LA NAVIDAD
La exaltación Pascual
del Señor llevó a una mayor comprensión de este misterio
de salvación. En el Evangelio de San Juan leemos:
"Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra
vez el mundo y voy al Padre" (Juan 16,28).
El Hijo de Dios vino al mundo para salvar a los hombres, pasando
por la humillación (hasta la muerte), y retorna al Padre. Necesariamente
este "paso" (Pascua) de Cristo incluye toda su vida, aunque su punto máximo
es su pasión, muerte y resurrección. Por lo tanto, celebrar
también su venida al mundo no es nada distinto del Misterio Pascual,
sino una mayor comprensión del mismo. Es así tuvieron inicio
las fiestas navideñas.
Las celebraciones de las fiestas epifánicas (manifestaciones)
del Señor tienen sus orígenes en el siglo IV. Como sucedió
para la Pascua, se sintió la necesidad de un tiempo de preparación
que se llamó Adviento. Este período que precede la fiesta de
la Navidad, aparece en Roma a mediados del Siglo VI. Más adelante,
este tiempo de preparación se perfiló como un tiempo de espera,
como una celebración solemne de la esperanza cristiana, abierta hacia
el Adviento último del Señor al fional de los tiempos.
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