SAN SERGIO I
687-701 d.C.
De origen sirio, tal vez naciera en Sicilia. Junto con
él fueron elegidos otros dos, pero la discordia duró poco y él pudo gobernar
en paz con la aprobación del exarca de Rávena, Juan Platina.
Consiguió recomponer una división entra la Iglesia de Roma y la Iglesia
armena. Tuvo un durísimo, enfrentamiento con el nuevo emperador Justiniano
II. El emperador había convocado en su palacio, sin el consentimiento del
papa, un concilio, que pasó a la historia con el nombre Quinto-Sexto. Sergio
siquiera fue invitado, pero sí le entregaron las 102 propuestas elaboradas
para que las aprobara y las suscribiera. Naturalmente el papa se negó. Entonces
Justiniano ordenó que le detuvieran.
La medida imperial fue considerada universalmente sacrílega, por primera
vez, y hubo entonces un levantamiento general: la misma Rávena, la Pentápolis
y las provincias lindantes, con sus ejércitos y todo el pueblo de Roma, salieron
indignados en defensa del Papa. Este asunto fue para Justiniano el final
del poder y de la integridad física -de hecho fue destronado, mutilado y exiliado-
mientras que para el papa fue el inicio de una poderosa consolidación de
su poder.
Se hacía cada vez más evidente quién era el principal señor de Italia.
Con él se cerró definitivamente la cuestión de los tres capítulos del Concilio
de Calcedonia, relativa a la herejía eutiquiana. Bautizó a Cedwala, rey de
los Sajones, en S. Pedro el sábado Santo de la Pascua del año 689. Introdujo
el tríplice canto del Agnus Dei en la Misa. Sostuvo Venecia en su intento
de independizarse de Constantinopla.
(Samuel Miranda)