SAN PABLO DE TROIS
Siglo IV d.C.
1 de febrero
Troix Chateau (Augusta Tricastina,
en su nombre romano) fue una sede episcopal relativamente efímera.
Fue creada con toda probabilidad en el siglo IV, y entre el 827 y el 839
el papa Gregorio IV la unió a la diócesis de Orange. De estos
poco más de cuatro siglos nos ha quedado un puñado de nombres
(máximo nueve, según los listados), que naturalmente no llegan
a formar un episcopologio, es decir un registro coherente de sucesión
episcopal.
De entre esos pocos nombres, del único del que se está
completamente seguro de su existencia es del santo que conmemoramos hoy,
y de hecho, de esos nueve aludidos antes, que han llegado a figurar todos
en el santoral, el Martirologio Romano actual ha conservado solo a este.
¿Cuáles son los signos de esta certeza? a decir verdad, no
muchos: ante todo, el propio lugar tomó más tarde el nombre
del santo, de tal modo que se pasó a llamar -y así es en la
actualidad- Saint-Paul-Trois-Châteaux; la presencia en los toponímicos
es un indicio firme de tradición cúltica y de la importancia
del personaje para el sitio. Además, aparece mencionado en el Martirologio
de Adón (siglo IX); y puede razonablemente identificarse con el obispo
Pablo que firma en el concilio de Valence del 374. Si esta identificación
es cierta, podría haber sido el fundador de la sede, aunque en los
listados no aparece en primer lugar, sino precedido de un obispo que hoy
se considera legendario (Restituto), o en un puesto más tardío
de la sucesión.
Más allá de eso se teje, como casi siempre, la
leyenda, que no nos sirve para tener datos concretos del santo, pero sí
al menos para constatar que su culto fue lo suficientemente importante como
para que la tradición oral se interesara en rellenar los huecos de
la historia transmitida. En este caso se nos dice que era de origen romano,
y que era casado al momento de subir al episcopado, por lo que su mujer se
retiró a un monasterio en Arlés. A decir verdad esto último
no corresponde a las costumbres de la Galia en el siglo IV sino en el VI,
por lo que la leyenda en este punto ha recreado el dato histórico.
Se dice que su elección estuvo presidida por un milagro: floreció
con margaritas un palo seco para indicar al elegido. Durante siglos se veneró
en Trois-Châteaux las reliquias del santo, incluyendo el palo del milagro,
hasta que en 1535 (por el conde de Lamarche) o 1561 (por los Hugonotes) fueron
destruidas. Sin embargo durante mucho tiempo las fiestas patronales incluyeron
el ofrecimiento de frutos y flores al santo, colocados junto a una vara seca.