SAN MARÓN
410 d.C.
9 de febrero
MARÓN , a quien se considera,
como uno de los primeros evangelizadores de la región de Fenicia,
que por aquel entonces –s. IV- conservaba sus ritos y religión pagana;
la influencia de este gran asceta dio como resultado, el que sus discípulos
fundaran tiempo después, verdaderos enclaves de evangelización
en Monte Líbano.
Marón siguió a Dios con una fe a toda prueba,
por lo que su fama de santidad pronto se extendió por gran parte de
la región de Siria. Tuvo en vida numerosos seguidores que quisieron
abrazar la vida de austeridad, soledad y oración , que él proponía.
San Marón nació en Siria; hombre sencillo, que un día
oyó la voz de Dios, aceptando inmediatamente el reto que significaba
seguirle.
Marón, no solo fue ejemplo, sino que además fue
para aquellos hombres un líder lleno de sabiduría y del Espíritu
santo, que supo dar sentido a cada acción, con disciplina rigurosa.
Alcanzó en vida, fama de santidad en incluso realizó milagros
de curación y conversión.
Sus virtudes fueron ampliamente conocidas: justicia, castidad,
templanza y duro trabajo, semillas que él mismo plantó en otros,
quienes se convirtieron en el campo fértil, que llevó a Dios
numerosas vocaciones, que serían tiempo después labradores diligentes
y sabios, que harían florecer la Montaña de Líbano en
la fe sólida y verdadera de nuestro Señor Jesucristo.
San Marón dejó esta vida, después de corta enfermedad,
sin embargo, él vive hasta el día de hoy en todos y cada uno
de los que pertenecen a la Iglesia Maronita. Su cuerpo desapareció
- aunque se sabe que parte de su cráneo se encuentra en la catedral
de Foligno - pero su espíritu y su alma viven, para animar ese jardín
de virtudes excelsas que él plantó.