SAN ESTEBAN DE OBACINA
1154 d.C.
8 de marzo
Los padres de Esteban vivían en Limousin
(Francia). Desde su niñez, Esteban se sintió inclinado a las
prácticas de devoción y de caridad. Después de su orden
nación sacerdotal, llamado por Dios a una vida más austera,
renunció a todos los placeres y empezó a practicar severas
mortificaciones. Junto con otro sacerdote amigo suyo, decidió retirarse
al bosque de Obacina, a dos leguas de la ciudad de Tulle. El día de
la partida, ofrecieron una fiesta a sus amigos y distribuyeron todos sus bienes
entre los pobres.
Al poco tiempo se les reunieron otros compañeros, a
quienes los siervos de Dios aceptaron como discípulos. La austeridad
de la comunidad de Obacina era extraordinaria y, aunque San Esteban era bondadoso
y amable por temperamento, urgía con gran rigor la observancia. Los
monjes pasaban el día en la oración, la lectura espiritual,
el trabajo manual y nunca comían antes de la caída del sol.
San Esteban fundó también un convento de mujeres, casi tan estricto
como el de los hombres y pronto hubo en él 150 religiosas. Se decía
que vivían tan separadas del mundo y con tal frugalidad, que los únicos
lazos que las ataban a la tierra eran los que no podían cortar, sin
atentar contra la vida. En 1142, el propio San Esteban tomó el hábito
del Cister y el obispo de Limoges le consagró abad. Su muerte ocurrió
doce años más tarde.