SIXTO V
1585-1590 d.C.



 Félix Peretti pertenecía a una humilde familia de Montalfo, en la región de las Marcas. A los nueve años entró en la Orden de los franciscanos. Hizo carrera rápidamente: participó en el Concilio de Trento, gozó de mucha fama como predicador, Pío V le nombró cardenal en 1570. Gregorio XIII no le encargó ninguna misión, y durante su pontificado Fray Félix tuvo que vivir apartado del Vaticano. Gregorio no simpatizaba con el fraile franciscano desde el tiempo en que éste había acompañado a Madrid al Cardenal Buoncompagni; mientras que el cardenal odiaba al Papa, que no había castigado al asesino de su sobrino, esposo de Victoria Accoromboni, cuya trágica historia contó Luis Rieck en su novela.

   Elegido por unanimidad, Sixto V procedió en seguida a la reorganización de sus estados. Su milicia acabó rápidamente con los bandidos, mientras los tesoros del Vaticano aumentaban paulatinamente. Con este dinero el Papa apoyó a los príncipes cristianos, y sobre todo a Felipe II en su guerra contra Isabel. A pesar de la antipatía que caracterizaba las relaciones entre el Papa y el rey de España, los dos soberanos tuvieron que entenderse, ya que los intereses de la Iglesia coincidían con los de Felipe. Los conflictos entre las dos cortes eran explicables, porque Felipe II pensaba apoyarse en la Iglesia para mejor gobernar su vasto Imperio, mientras el Papa pensaba en la independencia absoluta de la Iglesia ante el poder temporal.

   En el momento en que Felipe II empezó a organizar su Armada Invencible, con el fin de invadir Inglaterra y de destruir la herejía, el Papa le otorgó una ayuda de 800,000 escudos al año. La flota española fue vencida en el canal de la Mancha, en el verano de 1588, más bien por la furia del mar que por los barcos ingleses. Esta inesperada derrota puso fin a las esperanzas del Papa de hacer volver a Inglaterra al camino de la verdadera fe. La desilución de Sixto V fue grande, como también la de Felipe, que empezó a preocuparse por la situación creada en Francia, con el fin de conseguir la corona de este país. Los protestantes reconocían como jefe supremo a Enrique, rey de Navarra, futuro Enrique IV de Francia; Enrique de Guisa dirigía la Liga, partido de resonancia popular, mientras el partido católico se había concentrado sin entusiasmo alrededor del rey Enrique III, persona sin talento político y sin autoridad.

   Los partidarios del duque de Guisa se aliaron con España. Católicos y herejes combatieron en tierra francesa, apoyados unos por Inglaterra y otros por España. El verdadero amo del país era el duque de Guisa, al que el rey hizo asesinar. El Papa excomulgó al rey, que fue a su vez asesinado por un dominico fanático, Jacques Clément, en 1589. Dos candidatos se presentaron: el de la Liga, en la persona del cardenal Carlos de Borbón, y el de los hugonotes, el hábil Enrique de Navarra. Para conseguir el apoyo del Papa, Enrique envió un emisario a Roma para prometer su regreso a la ortodoxia. Prudente, Sixto V no tomó partido ni por el candidato español ni por Enrique. La muerte le impidió tomar parte en la apasionante contienda que finalizó con la victoria del rey de Navarra.

   Sixto V no fue sólo un político y un organizador, considerado como uno de los Papas más enérgicos y constructores del siglo XVI, sino también como un amigo de las artes y un sabio reformador. Fijó en 70 el número de los cardenales, organizó el número de las antiguas congregaciones y creó algunas nuevas. personalidades eminentes, de gran solvencia moral, fueron creadas cardenales, lo que dio a la Iglesia un aspecto concorde con el Concilio de Trento y con las ideas de la contrarreforma. Apoyó a los jesuitas menos que sus predesores y hasta puso en el Index la obra Disputationes, del futuro cardenal y Santo Roberto Bellarmino.

   Como político, como organizador de la flota vaticana, del tesoro y del ejército; como hombre duro y recto, santo y humilde, Sixto V fue divinizado por el pueblo de Roma. Su nombre pertenece a la leyenda. El poeta Torcuato Tasso, autor de la epopeya Jerusalén libertada, fue uno de los protegidos del Papa. Construyó el acueducto llamado "Acqua Felice", que lleva a Roma agua desde los montes cercanos. Las columnas de Trajano y de Marco Aurelio fueron dedicadas a los Apóstoles Pedro y Pablo. Trazó una nueva calle en Roma, llamada desde entonces calle Sixtina, y levantó ante la Basílica de San Pedro el antiguo obelisco que Calígula había traído de Heliópolis y que yacía desde hacía siglos cerca del Vaticano.

   El erigir el obelisco fue una atrevida obra de ingeniería, realizada por Domingo Fontana, arquitecto principal de la corte, que recibió el título de "Caballero del Obelisco". Tasso cantó el magno acontecimiento. En la base del obelisco se pueden leer las siguientes palabras: Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat", a las que el Papa ponía en directa relación con los acontecimientos a los que obelisco había asistido en Roma: la persecución de los cristianos, el martirio de los primeros Papas y el triunfo final de Cristo y de su Iglesia, de los que el obelisco también testimoniaba. Otros obeliscos egipcios fueron erigidos en la Piazza del Popolo, delante de Letrán, de Santa María Mayor y de la iglesia de la Santa Cruz. Todos aquellos obeliscos, que hoy adornan las plazas de Roma, habían sido traídos desde Egipto por los emperadores, y durante siglos habían dormido bajo el barro y el olvido, porque ningún ingeniero había sido capaz de calcular el movimiento de su erección ni las máquinas capaces de realizarla.

   En 1589 empezaron los trabajos de construcción, terminados bajo los Papas siguientes, y que dieron a los Pontífices una nueva sede al lado de San Pedro, la actual residencia del Papa en el Vaticano. Pero la obra arquitectónica más importante realizada bajo Sixto V, la que transformó hasta la fisonomía de Roma, fue la inauguración de la cúpula de San Pedro, construida por Della Porta y Fontana, según los planos de Miguel Angel. La cúpula, que bien puede llamarse la octava colina de Roma, domina la Ciudad Eterna con su enorme y armoniosa silueta, como símbolo de la paz y de la majestad cristianas.

   La cúpula fue consagrada el 14 de mayo de 1590. El arquitecto Fontana construyó también el edificio de la nueva Biblioteca Vaticana. El cuerpo de Sixto V fue sepultado en Santa María Maggiore, frente a la tumba de Pío V, por el cual el Papa había tenido una especial veneración.


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(Samuel Miranda)