SAN VALERO DE ZARAGOZA
315 d.C.
22 de enero
San Valero (Valero de Zaragoza)
fue Obispo de Zaragoza (siglo IV), maestro de San Vicente Mártir y
confesor de la fe cristiana. Es el santo patrón de la ciudad de Zaragoza,
en la cual se veneran sus reliquias desde el siglo XII. Su fiesta se celebra
el día 29 de enero, siendo tradicional la degustación de roscones
con tal motivo; a esta fecha alude el dicho zaragozano "San Valero, ventolero
y rosconero".
Los documentos no nos dicen mucho de él. Sí que
sabemos que estuvo presente en el primer concilio español del que
existe noticia: el de Elvira, en Granada (ca.306). Prudencio añade
que era su diácono Vicente, muerto en Valencia que le acompañó
en su cautiverio hasta la ciudad del Turia durante la persecución
de Diocleciano, y en donde salvó la vida, ignoramos por qué
causa concreta. Así mientras Vicente recibe el nombre de "mártir",
Valero recibe el apelativo de "confesor" al reconocer ante los romanos su
fe sin haber alcanzado el martirio.
La tradición posterior, más novelesca, nos dice
que San Valero era de difícil palabra, acaso un poco tartamudo; y
que, en el tribunal valenciano, ello dirigió la atención principal
al fogoso Vicente, que quiso hablar por ambos y pagó con la vida su
atrevido discurso.
Después de la invasión musulmana, cuando acababa,
prácticamente, de nacer el Reino de Aragón, llegaron noticias
de que se habían descubierto sus restos en el Pirineo. Se supuso,
entonces, que el obispo había sido exiliado a aquellas tierras poco
hospitalarias. En 1050, lo que se creyó era su cuerpo venerable fue
llevado a la sede episcopal de Roda de Isábena, entonces cabeza eclesial
de Aragón.
Cuando las tropas de Alfonso I y de Gastón de Bearn entraron
en Zaragoza en 1118, la restauración de la mitra cristiana exigía,
casi, la presencia física de las reliquias valerianas. El capítulo
de Roda fue generoso y envió, en sucesivos momentos, primero un brazo
y, más tarde, el cráneo del obispo confesor (éste, en
1170, bajo el cetro ya de Alfonso II).
Hubo más de un obispo cesaraugustano con este nombre,
en la Edad Antigua. Y no hay duda -por las Actas del Concilio de Elvira-
acerca de que era un Valero quien gobernaba la diócesis a comienzos
del siglo IV. Un retrato ideal de este obispo lo encontramos en el magnífico
busto-relicario, de plata y esmaltes, regalado por Benedicto XIII a la seo
de Zaragoza en el s. XV, y que seguramente reproduce los rasgos del propio
Papa. Se expone permanentemente en el retablo mayor de dicha catedral de
Zaragoza, junto a los de S. Vicente y S. Lorenzo.