SAN MAIMBODO
Siglo XI d.C.
23 de enero
En Dampierre, cerca de Besançon,
en Borgoña, san Mainbodo, oriundo de Irlanda, el cual, peregrino y
eremita, fue asesinado por unos ladrones. Hacia el año 900, el obispo
de Besançon, llamado Berengario, hace trasladar desde la iglesia de
San Pedro en Dampierre a la ciudad las reliquias de un santo -Maimbodo, Maimboldo,
y muchas otras formas-, cuya fiesta se celebraba localmente el 23 de enero,
al cual el propio obispo debía una milagrosa cura de la vista, ya
que sus enemigos lo habían cegado.
Es este el núcleo desde el que nos ha llegado la tradición
puramente oral y cúltica de este santo, cuya vida se desconoce por
completo. En el traslado de reliquias era normal relatar alguna forma de
"vida" del santo, por lo que fue tomando cuerpo una noticia que en esencia
dice: un peregrino irlandés llega a Dampierre predicando el evangelio,
sin embargo va vestido con ropas -especialmente con unos guantes- que podrían
indicar cierta fortuna; unos ladrones, creyéndolo rico, lo apalean
hasta la muerte, y esconden su cuerpo. No obstante en la tumba se comenzaron
a obrar milagros, y el peregrino comenzó a ser venerado como santo,
y puesto que predicaba el evangelio, y es de suponer que también se
los proclamó a los malhechores, también como mártir.
Sobre la tumba se construyó luego una iglesia.
Tradicionalmente se supuso que los hechos correspondían
al siglo V, hacia el año 480, e incluso así está inscripto
en muchos martirologios; sin embargo no hay ninguna razón para fecharlo
más en ese siglo que en otro, ya que la leyenda local no contiene
ningún dato que pudiera verificar una cronología. Por este
motivo en la inscripción actual se lo coloca en el siglo IX, no porque
sepamos cuándo ocurrió, sino por el límite lógico
del traslado realizado por Berengario.
Que el culto ya existía en ese tiempo es evidente, ya
que precisamente el traslado se produce como agradecimiento ante un milagro
del santo, pero de allí no es posible avanzar más; y desde
luego que no se lo inscribe en la actualidad como mártir, siendo que
murió como consecuencia de una fechoría simple, y no como defensor
de la fe o de la justicia o de la verdad, que son los criterios -ya de por
sí muy amplios- en la catalogación de los mártires medievales.