SANTA VICENTA MARÍA Y VICUÑA
1890 d.C.
26 de diciembre
Santa, fundadora de las Religiosas
de María Inmaculada (Servicio Doméstico). Desde pequeña
recibió una esmerada educación humana y cristiana. Su padre,
José María López, miembro del Colegio de Abogados de
Pamplona, fue su primer maestro. A partir de 1857, con el fin de completar
su educación reside en Madrid, con sus tíos maternos D. Manuel
María y doña María Eulalia Vicuña. Estos habían
iniciado en Madrid una obra apostólica y benéfico asistencial
para la acogida y educación de jóvenes sirvientas.
Vicenta María continúa sus estudios en la misma
casa de sus tíos a la que asisten profesores particulares. Su tía
María Eulalia le elabora una distribución del tiempo, dedicado
principalmente al estudio y a las prácticas religiosas. Solía
también acompañar a su tía en las visitas al “Asilo
de sirvientas”. Estas visitas abren sus ojos a una realidad nueva para ella
y son como la semilla de la que brotará su vocación.
Su colaboración e inclinación a trabajar en la
obra iniciada por sus tíos van siendo cada vez mayores. A los 17 años,
resuelta a dedicar su vida a aquel apostolado y convencida de la necesidad
de fundar una congregación religiosa que garantice su continuidad,
comunica la idea a su director espiritual el P. Víctorio Medrano SJ.
El jesuita aprueba la idea con la consigna de dejar en suspenso la resolución
para el porvenir.
En el mes de marzo de 1868 hace Ejercicios Espirituales en el
Primer Monasterio de la Visitación y sale confirmada en su decisión
de fundar. En el mes de mayo escribe a sus padres, para informarles de que
ya no la retiene en Madrid su educación, sino el seguir la vocación.
Sus padres se oponen al proyecto y la obligan a ir a Cascante, donde permanece
siete meses.
Regresó a Madrid en febrero de 1869 y se dedicó por completo
al desarrollo de la obra a favor de las sirvientas y a la elaboración
de las Constituciones y reglas de la nueva congregación. La situación
social y política retrasó el momento de la fundación
pero Vicenta María con su tía María Eulalia y un pequeño
grupo de señoras empezaron a hacer vida de comunidad a partir del
22 de febrero de 1871 en un piso de la plaza de San Miguel, número
8, en el que convivían con las jóvenes sirvientas acogidas.
En julio de 1875, el P. Isidro Hidalgo y Soba SJ se hizo cargo
de la dirección espiritual de Vicenta María y sus compañeras.
En marzo de 1876, el siervo de Dios, Dr. Ciriaco María Sancha y Hervás
fue nombrado Obispo Auxiliar de la Diócesis de Toledo con residencia
en Madrid e intendente general de las Órdenes religiosas.
La presencia en Madrid del Sr. Obispo Sancha y del P. Hidalgo fue providencial
para el impulso definitivo de aquella obra y la fundación del nuevo
Instituto.
El 11 de junio de 1876, Solemnidad de la Santísima Trinidad,
D. Ciriaco María Sancha impuso el hábito religioso a Vicenta
María López y Vicuña y a otras dos compañeras
suyas: nacía la Congregación de Hermanas del Servicio Doméstico
(el nombre actual de la Congregación, después de varios cambios
es “Religiosas de María Inmaculada”). La joven fundadora vivió
en aquella jornada la felicidad de ver nacer la nueva Congregación
y el sufrimiento que le proporcionaba la negativa de sus padres. Un mes más
tarde, el 16 de julio, fueron admitidas otras seis jóvenes.
Santa Vicenta María, respondiendo a la llamada del entonces
canónigo del Pilar y más tarde cardenal, D. Antonio María
Cascajares, fundó en Zaragoza (7.XII.1876) el segundo colegio para
sirvientas. Antes de que se cumpliera un año de la fundación,
la Madre Fundadora, abre la tercera casa en Jerez de la Frontera (2.VI.1877).
Las dificultades se van sucediendo, las nuevas vocaciones van llegando lentamente,
los medios económicos escasean, Santa Vicenta María se ve afectada
por la tuberculosis desde marzo de 1879, pero íntimamente persuadida
de que la obra es de Dios y en Él hemos de poner nuestra confianza,
no ahorró esfuerzos ni sacrificios en sus tareas de formación
de las religiosas y expansión de la Congregación.
A la muerte de su madre, doña María Nicolasa Vicuña
(24.XI.1883), traslada a su padre a la cada de Madrid donde vivirá
hasta su muerte (5.VIII.1888).
La cuarta casa la abre en Sevilla (14.III.1885) a instancias
del jesuita, P. Celestino Suárez en el convento de San Benito cedido
por el Sr. Arzobispo, D. Ceferino González y García Tuñón.
Tres años más tarde (1.III.1888) inaugura otra casa en Barcelona,
gracias al celo y desprendimiento económico de la sierva de Dios doña
Dorotea de Chopitea y Villota. La última de las fundaciones, realizada
en Burgos (7.XII.1889) la siguió en todos sus detalles desde Barcelona,
donde la retuvieron los trámites para la compra de un terreno para
edificar la casa.
Postrada en cama por el estado de debilidad a que la había
reducido su enfermedad, pronunció la formula de su profesión
perpetua el 31 de julio de 1890, a las cinco y media de la mañana.
Dos horas más tarde participó en la capilla de la primera celebración
de este tipo que se tenía en la Congregación para recibir la
profesión de nueve compañeras suyas.
En sus apuntes de Ejercicios de 1868, había escrito “si vivimos bien,
la muerte será el principio de la vida”. La última etapa de
su vida es de un dolor intenso y continuado, pero también de una serenidad
y alegría que encuentran todo su sentido en el sometimiento a la voluntad
de Dios: “¿Lo queréis Vos, Dios mío? Pues yo también
lo quiero” y “Lo que Vos queráis, Señor, lo que Vos queráis,
no quiero anteponer mi querer al vuestro” fueron expresiones que repitió
a menudo. Eran las dos menos cuarto de la tarde del día 26 de diciembre
de 1890 cuando, después de haber bendecido por primera vez a sus Religiosas,
tomó en sus manos el Crucifijo y una estampa de la Virgen y, mientras
una sonrisa se dibujaba en su rostro, entregó su espíritu al
Creador.
Introducida la causa para su beatificación y canonización
(19.II.1915), fue proclamada beata por el Papa Pío XII el 19.II.1950
y canonizada por el Papa Pablo VI el 25.V.1975. Su fiesta litúrgica
se celebra el día 25 de mayo.