BEATO TRIFÓN LACUNZA UNZU
1936 d.C.
8 de octubre
Trifón nació
el 3 de julio de 1891 en Ciriza, Navarra, en una familia de labradores que
cultivaban las fértiles tierras del valle de Echauri, regado por las
aguas del río Arga. El 17 de marzo de 1903, su hermano mayor, Sixto,
le lleva al juniorado de Vic. Cuatro años más tarde emite los
primeros votos. El 15 de agosto de 1912 se consagra al Señor definitivamente
mediante la profesión perpetua.
Brillante en los estudios, obtiene la licenciatura en Filosofía
y Letras, especialidad de Historia y Geografía, en 1923. En octubre
de 1908, a la temprana edad de dieciocho años, va destinado al colegio
de Burgos en el que permanece hasta 1935. En 1925 es nombrado director del
colegio, que cuenta con 638 alumnos. Aún en los años de más
violenta persecución religiosa, el número de alumnos no deja
de aumentar. Entre enero y junio de 1936 está en Murcia, sustituyendo
al director del colegio. Era intención de los superiores prepararle
para reemplazar al hermano Laurentino.
Cuando estalla la guerra civil, el hermano Virgilio se encuentra
en Barcelona. En el mes de septiembre, el Provincial le encarga que organice
la salida de los formandos hacia Francia. El 5 de octubre logra hacer pasar
la frontera francesa a 117 estudiantes. En cambio, los 107 hermanos que se
habían reunido con él en el buque Cabo San Agustín,
anclado en el puerto de Barcelona, con la misma intención de pasar
a Francia, son traicionados y conducidos a la checa de San Elías,
donde la FAI tenía su cuartel general. En la noche del 8 de octubre
de 1936, 46 de ellos, entre los que estaban el hermano Provincial y el propio
hermano Virgilio, fueron asesinados en la soledad y el silencio de un cementerio.
Era un hombre de rica personalidad: Su autoridad sobre los alumnos
era absoluta, pero al mismo tiempo amable. Inspiraba confianza, seducía
a los alumnos por su elocuencia. En la comunidad tenía la “devoción
del codo”, la aptitud para el servicio, siendo el primero en el trabajo.
Cuando los superiores le nombraron director de Burgos, se echó a llorar,
porque decía que era el más calavera de aquella numerosa comunidad.
Habla sobre la Santísima Virgen con acentos de auténtico
lirismo: Haz que no me falte nunca tu favor, y ahora y siempre tu amor me
encante y me admire y me cautive y me enamore y me embelese y me conmueva
y me asombre y me extasíe y me arrebate a las alturas.
Le gustaba mostrarse alegre y expansivo: Era un compañero
a cuyo lado uno se animaba, olvidaba las penas de cada día y renovaba
sus energías para el día siguiente. Durante los recreos solía
ser muy gracioso, era amigo de hacer bromas y de recibirlas, eliminando así
las tensiones. Uno que le conoció lo recuerda con estos rasgos: Era
de trato agradable, alegre en la conversación, entusiasta en el trabajo
y emprendedor de gran iniciativa. Durante los paseos, en los recreos y en
las excursiones, manifestaba su espíritu de familia y su simpatía.
Su sana alegría y su buen humor encantaba a todos y cautivaba a los
más serios. Trabajador incansable, asiduo y sencillo en el cumplimiento
de todos los empleos. Su sencillez y afabilidad le ganaban el afecto de muchos
y la admiración de todos.
Se había especializado en el trabajo de operador de cine.
Desde el año 1918, en las interminables tardes dominicales de invierno,
cuando era imposible salir de paseo, proyectaba a los alumnos películas
interesantes, a las que hacía seguir de un diálogo sobre su
valor artístico y moral. Insistió ante los superiores para
que le permitieran adquirir los mejores proyectores de cine, justificando
así su finalidad: Es una hermosa obra de preservación de la
niñez y juventud y, a la par, de apostolado.
En 1932 entran en vigencia las leyes contra la enseñanza
católica. Ante la amenaza inminente, el hermano Virgilio crea la sociedad
civil La Cultural y mediante contrato traspasa a esta sociedad la gestión
del colegio, que toma el nombre de Liceo Zorrilla. El personal docente está
constituido por profesores seglares y hermanos “secularizados”. Al mismo
tiempo se ponen a salvo los elementos más valiosos de los museos y
de la biblioteca. Al hermano Laurentino le parecen excelentes estas iniciativas
y las propone para todos los colegios con estas palabras: Aconcharse, resistir
y salvar, si es posible, todas nuestras obras. Además del martirio,
hay en el hermano Virgilio madera de un santo simpático y cercano.