SAN JUAN DE OLGIVIE
1615 d.C.
10 de marzo
Es la Inglaterra de Shakespeare,
entre los reinados de Isabel la Grande y Jacobo I, cuando el teatro es una
fiesta inmortal, la corte resplandece y a golpes de audacia y de aventura
nace un gran imperio. Una Inglaterra brillante y despótica que rebosa
sangrientas intrigas y que persigue a los católicos. Escocia, a la
que el calvinista Knox ha hecho adusta y férreamente presbiteriana,
se distingue por su odio al papismo, y el señor de Ogilvie, noble escocés
adherido a la Reforma, teme que su esposa, que es católica en secreto,
pueda influir en las convicciones de su hijo John y decide que lo mejor es
que a partir de los trece años se eduque en el continente, rodeado
de hugonotes franceses.
Si se aparta de la fidelidad al Papa, se le promete finalmente
un importante cargo; y además la hija del arzobispo presbiteriano.
Ogilvie replica sonriente: Prefiero la horca. Vuelve a orar de rodillas, se
levanta, y proclama ante todo el pueblo: "Muero únicamente por causa
de mi religión católica; y por ella, yo daría muy a
gusto cien vidas; quitadme la única que tengo; ya que mi religión
jamás me la podréis quitar". Se le canonizó en 1976.