URBANO VI
1378-1389 d.C.


   Nacido como Bartolomeo de Prignano, emigró con su familia a Aviñón en 1338. En 1364 fue consagrado Arzobispo de Acerenza (Nápoles) y en 1377 pasó a Bari.

   Administrador de Gregorio XI, el papa que traslado nuevamente la sede papal de Avignon a Roma, a la muerte de este fue elegido Papa en 1378 en uno de los cónclaves más cortos y conflictivos de la historia (3 días).

   El conclave se inició, el 7 de abril de 1378, con la presencia de sólo 16 cardenales de los 22 que formaban el colegio cardenalicio ya que no se esperó la llegada de los cardenales que se encontraban en Avignon. Los cardenales se encontraban divididos en tres facciones cada una con su propio candidato a suceder a Gregorio: dos francesas (lemosinos y galicanos) que sumaban diez cardenales, y una italiana que contaba con cuatro cuatro miembros. Los dos restantes cardenales, el español Pedro de Luna y el francés Roberto de Ginebra podian considerarse neutrales.

   Pero el elemento que verdaderamente influiría en la elección papal fue el pueblo romano, quien temeroso de que si la elección recaía en un cardenal francés, la sede papal retornaría a la ciudad francesa de Avignon, se concentra a la entrada del cónclave con gritos de "romano lo volemo" (romano lo queremos) y "al manco italiano"(al menos italiano. Influenciados por las manifestaciones en la Plaza de San Pedro, los cardenales llegan al acuerdo de elegir papa al napolitanos Bartolomeo Prignano de Bar que al no ser cardenal no se encontraba participando en el cónclave por lo que fue reclamada su presencia, manteniéndose su elección en secreto ya que era preciso su consentimiento.

   Cuando el cardenal Orsini intenta dirigirse al populacho gritandole: "Id a San Pedro", es malinterpretado y la multitud cree que el elegido ha sido el cardenal de San Pedro, el anciano Tebaldeschi. Otro cardenal intenta subsanar el error gritando a su vez: "Bari, Bari" indicando con ello que el elegido es el arzobispo de dicha ciudad italiana. Pero la multitud cree que lo que se ha anunciado es que el elegido ha sido el cardenal francés Jean de Bar lo que provoca el asalto del Vaticano y que los cardenales temiendo por su seguridad personal presenten a Tebaldechi como nuevo pontífice.

   Gracias a esta estratagema los cardenales pudieron abandonar el cónclave, pero al correrse por Roma la voz de que todo es un engaño, el pueblo al grito de “¡non le volemo!” y "mueran los cardenales", impide que estos abandonen la ciudad.

   La situación se normaliza cuando Prignano llega al cónclave, acepta el nombramiento y aclarando el malentendido es entronizado Papa con el nombre de Urbano VI con el entusiasmo del pueblo.

   Todos los cardenales, incluidos los franceses de Aviñón, fueron favorables a sus primeras medidas de reforma en la Curia. Sin embargo, de inmediato comienza a mostrarse caprichoso, altanero, desconfiado y colérico en sus relaciones con los cardenales que lo habían alzado por encima de sí mismos, reprochándoles en público, su absentismo, lujo y vida lasciva. También se creó enemigos al entrometerse en la política de Nápoles al declarar que el reino estaba mal gobernado porque lo regía una mujer, Juana, a quien amenazó con deponerla y meterla en un convento por no haber pagado los tributos que Nápoles debía a la Santa Sede por ser feudo pontificio.

   La actitud del Papa, junto al hecho de que se negará a volver a Aviñon, hace que, con la excusa del calor que padecía Roma, los cardenales, salvo los cuatro italianos, se reúnan en Agnani donde, el 9 de agosto publican una declaración a toda la cristiandad en la que anulaban la elección de Urbano porque la misma era ilegal al haberse efectuado por miedo a la violencia del populacho. Declaran vacante la Santa Sede y rechazan cualquier arbitraje de un concilio ecuménico argumentando que este sólo podía convocarlo un papa.

   El día 20 de septiembre de 1379, con la esperanza de que Urbano abdicara, los cardenales que en su día habían elegido a Urbano VI, incluidos los romanos salvo el fallecido Tebaldeschi, se reúnen en Fondi, en el territorio de Nápoles, proceden a realizar una nueva elección, con el apoyo de Carlos V de Francia, en la persona del cardenal Roberto de Ginebra que adoptó el nombre de Clemente VII, dando inició al Cisma de Occidente que duraría hasta 1417.

   Alemania, Flandes e Italia, con excepción de Nápoles, consideraron legítimo a Urbano VI, mientras que el resto de Europa dio su apoyo al antipapa Clemente VII. Dos Papas, dos colegios cardenalicios. La opinión eclesial actual considera como Papa electo conforme a derecho a Urbano VI.

   Los sucesos se precipitaron. Nombró una veintena de cardenales, depuso a Juana de Nápoles por su oposición, nombrando a Carlos Durazzo, quien también perdió los favores papales. El 30 de octubre de 1383, el Papa es hecho prisionero por Durazzo durante un viaje por el sur de Italia. Trató de gobernar la iglesia desde su arresto y, a su regreso a Roma, murió, según algunas versiones, envenenado.

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(Samuel Miranda)