SAN SEVERO DE CATANIA
814 d.C.
24 de marzo
La conquista sarracena de
la isla de Sicilia en el 827 (luego de 300 años de incursiones y pillaje
por parte de los piratas), acabó con el larguísimo desarrollo
del cristianismo griego en ella (que dependía directamente del Imperio
Bizantino), y si bien dio lugar a un florecimiento de la vida monástica
basiliana (es decir, de regla oriental) en el resto de Italia, por los monjes
que huyeron de la invasión, también acabó con casi todos
los testimonios históricos de la fe cristiana anterior.
Uno de los tantos efectos de esto es que de muchos santos apenas
se ha conservado el nombre, como es precisamente el de san Severo, obispo
de Catania, y que aparece también en los menologios griegos como confesor,
lo que podría hacer pensar que tuviera alguna relación con
el conflicto iconoclasta, que por esas mismas fechas se libraba en la cristiandad
oriental.
Sólo sabemos de él que murió un 24 de marzo
(la fecha es coincidente en todas las fuentes) de un año en torno
a los inicios del siglo IX, posiblemente el 814. Su culto, aunque lamentablemente
no la memoria de sus hechos, se mantuvo vigente, y la misa y oficio propio
para la iglesia de Catania fueron aprobados en 1628, bajo el papa Urbano
VIII, lo que puede considerarse una confirmación de culto.