SAN ESTEBAN PROTOMARTIR
Siglo I d.C.
26 de diciembre
Este santo se llama "protomártir",
porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su
sangre por proclamar su fe en Jesucristo.
Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles.
La S. Biblia, en los Hechos de los Apóstoles narra que cuando en Jerusalén
hubo una protesta de las viudas y pobres que no eran israelitas porque en
la distribución de las ayudas se les daba más preferencia a
los que eran de Israel que a los pobres que eran del extranjero, los 12 apóstoles
dijeron: "A nosotros no nos queda bien dejar nuestra labor de predicar por
dedicarnos a repartir ayudas materiales". Y pidieron a los creyentes que eligieran
por voto popular a siete hombres de muy buena conducta y llenos del Espíritu
Santo y de sabiduría, para que se encargaran de la repartición
de las ayudas a los pobres. Y entre los siete elegidos, resultó aclamado
Esteban (junto con Nicanor, Felipe y otros). Fueron presentados a los apóstoles
los cuales oraron por ellos y les impusieron las manos, quedando así
ordenados de diáconos (palabra que significa "ayudante", "servidor".
Diácono es el grado inmediatamente inferior al sacerdote).
Los judíos provenientes de otros países, al llegar
a Jerusalén empezaron a discutir con Esteban que les hablaba muy bien
de Jesucristo, y no podían resistir a su sabiduría y al Espíritu
Santo que hablaba por medio de él. Siempre les ganaba las discusiones.
Lo llevaron ante el Tribunal Supremo de la nación llamado Sanedrín,
para acusarlo con falsos testigos, diciendo que él afirmaba que Jesús
iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés. Y los
del tribunal al observarlo vieron que su rostro brillaba como el de un ángel.
Esteban pronunció entre el Sanedrín un impresionante
discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Está
en el Capítulo 7 de los Hechos de los Apóstoles) y les fue
echando en cara a los judíos que ellos siempre se habían opuesto
a los profetas y enviados de Dios, terminando por matar al más santo
de todos, Jesucristo el Salvador. Al oír esto, ellos empezaron a rechinar
de rabia. Pero Esteban lleno del Espíritu Santo miró fijamente
al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la
derecha de Dios y exclamó: "Estoy viendo los cielos abiertos y al
Hijo del hombre en pie a la derecha de Dios". Entonces ellos llenos de rabia
se taparon los oídos y se lanzaron contra él.
Lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon. Los que
lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro
San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir)
y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía:
"Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo
con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo
esto, murió. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban y la comunidad
hizo gran duelo por él.