CALIXTO II
1119-1121 d.C.
Guido de Borgoña
fue elegido en Cluny y luego consagrado en Roma. El Papa y el emperador se
encontraron en Alemania, donde firmaron la llamada "paz del Imperio", que
pronto dejó dejó de ser respetada.
Durante un sínodo reunido en Reims, Calixto II excomulgó
a Enrique V y regresó a Roma, donde reinaba aún el antipapa
Gregorio VIII. Hecho prisionero por los normandos, el antipapa fue encerrado
por Calixto en el convento de Cava. Sólo en 1122, el concordato de
Worms ponía fin a la guerra de las investiduras. El emperador se daba
cuenta de que el pueblo, estaba en contra suya, mientras los príncipes
le obligaban a someterse al Papa.
Calixto facilitó las cosas escribiéndole una
carta en la que proponía la reunión de una dieta en la que
participaran obispos y príncipes. Esta dieta se reunió en Worms
y el concordato fue firmado el 23 de septiembre de 1122. El emperador renunciaba
al derecho de la investidura y dejaba a la Iglesia libertad absoluta en el
nombramiento de obispos y abades.
El Papa, a cambio, reconocía al emperador el derecho
de asistir a tales nombramientos y de otorgar después la investidura
por el cetro. Fue el primer concordato concluido por la Iglesia con una potencia
laica y ponía fin a un guerra que había durado cicuenta años.
Otro conflicto quedaba pendiente: el del dominium mundi, la dominación
universal, a la que el emperador no podía renunciar, pero que ejercían
efectivamente los Papas desde que Urbano II la había ejercido realmente
durante la primera cruzada.
El primer Concilio ecuménico occidental fue convocado
poco después en Letrán, el 18 de marzo de 1123. Ningún
nuevo dogma fue promulgado, pero fueron confirmados y sancionados todos los
progresos realizados por la Iglesia durante los últimos dos siglos.
Fue leído y rectificado el concordato de Worms; se publicaron 22 cánones
que condenaban la simonía, el concubinato de los clérigos, el
concubinato de los clérigos, la intromisión de los laicos en
los asuntos eclesiásticos, la falsificación de la moneda, los
atentados contra los peregrinos, la violación del juramento para tomar
las armas contra los infieles, etc.
Las costumbres medievales, establecidas bajo el influjo directo
de los bárbaros, empezaban a moficarse y la Iglesia tuvo un papel importante
en esta evolución. Pascual II, por ejemplo, había intervenido
para que se suprimiese la práctica de la ordalia o juicio de Dios,
que consistía en obligar a un acusado a atravesar un brasero con los
pies descalzos o a tirarse con las manos y los pies atados en una cuba de
agua helada o hirviendo. Si Dios quería el acusado se salvaba y demostraba
así su inocencia.
El duelo judicial, contra el que se había alzado Nicolás
I, fue igualmente combatido por los Papas de la época. Notable fue
también la intervención de la Iglesia, bajo el influjo de Cluny,
en la protección del pueblo en contra de las violencias feudales. El
beneficio de la protección de los bienes eclesiástcios se extendió
poco a poco a los humildes, y el concilio de Bourges (1038) creó una
milicia diocesana destinada a imponerse a los nobles. En este sentido, el
clero de Francia fue el que tomó la inciativa.
Otro paso importante hacia la modificación y cristianización
de las costumbres fue la tregua de Dios establecida por el concilio de Elna,
en el Rosellón (1027). Según sus principios, nadie podía
atacar a sus enemigos entre la hora novena del sábado y la primera
hora del lunes, haciéndose respetar de este modo el reposo dominical.
Más tarde, la prohibición se extendió a otros días
de la semana. Nicolás II ordenó que fueran exomulgados los
que no respetaran la tregua de Dios.
En fin, una de las obras más notables de la Iglesia
en la época del concordato de Worms fue la reforma de la caballería.
Esta institución, de carácter puramente militar, impreganada
de la brutalidad y las malas costumbres de la época, se vino transformando
poco a poco, bajo el influjo educador de la Iglesia, en una especie de milicia
sagrada puesta al servicio de los pobres y del derecho, y cuyo último
representante simbólico será Don Quijote.
Una nueva cristiandad podrá organizarse sobre esta
base durante los siglos siguientes, iluminados por las figuras de los grandes
Pontífices de la Edad Media.
Bula Sicut Judaeis 1120