Inmaculada Concepción
Diego Velázquez, c. 1618
Óleo sobre lienzo • Barroco
135,5 cm. × 101,6 cm
National Gallery de Londres, Londres, Reino Unido
La Inmaculada Concepción
pintada por Velázquez hacia 1618 y conservada en la National Gallery
de Londres podría ser, con su pareja, el San Juan evangelista en Patmos
del mismo museo, la primera de las obras conservadas del sevillano, pintada
con poco más de 18 años.
En 1800 Juan Agustín Ceán Bermúdez citó
la obra, junto con su pareja, el San Juan evangelista escribiendo el Apocalipsis,
de idénticas dimensiones, en la sala capitular del convento del Carmen
Calzado de Sevilla. Ambas fueron vendidas en 1809, por intermediación
del canónigo López Cepero, al embajador de Gran Bretaña,
Bartholomew Frere. Adquirido por el Museo en 1974. La crítica es,
desde Ceán, unánime en el reconocimiento de su autografía.
El cromatismo parece haber sufrido un oscurecimiento general,
a causa de la cera aplicada en una antigua forración. Pero de todos
modos no es probable que en su estado primitivo alcanzase la claridad de
las Inmaculadas de su maestro, Francisco Pacheco, si se considera que había
de armonizar con el San Juan en Patmos, cuyo sistema de iluminación
intensa en el primer plano y dirigida desde la izquierda comparte.
La cuestión inmaculista era en Sevilla objeto de vivo
debate, con amplia participación popular volcada en general en defensa
de la definición dogmática. La controversia estalló
en 1613 cuando el dominico fray Domingo de Molina, prior del convento de
Regina Angelorum negó la concepción inmaculada desde el púlpito,
afirmando que María «fue concebida como vos y como yo y como
Martín Lutero». Entre los fervorosos defensores de la Inmaculada
estuvo Francisco Pacheco, bien relacionado con los jesuitas Luis del Alcázar
y Juan de Pineda, implicados en su defensa. Al calor de la controversia los
pintores recibieron numerosos encargos, siendo por tal motivo la pintura
de la Inmaculada uno de los asuntos más repetidos.5
Aunque Francisco Pacheco en El arte de la pintura aconsejaba
pintar a la Inmaculada Concepción con túnica blanca y manto
azul, tal como se apareció a la portuguesa Beatriz de Silva,6 Velázquez
empleó la túnica rojo-púrpura del mismo modo que acostumbraba
a hacerlo el propio Pacheco en sus diversas aproximaciones al tema (Inmaculada
Concepción con Miguel Cid, Catedral de Sevilla; Inmaculada concepción
con la Trinidad, Sevilla, iglesia de San Lorenzo, etc.). Este era también
el modo más extendido en Sevilla en las primeras décadas del
siglo XVII, como se observa también en la Inmaculada de Juan de Roelas
del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.7
Velázquez sigue los esquemas compositivos empleados por
Pacheco igualmente en la silueta en contrapposto de la Virgen, la luna traslúcida
a los pies y la integración de los símbolos de las Letanías
lauretanas en el paisaje (nave, torre, fuente, cedro), aun a costa de faltar
a la verosimilitud en un grado mayor del que acostumbraba su maestro y suegro,
a quien gustaba integrar la Torre del Oro o la Giralda en los suyos.