Durante la persecución
de Diocleciano recibió la palma del martirio por amor a Cristo. Según
la tradición, Afra no estaba bautizada, sino que era simplemente catecúmena,
es decir, una convertida en espera de recibir el santo bautismo.
Antes de su conversión había sido una mujer prostituta.
Sin embargo, tras su conversión se obró en ella un cambio radical.
Anhelaba recibir el sacramento del bautismo para hacerse hija de Dios, pero
no tuvo tiempo. Ante los jueces que la acusaban de ser cristiana, ella dijo
que lo era y a mucha honra. Entonces la condenaron y la propia sangre de su
cuerpo fue para ella la señal clara de que había recibido el
bautismo. Sangre por agua.
Ella es patrona de Ausburgo y de Meisen, la ciudad de la porcelana.
En Brescia se le recuerda más todavía. Aquí es venerada
desde la más remota antigüedad.
Cerca de Gerona hay un santuario dedicado a su nombre. Según
la tradición el obispo de entonces san Narciso y su diácono
fueron a Alemania. No sabiendo dónde hospedarse, tuvieron que hacerlo
en la casa de esta prostituta. Ella se dio cuenta de que eran cristianos.
Hablaron largo tiempo, ella se convirtió juntamente con las demás
prostitutas. Murieron todos quemados por orden del gobernador.