RELIGIOSIDAD POPULAR



   Religiosidad Popular es el conjunto de manifestaciones de la fe selladas por Dios dentro de un pueblo con una determinada cultura. Los agentes pastorales realizaron y siguen realizando sus labores dando las orientaciones necesarias con el fin de resaltar las prácticas de la religiosidad popular a partir de sus valores para recobrar el sentido original de las cos¬tumbres regionales. Entre manifestaciones populares de fe po¬demos mencionar: persignarse, santiguarse, agua bendita, pro¬cesiones, veladas, rosario, promesas, misas de honra, etc.

  En el conjunto del pueblo católico latinoamericano aparece, a todos los niveles y con formas bastante variadas, una piedad popular que los Obispos no pueden pasar por alto y que necesita ser estudiada con criterios teológicos y pastorales para descubrir su potencial evangelizador. América Latina está insuficientemente evangelizada. La gran parte del pueblo expresa su fe prevalentemente en la piedad  popular. 

   Las manifestaciones de piedad popular son muy diversas, de carácter comunitario e individual; entre ellas se encuentra: el culto a Cristo paciente y muerto la devoción al Sagrado Corazón diversas devociones a la Santísima Virgen María, el culto a los Santos y a los difuntos, las procesiones, los novenarios, los sacramentos, las promesas, etc.

   La piedad popular presenta aspectos positivos como: sentido de lo sagrado y trascendente; disponibilidad a la Palabra de Dios; marcada piedad mariana; capacidad para rezar; sentido de amistad, caridad y unión familiar; capacidad para sufrir y reparar; resignación cristiana en situaciones irremediables; desprendimiento de lo material.

   Pero también presenta aspectos negativos: falta de sentido de pertenencia a la Iglesia; desvinculación entre fe y vida; el hecho de que no conduce a la recepción de los sacramentos; valoración exagerada del culto a los santos con detrimento del conocimiento de Jesucristo y su misterio (muchos fervientes católicos endiosan a la Virgen María); idea deformada de Dios; concepto utilitario de ciertas formas de piedad; inclinación, en algunos lugares, al sincretismo religioso; infiltración del espiritismo y, en algunos casos, de prácticas religiosas del Oriente. Con mucha frecuencia se ha suprimido formas de piedad popular sin razones valederas o sin sustituirlas por algo mejor. (Puebla 910-915)

   La gran parte de la vida de los pueblos depende de la religiosidad popular, porque nos identifica con Jesús cercano, que sufre, que escucha, que nos salva y nos vemos identificados con Él, en las veladas, en las procesiones..., las mismas que deben integrarse a nuevas expresiones de oración, las ofrendas y otros símbolos como las que se ven en el campo.

   La religiosidad popular, en su conjunto, puede ser una forma comunitaria de resistencia frente a la cultura dominante (individualismo, consumo, neoliberalismo…), y así la fe popular encuentra su espacio propicio para su crecimiento.

   La fe de nuestro pueblo es sensible, emocional no es abstracta ni racional. Su fe brota de la misma vivencia real del hombre y es vinculada con la expresión de símbolos, cuentos, mitos, creencias, sueños…De alguna manera todo podría a ayudar a crecer en la fe auténtica             

   En el Encuentro Regional de la Pastoral Juvenil realizado en Pucallpa en febrero ´96, dedicado en totalidad al tema de creencias y religiosidad popular, los jóvenes de la Selva dijeron que lo más predominante en cuanto a la religiosidad popular, es la practica del uso del agua bendita como signo  salvador y el acto de persignarse, pues se considera como el símbolo que le da sentido a nuestra religiosidad.

   El agua bendita además purifica nuestra alma y protege del mal. El acto de persignarse en cualquier momento (un entierro, pasar por una Iglesia, entrar en ella, etc.) es un signo que nos identifica como cristianos, nos protege y al mismo tiempo es sentir que Dios está con nosotros. Juan Pablo II ha hablado en diversas ocasiones de la Religiosidad Popular, de sus valores y teorías, de ese carácter suyo de ser la encarnación cultural de la fe.

   Pero quizá lo más interesante del Papa es su preocupación y su enseñanza en torno a la relación fe- cultura. Ante todo, lo que dice en su carta de creación del Consejo Pontificio para la cultura:<<La síntesis entre cultura y fe no sólo es una exigencia de la cultura sino de la fe. Una fe que no se hace cultura, es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, ni fielmente vivida>>.

   La Religiosidad Popular según el Papa es>>aquel conjunto de principios y valores que constituyen la sabiduría (u ethos) de un pueblo>>. Con esas palabras se está reiterando la valoración de la Religiosidad Popular como inculturación de la fe y como pautas de evangelización e inculturación.

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(Samuel Miranda)