BEATA SIDONIA SCHELINGOVÁ
1955 d.C.
31 de julio
En la ciudad de Trnava, en
Eslovaquia, beata Sidonia (Cecilia) Schelingová, virgen de la Congregación
de las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz y mártir, que en tiempos
difíciles para la Iglesia de su país, con motivo de proteger
a un sacerdote, sufrió mucho de cuerpo y alma, y, contraida una enfermedad,
se mostró testigo alegre y constante de Cristo.
Nació en Krivá, en Orava (Eslovaquia), en el seno de
una familia de campesinos. En 1929 comenzó una colaboración
con las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz, en la que ingresó
como religiosa, para entregarse más y mejor a Dios y al prójimo.
En Podujajské Biskupice realizó estudios de enfermería
y luego un curso de especialización en radiología. En 1937
emitió su profesión perpetua, escogiendo el nombre de Zdenka
(Cecilia).
Se destacó por su entrega y amabilidad a los demás. La amistad
espiritual con Cristo marcó su vida religiosa y su trabajo de enfermera.
Trabajó como enfermera en Humenné. En 1942, invitada por la
dirección del hospital del Estado, fue a trabajar a Bratislava, en
la sección de radiología, como ayudante de laboratorio. Se
dedicó a los enfermos siempre con una sonrisa y profesionalidad. Para
sus compañeros de trabajo era “modelo de religiosa y de enfermera
profesional”.
En 1948, el partido comunista tomó el poder e inició
la persecución contra la Iglesia católica, las comunidades
religiosas fueron disueltas y sus miembros condenados a trabajos forzados.
En 1952 ayudó a huir a un sacerdote detenido que se encontraba en
el hospital para ser curado después de una sesión de torturas.
Zdenka ofreció su vida por la suya: “Jesús, te ofrezco mi vida
por la tuya. ¡Sálvalo!”. Fue detenida en 1952. Sufrió
crueles interrogatorios, con grandes humillaciones y torturas, y fue condenada
a 12 años de cárcel por alta traición y diez años
de pérdida de los derechos civiles.
En 1952 fue trasladada a la cárcel de Rimavská
Sobota y luego, un año después, como castigo por no colaborar
con los guardias, a la cárcel de Pardubice, mucho más dura.
Su vía crucis prosiguió por varias prisiones y hospitales de
cárceles, pues a causa de las torturas se le produjo un tumor maligno
en el pecho y se agudizó la tuberculosis. Hasta los últimos
momentos de su vida terrena soportó los sufrimientos con paciencia
heroica, dispuesta a morir por su fe y el bien de la Iglesia, y sin ningún
rencor hacía los que le habían causado tanto sufrimiento. Mientras
era golpeada casi hasta la muerte, susurró: “El perdón es lo
más grande de la vida”. En 1955, las autoridades comunistas previendo
su próxima muerte le concedieron la amnistía y fue puesta en
libertad, pocas semanas antes de su muerte, por sus sufrimientos se la considera
mártir. Murió en Trnava. Fue beatificada por SS. Juan Pablo
II en Eslovaquia, el 14 de septiembre de 2003.