SEVERINO,
Papa
640 d.C.
Elegido el 12 de octubre del año
638, es decir, el mismo día de la muerte de Honorio, su sucesor, Severino,
tuvo que esperar un año y medio a que Heraclio autorizara su consagración.
En el ínterin vivió la amarga experiencia de calibrar lo que podía
costarle al obispo de Roma la obligación de administrar el erario público
en nombre del emperador: en efecto, recién elegido, vio cómo la tropa,
reclamando su soldada, invadió el palacio de Letrán y saqueó las cajas de
la Iglesia para cobrarse los salarios que se le debían.
El 28 de mayo del 640, por fin, el Papa elegido pudo ser consagrado. Los
emisarios romanos en Constantinopla sólo consiguieron la conformidad de
Heraclio tras prometer que Severino adoptaría la Ethesis, una profesión
de fe formulada en nombre del emperador por Sergio, el patriarca de Constantinopla
de tendencia monotelista, el mismo que seis años antes había tendido a
Honorio la trampa ya descrita.
El 2 de agosto del 640, la muerte
del Papa, a dos meses tan sólo de su consagración, le ahorró el trance
de tener que tomar posiciones respecto a aquel documento que Juan IV, su
sucesor, tuvo la valentía de condenar.