BEATO TIRSO MANRIQUE MELERO, mártir
español
1936 d.C.
29 de julio
Humanamente se le podía
considerar buen pedagogo, pastoralmente fue un predicador apóstol
de la doctrina social de la Iglesia. Excelente compañero en la vida
comunitaria, dotado de gracia especial para la convivencia. Espiritualmente
era de profunda piedad y vigoroso sentido ascético.
Se le veía a veces un tanto abatido ante el futuro que
intuía conflictivo. Era un fondo de humildad y conciencia de pequeñez
que le hacía sentirse poca cosa en momentos difíciles. No le
importaba morir, pero le preocupaba el no estar a la altura de las circunstancias.
Sin embargo hizo frente a momentos duros. Fue rechazado en varias
casas, ya que la presencia de un fraile resultaba peligrosa. Saboreó
la amargura de quienes se lo habían ofrecido todo y a la hora de la
verdad, se lo negaron todo. No le quedó más refugio que sentarse
en un banco de la plaza de Calanda y esperar. Poco después era apresado
y conducido donde estaban los demás. Aquella misma noche fueron fusilados.