VENERABLE VICENTE
CIMATTI
1965 d.C.
6 de octubre
El Venerable Vicente Cimatti nació el 15 de julio de 1879, en un
lugar famoso por su cerámica llamado Faenza cerca de la ciudad
de Rávena en la legión de Emilia en la Italia Central.
Fue el último hijo de 6 hermanos de una familia muy pobre, su
nombre de Pila era Vicente. Como lamentablemente su padre Giacomo
falleció cuando él tenía 3 años, su madre
Rosa y su hermana Santa, como cristianas que eran se preocuparon mucho
de su educación. Para él fue una felicidad que el entorno
familiar fuera muy católico y de profundo carácter
espiritual. En Faenza era muy popular el Oratorio y había
Seminario de la Congregación Salesiana. Vicente contaba con 3
años de edad cuando inició sus estudios en este oratorio,
y su ingreso coincidió con la visita de Don Bosco a Faenza. El
primer y más antiguo recuerdo que guarda, es el que su madre lo
levantó y le dijo: “Vicentito, mira a Don Bosco”. Posteriormente
toda la vida de Don Bosco fue como un modelo que deseó imitar.
Al terminar la primaria y la secundaria, ingresó al Noviciado de
la Congregación Salesiana que estaba cerca de Turín y a
los 17 años tomó la decisión de emitir la
Profesión Perpetua e iniciar su vida religiosa y así
servir a Dios toda su vida.
En 1896 ingresó al Instituto Valsalice donde terminó su
período de formación, pasó 30 años
allí. Para poder enseñar en el Instituto Valsalice era
necesario poseer el título de profesor, para esto Vicente, en el
verano de 1900 a los 21 años ingresó a la famosa
Universidad Nacional de Parma y obtuvo el Diploma de “Maestro de Coro”,
en 1903 también obtuvo el Título de Doctor en Ciencias
Naturales en la Sección Agrícola de la Universidad de
Turín, en 1907 en la misma Universidad obtuvo el título
de Doctor en Filosofía, al mismo tiempo estudió
Teología y en 1905 fue ordenado sacerdote. En Valsalice como
educador sobresaliente iluminó la vida espiritual de los
alumnos. Él fue muy querido y respetado por los profesores y los
alumnos. A los seminaristas les daba confianza y les hacía
sentir la responsabilidad en las actividades, corregía sus
faltas y procuraba ambientes alegres programando musicales y piezas
teatrales. Él estaba siempre de buen humor. No escatimaba
esfuerzos hasta que todo lo que se proponía fuera perfecto. Don
Luigi Fiora en su biografía dice: “Efectivamente el Padre
Cimatti todo el tiempo que estuvo en Valsalice estaba en la cumbre de
la perfección, como persona y como religioso”.
En 1923 el Papa Pío XI confía a los Salesianos para que
realicen actividades misioneras en el Japón. En 1925, nueve
Salesianos (6 sacerdotes y 3 coadjutores laicos) fueron designados y el
Padre Cimatti fue elegido como jefe del grupo, aquel año se
conmemoraban los 50 años del envío del primer grupo de
misioneros a Sudamérica por Don Bosco en 1875. El padre Cimatti
siempre había deseado ser misionero y fue nombrado a los 46
años. Cuando recibió el aviso decidió obedecer la
Voluntad de Dios y dejando de lado su pasado partió rumbo a lo
desconocido.
El 29 de diciembre de 1925 partieron del puerto de Génova y
después de 42 días de travesía, el 8 de febrero de
1926 llegaron al puerto de Moji, en Japón. Inmediatamente fueron
a Nagasaki para presentar sus saludos al Obispo y el día 16
llegaron a su destino en Miyazaki.
Dedicó 1 año para aprender el japonés que era
difícil y a acostumbrase a su nueva vida. En febrero de 1927 se
hace cargo de las Parroquias cedidas por los Misioneros de París
en Miyazaki, Oita y Nakatsu, volviéndose luego Párroco de
la Iglesia de Miyazaki. En 1928 las prefecturas de Miyazaki y Oita
fueron reconocidas como zonas misioneras independientes y él
estuvo a cargo, convirtiéndose en Vicariato Apostólico en
1935. El Monseñor Cimatti tuvo el cargo del Vicario
Apostólico y bajo su dirección fueron fundadas nuevas
parroquias y año tras año fue creciendo el número
de fieles. El Monseñor Cimatti estaba seguro, que eran
necesarios japoneses para conducir el Japón hacia Dios. Para
esto pensó que era prioridad formar sacerdotes japoneses y en
1933 fundó un Seminario Menor en Miyazaki, luego tuvo que ir a
Tokio y se hizo cargo de la Parroquia de Mikawajima. En 1935 en Nerima
abrió el Noviciado y Seminario. En el mismo lugar
inauguró obra educativa original como el “Instituto Educativo
Tecnológico (posteriormente Instituto Superior
Tecnológico IKUEI) y allí mismo instaló la
principal de la Editorial “Don Bosco”. Asimismo, en 1933 había
establecido en Miyazaki el “Kyugoin” (Hogar de Socorro) para ancianos
abandonados y huérfanos, y en 1937 para el progreso y
mantenimiento de “Kyugoin”, funda la “Congregación de las
Hermanas de la Caridad de Miyazaki”, congregación de religiosas
japonesas y para supervisar estas obras fue designado al Padre Antonio
Cavoli, quien era Salesiano.
