INOCENCIO VIII
1484-1492 d.C.
A la muerte de Sixto
IV el pueblo romano se levantó para impedir la elección de Julián
della Rovere. El palacio de Girolamo Riario fue saqueado por la multitud
enfurecida, harta de los abusos y del nepotismo. Fue sin embargo Jualián
della Rovere el que, a través de medios poco limpios, impuso la elección
de Juan Bautista Cibo, cardenal de Santa Cecilia, genovés emparentado
con la familia de los Doria. De carácter débil, dispuesto a
tolerar el vicio y la corrupción, padre de dos hijos ilegítimos,
Inocencio VIII se ocupó de su familia más que de los asuntos
de la Iglesia.
Otorgó la púrpura a Lorenzo Cibo, hijo natural
de su hermano, y a Juan de Médicis, el futuro León X, hijo de
Lorenzo de Médicis. Casó a su propio hijo Franceschetto con
Magdalena de Médicis y lo instaló en el Vaticano. La simonía
y la inmoralidad había alcanzado el apogeo. Pronto la voz de Savonarola
se levantó contra estos abusos.
Inocencio VIII trató sin éxito de organizar
una cruzada en 1490, pero supo atraerse al Vaticano al príncipe turco
Dschem, hermano del sultán Bayaceto II, pretendiente al trono, al que
pagó ingentes cantidades de dinero para poderle manejar contra el
sultán. El número de los cardenales fue reducido a 25 para que
no disminuyesen los beneficios. Los príncipes de la Iglesia seguían
el ejemplo del Papa y su vida era completamente dedicada a los asuntos mundanos.
Uno de los errores más petéticos de Inocencio
fue el de la Bula Summis desiderantes, del 4 de diciembre de 1484, sobre los
procesos de brujería, acentuando los errores que la Inquisición
había ya cometido en este sentido. Todos los espíritus elevados
del siglo XV (teólogos, artistas, escritores y filósofos) se
habían manifestado en contra de la creencia que atribuía a las
brujas poderes sobrenaturales. Según ella, eran el origen de todos
los males. Se les acusaba de los crímenes más horribles, de
tener relaciones con el diablo, de provocar tormentas desastrosas para el
campo, de corromper las almas, de esterilizar el ganado, etc.
Las persecuciones en contra de los aliados del diablo fueron
tremendas, y la Bula papal las autorizó expresamente, reproduciendo
una lista completa de las brujerías y dando crédito de esta
manera a las creencias y a los prejuicios populares. Dos antiguos inquisidores
dominicos, Enrique Institoris y Jacobo Sprenger, alemanes los dos, redactaron
un Malleus maleficarum o Martillo de las brujas, basado en la Bula papal y
publicado en Estrasburgo en 1487. Este libro constituyó la autoridad
suprema invocada en todos los procesos de brujería hasta mediados del
siglo XVII. Tanto en los pasíses católicos como más tarde
en los protestantes, las brujas fueron perseguidas y condenadas hasta en
el siglo XVIII, como consecuencia, directa e indirecta, de la Bula Summis
desiderantes. El jesuita Federico Spee se levantará más tarde
contra estos horrores poco cristianos.
Poco tiempo antes de que Inocencio falleciera, Savinarola,
el dominico de Florencia, levantó su voz contra los abusos y la corrupción.
"La espada de Dios amenaza la tierra", decía mientras paseaba por las
calles de Florencia, seguido por los niños. Un viento de pureza se
había levantado en el mundo. El 2 de enero de 1492 caía Granada,
y terminaba la ocupación árabe en España. Nueve días
después de la muerte del Papa, Colón emprendía viaje
hacia América.
Sin embargo, uno de los errores más imcomprensibles
de este Papa fue el de prohibir el Primer Congreso Internacional de Filosofía,
convocado por Pico della Mirándola, el genial pensador italiano, que
tenía entonces 23 años y que estaba decidido a sostener con
su fortuna los gastos del Congreso. El conde della Mirándola, dominico,
tenía la intención de leer durante el proyectado congreso su
trabajo titulado De dignitate Hominis, en el que sostenía que Dios
había otorgado al hombre la libertad, el poder de elegir su propio
destino; es decir, de decaer en la animalidad o de transformarse en un ser
elegido, parecido a los ángeles.
El medio más idóneo para evolucionar y perfeccionarse,
sostenía Pico della Mirándola, era el de la cultura que permite
a los hombres encontrarse en el culto de la verdad, iniciado por los pensadores
antiguos y continuado por los cristianos. El pensamiento de Pico della Mirándola
era una síntesis de la filosofía clásica platónica
y la cristiana. Vivió poco (1463-1494), pero fue considerado como
uno de los espíritus más dotados de todos los tiempos. Su congreso,
que pensaba organizar en Roma y en el que debían participar sabios
y pensadores de todos los países y de todas las especialidades entonces
conocidas, hubiera sido un acontecimiento importantísimo en la historia
cultural del mundo occidental.
Inocencio VIII lo prohibió. En su lecho de muerte,
el débil Papa pidió perdón a los cardenales por no haber
sabido cumplir con su deber y recibió los últimos sacramentos.
Polliauolo esculpió su tumba en San Pedro.
Bula Summis Desiderantes Affectibus