SANTA SARA DE ANTIOQUÍA
20 de abril
Esta santa padeció
el martirio durante la persecución del emperador Diocleciano. Era
la mujer de un alto oficial de la armada del emperador Diocleciano (284-305)
de nombre Sócrates, entonces residentes en Antioquía y ambos
cristianos; pero Sócrates, por temor a perder su puesto en el ejército,
renegó de la fe cristiana mientras que Sara, por el contrario, continuó
profesándola fielmente.
Tuvieron dos hijos a los cuales, por la persecución,
no pudo hacerlos bautizar en Antioquía, por lo que decidió
trasladarse a Alejandría de Egipto. Se embarcó entonces con
sus dos hijos con este propósito, pero la travesía peligró
a causa del mar agitado que, llegando a cierto punto, arremetía contra
la embarcación con tanta furia que todos temían un naufragio.
Sara, preocupada por la salvación de sus dos hijos, tanto
la corporal como la espiritual, se hizo con el cuchillo una incisión
en el pecho y con la sangre que le corría signó con la señal
de la cruz la frente de sus niños y después los sumergió
por tres veces en el agua del mar, invocando con una fórmula a la
Santísima Trinidad.
Pasada la tempestad, el mar se calmó y el viaje prosiguió
hasta tocar puerto en Alejandría, donde Sara se dirigió al
obispo San Pedro (300-310) para hacer bautizar a sus hijos, no creyendo que
fuese suficiente el gesto hecho en alta mar.
El obispo se encontraba precisamente administrando el sacramento
del Bautismo a los fieles, por lo que Sara se puso en la fila con sus hijitos
a esperar su turno; llegado éste, el agua del lavatorio de improviso
se secó, por lo que Sara se volvió a formar otra vez. Por tres
veces lo intentó pero en todas las ocasiones el agua se secó.
Al término de la ceremonia el obispo se acercó
a Sara y le pidió una explicación; ella le contó las
peripecias de su viaje y que por la urgencia había realizado el rito
del bautismo; de esta manera, el obispo comprendió la situación
y aseguró a Sara que el Bautismo por ella administrado en el momento
del peligro había sido totalmente válido y que por ello era
inútil repetirlo.
Partió de regreso Sara a Antioquía; llegada a
casa, platicó el episodio a su marido, quien a su vez lo contó
a Diocleciano. El emperador mandó llamar a Sara y la interrogó
en modo casi brutal que ella, después de una sola respuesta, se quedó
en un mutismo completo. Preso de la ira, Diocleciano la condenó a
ser quemada viva junto con sus dos hijos. La única fuente que
refiere su vida es el ´Sinassario Alessandrino´, conmemorándola
el 20 de abril.