De 1941 al 45 durante la época de la guerra, tuvo que
interrumpirse la actividad misionera. El Monseñor Cimatti se
mudó de Miyazaki a Tokio a la sede de los Salesianos para
mejorar el fundamento básico del objetivo dirigido a los
seminaristas y estudiantes de filosofía salesianos. Ya no
necesitaba ocupar cargos como Obispo pero siguió como Inspector
hasta el año 1949. Bajo los bombardeos, el Monseñor
alentaba a los seminaristas diciéndoles “Tengan confianza, la
Virgen está amparándolos” él le prometió a
María Auxiliadora un Templo hermoso si Ella cuidaba de la vida
de los salesianos. Terminó la guerra con graves daños y
derrumbes, pero no hubo ninguna víctima. El Monseñor
Cimatti construyó en Shimoigusa un hermoso Templo para
María Auxiliadora. El Arzobispo Monseñor Pedro Doi
entregó a los Salesianos como una Parroquia. Posteriormente se
realizaría el funeral del Monseñor Cimatti en este lugar.
Después de la guerra se iniciaron las obras de
reconstrucción que fueron muchísimas. El Monseñor
Cimatti repetía que todo esto era obra de los hermanos
salesianos que él no había hecho nada. Quizás era
cierto pero todos ellos estaban conscientes que siempre fue el soporte
espiritual y todos confiaban en él. El Monseñor Cimatti
se retiró del cargo de Inspector a los 70 años de edad.
Al Monseñor no le gustaban los cargos y durante 2 años se
encargó de la Biblioteca del Seminario y con mucho tesón
hizo a mano catálogos de los libros. En 1952 el Inspector le
dijo que debería formar jóvenes salesianos para la nueva
era y fue nombrado Superior del Seminario Salesiano, hasta el final
estuvo dedicado a la formación de los jóvenes. En 1963 a
los 83 años se retiró del frente de batalla. El
Monseñor Cimatti verdaderamente fue un “Hombre de Dios”. Sus
diálogos con Dios y el trabajo constante y variado siempre
tenían vínculos. Con una atractiva y sencilla
explicación reveló su secreto: “Dentro de mi cabeza tengo
una construcción de 2 pisos. La planta alta está para
unirme con Dios y la parte baja la uso para trabajar libremente”.
Los últimos 2 años de su vida, tuvo que guardar cama y
muy abatido repetía: “Ahora mi trabajo es orar”. Digno de
admiración fue la manera como soportó su enfermedad. Sin
ninguna queja, lo tomó como una purificación del alma y
sustituyó por trabajo apostólico. A las personas que lo
visitaban los alentaba y los iluminaba con la luz del amor. El Padre
Pedro Arrupe que vivió muchos años en el Japón
como misionero y posteriormente fue Superior General de Jesuitas dijo:
“Yo siempre sentí admiración por su grandeza de amor,
ternura y su fervor misionero. Aunque pasaran los años y
cambiara la situación, se elevaba cada vez más. Su virtud
era para mi, consuelo y fue para todos un gran ejemplo. Se
podría decir de Don Cimatti que fue un modelo de lo que es ser
misionero. Su amor y virtud lo llevó a incorporarse sin hacer
ninguna discriminación y colaborar como hermano en todos sus
actos. Amó al Japón desde el fondo de su corazón.”
El deseaba morir en el Japón. En la mañana del 06 de
octubre de 1965, al término de la Misa y rodeado de los
Hermanos, acudió al llamado del cielo muy tranquilo;
tenía 86 años. Esta muerte nos hizo recordar el proverbio
que dice: “La muerte de la persona que respeta a Dios es sagrada ante
Dios” (Proverbios 116.15.) Él que había dicho “Deseo
permanecer en el Japón” estuvo 2 años en el Cementerio
Católico de Fuchu y hoy sus restos descansan en el Oratorio
subterráneo (Catacumbas) de los Salesianos. La Iglesia reconoció
públicamente sus virtudes como heroicas y el 21 de diciembre de
1991 el Papa Juan Pablo II lo nombra Venerable.