LA RESURRECCION DE CRISTO
El artículo del
Credo: "Resucitó al tercer día", nos enseña que Cristo
por su propio poder juntó su alma con su cuerpo, para nunca más
morir.
Es de advertir que en tanto que los demás muertos
que han resucitado, han sido resucitados por el poder de Cristo, éste
resucitó por su propia virtud.
Advierte el Catecismo Romano la conveniencia de que resucitara
al tercer día; pues si hubiera resucitado antes, su muerte no hubiera
quedado comprobada, así como tampoco su Resurrección, prueba
de su divinidad.
Los guardias que custodiaban el sepulcro no lo vieron
resucitar. Pero sintieron el terremoto que acompañó su Resurrección,
y vieron que un ángel del Señor bajó del Cielo, removió
la piedra del sepulcro y se sentó en ella. Su semblante deslumbraba
como el rayo, y sus vestiduras eran como la nieve. Los guardias repuestos
del espanto que sufrieron, refirieron lo ocurrido a los príncipes
de los sacerdotes.
María Magdalena y otras santas mujeres fueron el
domingo muy de mañana al sepulcro y lo encontraron vacío.
Cristo se les apareció, y les ordenó que anunciaran su Resurrección
a los discípulos (Mateo 28; Marcos 16; Lucas 24; Juan 20).
Después siguieron las diversas apariciones, ya
a algunos de los Apóstoles en particular, ya a todos reunidos en
el Cenáculo, y a todos los discípulos. San Pablo da cuenta
de que una vez se apareció a más de 500 hermanos, a cuyo
testimonio apela.
IMPORTANCIA DE ESTE MILAGRO
El milagro de la Resurrección es el más
importante que obró Jesucristo, la prueba más clara de su
divinidad, y el principal fundamento de nuestra fe. Así escribía
San Pablo a los Corintios: "Si Cristo no resucitó, vana es nuestra
predicación, y vana vuestra fe" (1 Corintios 15,14).
Da mayor valor a este milagro la circunstancia de que
Cristo profetizó en diversas ocasiones su Resurrección.
Esto lo sabían no sólo los Apóstoles, sino también
los enemigos de Cristo; y así se apresuraron a pedirle a Pilatos
guardias para el sepulcro, no fuera que sus discípulos lo robaran
(Mateo 16,21; 20,19).
"Nos acordamos, dijeron los judíos a Pilatos, que
aquél impostor, estando todavía en vida, dijo: después
de tres días días resucitaré. Manda, pues, que se guarde
el sepulcro hasta el tercer día, no vayan sus discípulos y
le hurten, y digan a la plebe: ha resucitado de entre los muertos; y sea
el último engaño más pernicioso que el primero. Les
respondió Pilatos: Ahí tenéis la guardia; id y ponedla
como os parezca. Con esto yendo allá, aseguraron bien el sepulcro,
sellando la puerta y ponieno guardias" (Mateo 27,63-66).
PRUEBAS DE SU RESURRECCION
Sabemos que Cristo resucitó verdaderamente por
el testimonio de los Apóstoles y de muchos discípulos que
le vieron muchas veces después de su Resurrección, que hablaron
con Él, y llegaron a tocar su cuerpo, como el Apóstol Tomás.
Aparición a los discípulos en el Cenáculo:
Estando los discípulos en el Cenáculo, Jesús
se les apareción de repente y les dijo: " La paz sea con vosotros".
Viendo su temor agregó: "¿De qué os asustáis?
Mirad mis manos y mis pies, yo mismo soy; palpad y ved que un espíritu
no tiene carne ni huesos, como vosotros véis que yo tengo". Dicho
esto, les motró las manos y los pies" (Lucas 24,36).
Como ellos no le acabasen de creer, pues el gozo y la
admiración los tenía fuera de sí, Jesús les
pidió de comer; le presentaron un trozo de pez; Él comió,
y en seguida, les explicó las Escrituras, diciéndoles: "Así
era necesario que Cristo padeciese, y que resucitase de entre los muertos
al tercer día" (Lucas 24,46 y 46).
La aparición a Santo Tomás fue de la siguiente
manera: cuando los discípulos le dijeron: "Hemos visto al
Señor", Tomás, que había estado ausente, no quiso
creerles, sino que les replicó: "Si no veo en sus manos la señal
de sus clavos, y meto mi dedo en el lugar que en ellas hicieron los clavos,
y mi mano en la llaga de su costado, no creeré".
Ocho días después estaban todos reunidos, y Tomás
con ellos. Jesús se apareció y los saludó: "La paz
sea con vosotros". Luego dijo a Tomás: "Mete aquí tu dedo
y mira mis manos; da acá tu mano y métela en mi costado; y
no quieras ser incrédulo, sino fiel". Tomás exclamó:
"Señor mío y Dios mío". Jesús le replicó:
"Tomás, porque has visto has creído; bienaventurados aquellos
que sin haber visto, han creído" (Juan 20,24ss). Cristo pudo entrar
en el Cenáculo, estando las puertas cerradas, porque uno de los dotes
de los cuerpos gloriosos es la sutileza, o sea, el poder de penetrar otros
cuerpos.
FRUTOS DE LA RESURRECCION
De la Resurrección de Cristo hemos de sacar los
siguientes frutos:
a) Fe firme en su divinidad y en la de su Iglesia.
b) Esperanza de que como Él, resucitaremos algún día.
c) Propósito de levantarnos del pecado, representado por su
muerte, a la virtud y santidad, simbolizada por su Resurrección.
Esta es la clara doctrina de San Pablo: "Así como
Cristo resucitó de la muerte a la vida, así también
nosotros vivamos con un nuevo género de vida" (Romanos 6,4). "Si
resucitásteis con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde Cristo
está sentado a la diestra de Dios; saboreaos con las cosas de lo alto,
y no con las de la tierra" (Colosenses 3,11).