SANTA MARTINA DE ROMA
Siglo III d.C.
30 de enero
Hija de un cónsul muy
popular en la ciudad eterna, vivió en el siglo III. Siendo niña
quedó huérfana. Entonces decidió repartir sus bienes
y dedicarse a hacer vida de oración y penitencia, y a socorrer a los
necesitados. Acusada de ser cristiana, quisieron obligarla a ofrecer sacrificios
a los dioses paganos, pero ante la obstinada firmeza demostrada fue decapitada
el año 228. Fue enterrada en un templo dedicado a Marte, en cuyo lugar
el año 667, el papa Domo le dedicó una basílica que lleva
su nombre.
La historia de esta joven santa comienza por su tumba, 1400
años después de su martirio; es decir, cuando en 1634 el activísimo
Urbano VIII, empeñado en lo espiritual en la contrarreforma católica,
y en lo material en la restauración de famosas iglesias romanas, descubrió
las reliquias de la mártir, les propuso a los romanos la devoción
a Santa Martina y fijó la celebración para el 30 de enero. El
mismo compuso el elogio con el himno: "Martinae celebri plaudite nomini, Cives
Romulci, plaudite gloriae", que era una invitación a honrar a la santa
en la vida inmaculada, en la caridad ejemplar y en el valiente testimonio
que demostró a Cristo con su martirio.