BEATO URBANO II
1088-1099 d.C.



  El francés Odón de Chatillon hubo de seguir combatiendo contra el antipapa Clemente que se había apoderado otra vez del Palacio de Letrán; apoyado por Enrique IV, que se encontraba de nuevo guerreando en Italia. La condesa Matilde le obligó a abandonar la península. Su mismo hijo Conrado, se declaró contra Él. El Papa pudo regresar a Roma, donde, después de nuevas luchas, logró apoderarse de su Palacio y vencer a Clemente, que seguiría viviendo e intrigando hasta principios del pontificado siguiente.

   El nombre de Urbano II está relacionado con la primera cruzada, pero su actividad no se limitó a esto. Intervino también en España, donde apoyó a Alfonso VI en la reconquista. Toledo cayó en 1085 y el arzobispo de la ciudad fue proclamado Primado de España. Eran los gloriosos días del Cid.

   Sicilia fue también reconquistada a los moros y el rito latino sustituyó al oriental entre los griegos habitantes de la isla. También intervino en Francia, cuyo rey, Felipe, había abandonado a su esposa para convivir con Bertrade de Anjou. El rey fue exomulgado, ya que se negaba a repudiar a su concubina, y sólo se reconcilió con la Iglesia bajo el pontificado de Pascual II.

   En Inglaterra, Urbano II consagró a San Anselmo arzobispo de Canterbury y tomó actitud contra Guillermo II, que se apoderaba abusivamente de los bienes de la Iglesia. La oportuna intervención de San Anselmo impidió al Papa excomulgar al soberano inglés. Esta intensa actividad no le impidió acuparse de las cosas del espíritu, apoyando el movimiento intelectual de su tiempo.

   Con San Anselmo la teología escolástica empezaba a manifestarse, tratando de poner de acuerdo la enseñanza cristiana con los principios de la filosofía griega, sobre todo la de Aristóteles. Este movimiento que había tenido sus precursores a lo largo de los siglos pasados, sentaba la base del gran edificio que San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino iban a erigir en el siglo XIII.

   Dos conventos que tendrán un importante papel en la vida espiritual de Occidente fueron fundados durante el pontificado de Urbano II: el de Fontévrault, fundado por el beato Roberto de Arbrissel, y el de Citeaux, fundado por San Roberto de Molesmes (1098), creador también de la orden cistercense, cuyo segundo fundador fue, un siglo más tarde San Bernardo.

   Dos semanas después de la entrada victoriosa de Godofredo de Bouillon en Jerusalén, el Papa Urbano II fallecía en Roma.


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(Samuel Miranda)