SAN DOSITEO DE PALESTINA
 Siglo VI d.C.
 19 de febrero
 
 
 
 
  
   Cuenta una antigua biografía 
suya que en su juventud fue soldado, y que en un recorrido por Tierra Santa 
hallándose en Getsemaní le impresionó un cuadro que representaba
los tormentos del Infierno; así se convirtió a los grandes
ideales de perfección religiosa y se hizo monje en Gaza, donde iba
a transcurrir toda su vida. La historia le recuerda como un contemplativo 
que renuncia a la propia voluntad para ponerse en manos de Dios y que tiene 
un desprendimiento ejemplar respecto a las cosas de este mundo, sin sentir 
apego por nada, porque cualquier afición a personas u objetos era para
él una atadura que le impedía estar completamente disponible 
en su espera del Cielo.
 
     San Dositeo se nos aparece así en una desnudez heroica 
de asceta negándose a apoyarse en nada humano, reducido a un manojo 
de ansias de vivir sólo para Dios y entrar en su eternidad sin el menor
lastre de afectos relativos a esta tierra. Hasta en el calendario ocupa un
lugar humildísimo, de comodín, donde termina el mes de febrero, 
negándose incluso una fecha inamovible en la procesión de los 
días; porque él es quien rellena las veinticuatro horas supernumerarias 
de los años bisiestos, como aceptando privarse del retorno anual de 
la fiesta de todos los demás. Sin tener siquiera un sitio en el tiempo, 
porque ni eso quiere.