lo tanto, más temido.

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(Samuel Miranda)