Cristo en la cruz
Diego Velázquez, 1631
Óleo sobre lienzo • Barroco
100 cm × 57 cm
Museo del Prado, Madrid, España
Cristo en la cruz, obra atribuida
a Velázquez, tal vez de su taller, con firma apócrifa y fecha
1631, conservada en el Museo del Prado de Madrid, (España) desde 1946.
El cuadro se encontraba en el convento de las Bernardas Recoletas del Santísimo
Sacramento de Madrid hasta el final de la Guerra Civil. Habiendo sufrido
daños durante la guerra, fue donado al Estado a cambio de la restauración
del convento y devuelto a él como obra de escuela madrileña
del siglo XVIII, época a la que pertenece el propio convento. Al ser
limpiado en el Museo del Prado después de 1940 apareció la
inscripción «Do. Velázquez fa 1631», que se creyó
auténtica aunque causaba extrañeza que Velázquez, quien
raramente firmaba sus obras, hubiese querido firmar esta pintura menor. En
1946 fue finalmente adquirido para el Museo del Prado.
Cristo aparece crucificado mirando al cielo, con los pies apoyados
en el supedáneo y con cuatro clavos tal y como aconsejaba Francisco
Pacheco, el maestro del pintor. El tronco del cuerpo de Cristo, el paño
de pudor y las piernas se relacionan estrechamente con el Cristo procedente
del convento de San Plácido, con la diferencia de tratarse de un Cristo
vivo, con los brazos en tensión formando un ángulo muy cerrado
lo que acrecienta el patetismo de la obra.
La cruz aparece entera, clavada entre un grupo de piedras entre
las que destaca una calavera que la tradición atribuye a Adán,
ante un paisaje urbano que evoca Jerusalén. En la parte superior de
la cruz está sujeto el título trilingüe.
Rechazado por José López-Rey y Jonathan Brown
en sus respectivos estudios de la obra de Velázquez, fue incluido
en 1990 en la exposición antológica dedicada al pintor en el
Museo del Prado, figurando con el nº 27 a pesar de ciertas reservas
expresadas por Julián Gállego en su ficha, por considerarlo
«mucho menos afín a la manera de Velázquez que el Cristo
de San Plácido», apuntando que pudiera tratarse del que se mencionaba
en el inventario de los bienes del pintor con el número 724, «Un
Xpto crucificado, de vara y quarto de alto y tres cuartos de ancho»
(aproximadamente 105 x 36 cm.). Maurizio Marini, nº 67, admite su autografía
e indica que quizá se trate de un estudio para el Cristo de San Plácido.
El estudio técnico realizado en el Museo del Prado, bajo
la dirección de Carmen Garrido, descarta la autografía apuntando
que la obra «refleja la influencia velazqueña, pero la manera
de hacer del artista que la llevó a cabo no encaja con exactitud con
la de Velázquez». En el análisis técnico se aprecian
largas pinceladas de tonalidad clara enmarcando el costado y brazo derecho,
recordando las empleadas por Velázquez para situar sus figuras en
el espacio y destacar sus perfiles, con la diferencia de que en el Cristo
de las Bernardas esas pinceladas son superficiales, mientras que en las obras
indudables de Velázquez quedaban veladas. Para los fondos se emplean
transparencias al modo del artista sevillano, pero las pinceladas se aplican
mecánicamente y de un modo regular. Las pinceladas en la carnación
y el paño de pureza son sueltas y rápidas, muy cargadas de
pasta, pero a la vez contenidas y precisas; las sombras se recortan sin transiciones.
Las semejanzas, pues, se producen sólo en la superficie, por la imitación
de la anatomía y de los juegos de luz y sombra terminados del Cristo
de San Plácido, desconociendo los pasos previos y las técnicas
empleadas por el artista para alcanzar esos efectos. Sería, en conclusión,
«una pintura de época, muy velazqueña en cuanto al modelo
y la técnica se refiere, de gran finura y maestría de ejecución
y de una belleza final muy bien conseguida, que tal vez salió del
taller del artista».