Romano
Donato nació en 1921 en San Donato de Lamon (Belluno - Italia),
en una familia muy pobre; era el segundo de seis hijos. Durante toda su
vida Romano animó a los suyos a soportar con paz y abandono en
la Providencia su penosa situación económica.
Después
de la escuela primaria, el pequeño Romano entró en el
seminario menor de Feltre, y después en el seminario mayor de
Belluno, donde tuvo como vice-rector al P. Albino
Luciani (futuro Papa Juan Pablo I), que le amaba mucho y que
dejó de él un testimonio muy significativo. Cuando
tenía 18 años, Romano hizo voto perpetuo de castidad.
Durante los años de estudios teológicos, maduró en
él una solida vocación monástica, pero sus
superiores y directores espirituales le aconsejaron esperar a la
ordenación sacerdotal, que recibió el 29 de junio de 1946.
Inmediatamente
después de su ordenación, dejó su diócesis
y entró en la Abadía de Tre Fontane, en Roma. Hizo su
profesión solemne en 1951 y cursó estudios en la
Universidad Gregoriana donde, en 1953, obtuvo su licencia en
teología. Fue Maestro de hermanos conversos, chantre, luego
Maestro de Novicios y Prior.
En
1961, respondió a la invitación del Abad de Latroun, que
buscaba voluntarios para realizar en el Líbano una
fundación trapense de rito maronita, y obtuvo de sus superiores
el poder participar en ese intento, que se preparaba en Latroun. En ese
monasterio el P. Romano emprendió el estudio del árabe, del siríaco y de la
liturgia oriental. Dado que el proyecto libanes había sido
abandonado al no recibir la aprobación del Capítulo
General de la Orden, en el mes de diciembre de 1963 el P. Romano
dejó el Oriente Medio y regresó a Tre Fontane, donde el
abad, que conocía la seriedad de su compromiso monástico,
su virtud y su vida interior, le permitió llevar una vida
solitaria en la propiedad del monasterio.
Poco
después fue nombrado un nuevo superior en Tre Fontane, que
pensó que debía negar al P. Romano la posibilidad de
continuar su experiencia de soledad cerca de la comunidad. Y
él, que había llegado ya a la certeza de una llamada del
Señor a una vida más austera y solitaria, pidió en
ese momento un indulto de exclaustración, que le fue concedido
"bajo la responsabilidad (ad nutum) de la Santa Sede para
vivir como ermitaño".
Después de un período de búsqueda, partió
para el Líbano y se puso bajo la autoridad del obispo melquita de
Baalbeeck, viviendo como solitario en Jabbouleh, en
una ermita situada en un terreno propiedad del obispado. Fue en Jabbouleh
donde él vivió sus últimos años, llevando
una vida muy austera, con un régimen alimenticio apenas
suficiente, sin tener nunca calefacción, sin muebles ni confort.
El
mantuvo siempre relación fraternal con algunos hermanos y
antiguos superiores de Tre Fontane, preocupado siempre del bien de la comunidad de una
manera clara y serena, que era expresión de su alma limpia y tranquila,
sensible y llena de amor. La penitencia no le endureció. Iba
hasta el fin de todo lo que hacía, pero sin perder su buen
sentido práctico y sin crispación. Por el contrario,
siempre estaba alegre, sonriente, amable, lleno de humor e incluso de
ternura. Todos los testimonios hablan de su gozo y de la
irradiación de la presencia de Dios en su rostro, frutos
también de ciertas experiencias místicas, de las que
él guardó un celoso secreto, pero que se traslucen
claramente en sus "Notas íntimas".
El
P. Romano vivió entre los musulmanes amándoles mucho,
orando y perdonando. Arrestado durante la noche por soldados sirios que
habían allanado y saqueado su ermita, fue liberado en seguida
por el comandante musulmán que, por su parte, se encomendaba a
sus oraciones. P. Romano decía que el mejor apostolado entre los
musulmanes era una vida pobre, de oración y de trabajo y que su
misión entre ellos era la de vivir solo pero próximo a
ellos, más pobre que ellos, ayudándoles y
amándoles. Los paisanos de la vecindad se preguntaban
cómo el P. Romano podía llevar tal género de vida
y decían que gracias a su presencia Dios les bendecía.
Enfermo
de tuberculosis, agotado por sus privaciones, el P. Romano se
extinguía el 19 de febrero de 1978, a los 56 años de
edad, en el Hospital General de Beyrouth, después de 32
años de vida monástica, 14 de los cuales fueron vividos
en la soledad. Al lado de su ermita se levanta ahora un convento que
continuará la obra de oración y contemplación
comenzada por el P. Romano.
Los Capítulos Generales de 1999 aprobaron el
inicio de su proceso de beatificación. En octubre de 2000, la
Congregación para la Doctrina de la Fe dio permiso, su nihil obstat, para
continuar con el mismo.