TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
  2 de noviembre
  
   
  
  
    
   Como la Iglesia considerada
 en general es la congregación de los fieles unida en Jesucristo,
que  forma un sólo cuerpo, cuya visible cabeza es el Papa, y la invisible
 el mismo Jesucristo, comprende en su universalidad a los bienaventurados
que gozan de Dios en el cielo, a los justos que padecen en el  Purgatorio,
 y a los fieles que viven en el mundo.Es un cuerpo que se compone de muchos
 miembros, un árbol que tiene muchas ramas, cuales son la Iglesia
del  cielo, la Iglesia del  purgatorio y la  Iglesia de la tierra: la
primera  se llama triunfante, la sgunda purgante y la tercera militante.
  
     Hoy son los cristianos que nos han precedido con el signo
de  la fe los que motivan nuestros rezos. Cuando una persona muere, quizá
 haya quedado un rastro de pecado ya no es capaz de hacer nada para ganar
el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras
para que el difunto alcance la salvación. Con las buenas obras y la
oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón
y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria
de Dios. Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas
muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y
es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración
por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un
día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración
por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.
Novena a las Ánimas