VENERABLE TARSILLA OSTI
1958 d.C.
26 de diciembre



   Hermana Tarsilla llamada "alma eucarística" nació en Pula en Istria (ex-Yugoslavia hoy Eslovenia) el 6 de diciembre de 1895. Entró en el Instituto "Hermanas Misioneras de los Sagrados Corazones de Jesús y María", el hogar de la Royal Navy Pola 15 de enero 1925. 

   Los datos fuera de su vida religiosa son simples: 20 años en Pula (1925 hasta 1945); dos años y algunos meses en Lanciano (CH) octubre 1945 a enero 1948; década y media en Piedimonte d'Alife (CE) desde enero 1948 hasta septiembre 1958; un mes en la Clínica "Villa dei Gerani", en Nápoles hasta el 01 de noviembre 1958; menos de dos meses en Roma, en la Casa General de la Trullo, en 26 de diciembre 1958 cerró su peregrinación de amor a unirse eternamente a Aquel que era "toda su vida". 

   Alma eucarística, de la gran oración y la caridad, y lo hizo bien a los demás, sirviendo a los enfermos todo el tiempo de su vida religiosa y ofreciéndose como víctima por la conversión de los pecadores: Muchas gracias se han atribuido a su intercesión. 

   El espíritu de la hermana Tarsilla se puede definir: una vida de oración y la fe. Esencialmente la oración eucarística. Pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento, adoración, agradecimiento, propiciando, contemplando. Ciertamente que alcanza grados de la contemplación, como una fuerza misteriosa se unió a ella con tanta fuerza a su Dios, para que se dicen una vez, casi sin aliento: "¡Jesús Estad quietos". 

   ¡Oh, la alocada Tarsilla! Dialogó con Jesús en la Eucaristía, con su Sagrado Corazón ... Luchó bien con su amor ya veces impone su deseo y su voluntad de salvar almas. Si algún ángel había grabado las conversaciones, que ravviseremmo duda en ellos la continuidad del espíritu de Santa Gemma Galgani, su ardor, la frescura franca de su alma, su sed de reparación. 

   Por lo tanto su vida religiosa estaba impregnada de fe en el ejercicio más generosa humildad, la obediencia, la caridad y su hospital ministerio brillaba el enfermo de virtudes celestiales.  Rogó, suplicó, a veces vio a Jesús, corriendo a la cama de los hermanos que sufren. Ellos rimiravano el - lo que otros de Santa Bertilla - con ojos asombrados, tocado por su franqueza y el milagro de la transparencia divina, que emanaba de su figura angelical.

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(Samuel Miranda)