SAN ENRIQUE DE OSSÓ
1896 d.C.
27 de enero
Enrique de Ossó, sacerdote,
fundador de la Congregación de Hermanas de la Compañía
de Santa Teresa de Jesús, es uno de los hombre de Dios, que, en el
siglo pasado, contribuyeron a mantener viva la fe cristiana en España,
con una fidelidad inquebrantable a la Iglesia y la Sede Apostólica.
Nació en Vinebre, diócesis de Tortosa, provincia de Tarragona,
el 16 de octubre de 1840. Su madre soñaba verlo sacerdote del Señor.
Su padre le encaminó al comercio. Gravemente enfermo, recibió
la primera Comunión por Viático. Durante el cólera de
1854 perdió a su madre, y en este mismo año -trabajaba como
aprendiz de comercio en Reus- abandonó todo y se retiró a Montserrat.
Vuelto a casa con la promesa de poder emprender el camino elegido, inició
en el mismo año 1854 los estudios en el Seminario de Tortosa.
Ordenado sacerdote en Tortosa, el 21 de septiembre de 1867,
celebró la primera misa, en Montserrat, el domingo 6 de octubre, festividad
de Nuestra Señora del Rosario. Murió el 27 de enero de 1896
en Gilet (Valencia), en el convento de los Padres Franciscanos, donde se había
retirado durante algunos días para orar en la soledad. Las últimas
páginas que escribió antes de su muerte trataban de la acción
de la gracia del Espíritu Santo en la vida de los cristianos dóciles
a su amor. Es el mensaje de su vida: siempre fiel a las mociones del Espíritu
Santo, vivió como apóstol que transmite la fuerza del Evangelio
animada por la comunión constante con Dios y por un amor inmenso a
la Iglesia. Su existencia, consumida al servicio de los hermanos en una entrega
sin límites, revela que el verdadero amor de Cristo cuanto más
posee a un ser lo hace más disponible a la caridad siempre nueva y
siempre colmada de quien intenta ser reflejo de la presencia de Dios y de
su amor en el mundo.