DON VICENTE GARCÍA BERNAL
Cuarto Obispo de Ciudad Obregón, Sonora



   Don Vicente nace en el contexto de la difícil persecución religiosa que vivió nuestro país así que Don Vicente y Doña Carmen tuvieron que bautizar al niño a escondidas, siendo sus padrinos el Sr. Pascual Borjón y Conchita Calaviz, ambos figuras importantes para el crecimiento espiritual del niño y pilares de su vocación, pues ellos se encargaron de acercarlo a la Iglesia para el servicio de monaguillo y de colector de flores, ya que al "Padre, (como ellos le llaman) no le gustaba mucho ir a la Iglesia", comenta Don Ricardo. Este acercamiento " al altar" fue despertando el gusto por las "cosas de Dios" que a la edad 12 años ya traducía en una posible entrada al seminario. Pero mientras esto sucedía el niño Vicente hacía lo que todo pequeño normal: jugar y hacer travesuras. Por fin decide ingresar al Seminario en la ciudad de Zacatecas. Comenta Don Ricardo que su papá en más de una ocasión le dijo al joven Vicente que su entrada al seminario era tal vez por no querer ayudarlo en la tareas de pintura a las que se dedicaba, y es cierto que no era ese el principal gusto del joven, así que sintiéndose atraído "por el Dueño de la Mies" comienza a estudiar latín, aritmética y humanidades entre otras. Después de haber cursado un año de filosofía es trasladado a continuar su formación en el Seminario de Montezuma, Nuevo México. En este lugar pasó momentos inolvidables de su vida, como aquel momento en el que, en unos ejercicios espirituales le dio el sí definitivo a Nuestro Señor, ese sí que se ha prolongado en beneficios espirituales para todos aquellos que hemos estado bajo su cuidado pastoral.

   Fue en el año de 1952 cuando, siendo ya Diácono, es elegido para estudiar Sagradas Escrituras en Roma, esta noticia fue enlutecida con la muerte de su papá, quien en un accidente de trabajo fallece, cuando el Diácono Vicente y Doña Carmen estaban en la ciudad de México tramitando el pasaporte. Esto, lejos de hacerlo desistir de su viaje, fortalecido en el Señor y sabiendo que en su providencia velaría por su familia, en la segunda mitad de ese mismo año se embarca con destino a la Ciudad Eterna junto con otros compañeros, para ser admitidos en el Colegio Pío Latino.

   Es en ese histórico lugar, tan lleno de ambiente espiritual donde junto a un numeroso grupo de jóvenes entusiastas, el día 3 de abril de 1953, fue ungido y le fueron impuestas las manos de Don Francesco Beretti para marcarlo con el "Sello Sacerdotal" para siempre. Esta sublime dignidad es la que heroicamente ha ofrecido por 50 años en el lugar que el Señor lo ha querido llevar. A este importante momento de su vida no pudieron acompañarle físicamente, pero sí espiritualmente sus familiares. Dos días después, el 5 de abril de 1953 canta su primer misa en el Templo de San Ignacio, ante el altar de San Juan Berchmans. Fue Maestro y Padre Espiritual del Seminario de Zacatecas, responsabilidades que con mucho atino y entrega realizó por muchísimos años, ganándose el cariño y admiración de quienes se formaban par el sacerdocio y que hoy recoge en frutos de sinceras amistades con buena parte del presbiterio actual de aquel lugar.

   También es invitado por el Sr. Obispo Ñuño a colaborar como Vicario General, cargo que desempeñó con gran sabiduría hasta poco antes de llegar a este lugar. Su responsabilidad de Vicario le permitía visitar las diversas comunidades de la diócesis ganándose también la estima de muchos zacatecanos. ¿Quién no tiene, de los que le conocieron en aquel entonces, como lo tenemos de quienes lo conocemos hoy, una buena anécdota que contar de él?, una palabra de aliento o un testimonio de entrega y servicio.

   Fueron estas y muchas otras cualidades humanas y espirituales las que hicieron que SS el Papa Juan Pablo II, asistido por el Espíritu Santo, nombrara a Don Vicente García Bernal IV Obispo para la Diócesis del Sagrado Corazón de Jesús de Ciudad Obregón, Sonora. Noticia que de primer momento se resistía a responder que sí, pero al reflexionar que era Jesús mismo, en la persona del Papa, su Obispo, su gente y la Iglesia en general el que lo necesitaba, no pudo sino contestar: "Heme aquí, envíame" (Is 56,8).

   Así, en medio de un pueblo ansioso por ver el rostro concreto de Dios, congregado, en un primer momento en el aeropuerto y después en nuestra amada Catedral, de manos del Excmo. Sr. Gerolamo Prigione y numerosos Obispos, es consagrado el 24 de mayo de 1988 como Pastor de estas tierras áridas y fecundas, calientes y amistosas, de grandes valles, bellos mares, altas sierras; y gente sincera, que a lo largo del tiempo que ha compartido su vida y ministerio con nosotros, hemos sido testigos de su profundo, sincero amor y fidelidad a Jesucristo y su Iglesia. Gracias por estar todo este tiempo con nosotros.

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(Samuel Miranda)