SAN SABAS EL JOVEN
Siglo X d.C.
5 de febrero
Sabas, llamado el Joven para distinguirlo de
otros santos y anacoretas del mismo nombre de siglos anteriores, perteneció
a una familia de santos y anacoretas, de tradición griega, procedentes
de Sicilia, que con la invasión sarracena de la isla, cruzaron el
estrecho y se asentaron en otras partes de Italia.
Provenía de una familia noble de Kolasseoi, la actual
Collesano, en Sicilia. Primero su padre,Cristóforo, ingresó
como monje al claustro de San Felipe de Argira (en Catania), cuyo abad en
ese momento se llamaba Nicéforo. Los hijos de Cristóforo, Sabas
y Macario, lo siguieron al claustro. Los tres vivieron un tiempo bajo la
dirección de Nicéforo, como ermitaños cerca de la iglesia
de San Miguel. Su madre Kale, a su vez, fundó un convento. Hacia el
940 Cristóforo, Macario y Sabas, huyendo de la invasión sarracena
y de una hambruna que asolaba la región, marcharon a Calabria, y allí
se establecieron en Monte Mercurio, donde florecían las comunidades
monásticas de rito bizantino. Allí construyeron una iglesia
en honor de San MIguel y una laura (clautro) donde llevaron la vida monástica.
Más tarde Cristóforo viajó a Roma y confió
la dirección del monasterio a Sabas. Una incursión sarracena
en 952 les obligó a huir hacia el Valle del Sinni, donde se asentaron
en ona región de rito latino. Allí, sobre las ruinas de un
monasterio dedicado a San Lorenzo, fundaron una laura dedicada al santo.
Sabas dejó la dirección del monasterio a san Macario y se retiraba
cinco días a la semana como ermitaño, de donde sólo
volvía para la vigilia del domingo y la liturgia dominical. Poco tiempo
después murió Cristóforo.
Hacia el 982 Sabas emprendió junto con otro monje de
nombre Nicetas una peregrinación a Roma. Luego fundó el monasterio
de San Felipe, en Lagonegro (Basilicata), y más tarde se retiró
como ermitaño a los bosques de Salerno. Allí el Príncipe
de Salerno y Mamon III, duque de Amalfi, requirieron su ayuda para que acompañara
al arzobispo Juan de Piacenza en una embajada ante Oton II, quien tenía
rehenes a los hijos del príncipe. Sabas emprendió entonces
un nuevo viaje a Roma, donde obtuvo la liberación de los rehenes.
Murió poco tiempo después, en los últimos años
del siglo X, en Roma. Su vida fue narrada por Orestes, Patriarca de Jerusalén,
pocos años más tarde.